sábado, 4 de julio de 2009

Zelaya, un presidente sorprendente por la forma de ser y por su giro político


Amigo de llamar la atención y de improvisar, Manuel Zelaya Rosales llegó a la Presidencia de Honduras en 2006 de la mano del conservador Partido Liberal, pero después dio un giro a la izquierda que desconcertó a muchos.

Zelaya tomó posesión el 27 de enero de 2006 para un período de cuatro años que fue interrumpido por los militares el 28 de junio pasado, el mismo día en que a iniciativa suya se iba a celebrar una "consulta popular" para que los hondureños opinaran sobre la necesidad de convocar a una Asamblea Constituyente.

Los militares le detuvieron en su residencia y le obligaron a tomar un avión con destino a Costa Rica, donde nada más llegar empezó una campaña para que le sea devuelto su cargo, que ha logrado un respaldo internacional sin precedentes, capitaneado por Venezuela y los otros países de la Alianza Bolivariana de las Américas (ALBA).

Cuatro días antes de la consulta, Zelaya destituyó al jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, el general Romeo Vázquez, y aceptó la renuncia del ministro de Defensa, Ángel Edmundo Orellana, quienes estaban en desacuerdo con que los militares colaboraran en esa convocatoria declarada ilegal por la justicia.

Algunos sectores le reprocharon el millonario gasto que hizo en la campaña para la consulta popular, mientras el país sufre graves problemas como la pobreza, narcotráfico, corrupción, injusticia social y una ola de violencia y delincuencia común, entre otros.

Desde que fue sacado del país y del poder, ha estado en Costa Rica, Nicaragua, Estados Unidos, Panamá y El Salvador, y se propone regresar a Honduras este fin de semana.

Desde el exterior, el presidente ha aprovechado foros como las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) para defender su retorno al país con el fin de asumir de nuevo el poder, lo que tiene divididos a los hondureños.

Su lugar en la Casa Presidencial lo ocupa ahora Roberto Micheletti, de su mismo partido y quien fue designado presidente por el Parlamento el mismo 28 de junio.

En sus más de tres años de gobierno, Zelaya sorprendió a los hondureños por algunas excentricidades, pero también por su inesperado acercamiento a Venezuela y al socialismo del siglo XXI.

Al inicio de su gobierno se abrazó con el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, en la Casa Blanca, y después hizo lo mismo con su homologo de Venezuela, Hugo Chávez, para gritar consignas contra "el imperio".

En agosto de 2008 incorporó a Honduras, que ya era socia de Petrocaribe por iniciativa suya, a la hoy llamada Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA), con la oposición del sector privado y de grupos políticos, incluidos algunas corrientes de su propio partido como la encabezada por el hoy presidente Micheletti.

Chávez ha elogiado en varias ocasiones el "coraje" de Zelaya y el ex presidente cubano Fidel Castro, que recibió su visita en La Habana en marzo pasado, lo ha definido como "un hombre bueno, con fuerte dosis de tradición e inteligencia asombrosa".

El ex presidente cubano opinó en un artículo que Zelaya no puede ser acusado de marxista o comunista, y dijo que tiene una concepción de la justicia de raíz cristiana y "sufre profundamente los abusos del imperio".

Para el ex candidato presidencial por el Partido Unificación Democrática (UD, de izquierda) Matías Funes, Zelaya, quien políticamente creció en el gobernante y conservador Partido Liberal, es "una patastera (enredadera) ideológica".

El ahora depuesto no gozaba de una gran popularidad, al menos después de su primer año de gobierno.


Según la firma CID-Gallup, en febrero de 2008 su popularidad, que bajó 38 puntos en un año, apenas alcanzaba un 7 por ciento, mientras que la consultora mexicana Mitofsky dijo en abril pasado que era junto a la argentina Cristina Fernández el presidente de América Latina con menos aprobación, por debajo de un 30 por ciento.

Además de sus excentricidades, como lucir sombrero en actos oficiales, incluidas tomas de posesión de gobernantes extranjeros, y su tendencia a saltarse el protocolo, sus detractores le han criticado su afición a los viajes, a lo que respondió diciendo que iba a hacer llegar el avión presidencial "hasta el polo norte".

El mismo día en que asumió la Presidencia, a última hora hizo a un lado el discurso que llevaba escrito e improvisó.

Uno de sus entretenimientos era pasear por Tegucigalpa en una poderosa motocicleta Harley Davison con botas, pantalón vaquero, chamarra y sombrero.

En sus más de tres años de gobierno ha mantenido una confrontación con empresarios, dueños de medios de comunicación, periodistas y políticos, incluso de su mismo partido.

Subrayó que "esos grupos poderosos" no lo dejaban gobernar y que se oponían a que buscase soluciones a los problemas de la mayoría de los hondureños a través de una apertura a iniciativas como la ALBA.

Su administración, pese a que él ha hablado mucho de transparencia, se ha visto salpicada por múltiples denuncias de corrupción.

Terra/EFE

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