Desde que tengo uso de razón, siempre me intrigó la diferencia abismal entre nuestros países; México y Estados Unidos. Esa interrogante me persiguió durante los primeros 30 años de mi vida, hasta que tuve oportunidad de salir de México a vivir y trabajar en otro país. Hace tiempo me propuse encontrar respuesta a mi gran interrogante; ¿por qué los EE.UU. son tan ricos y México es tan pobre? Esa búsqueda me llevó a los lugares y con las personas más interesantes que yo jamás haya conocido. Esa compulsión en busca de respuesta, me llevó inclusive a conocer al legendario Milton Friedman, una experiencia inolvidable. Me ha llevado a una serie de análisis y conclusiones que me han asombrado a mí mismo, desde aspectos políticos, religiosos, antropológicos, de educación, y sobre todo, nuestras herencias mentales.
En la intensa exploración en busca de respuesta a mi interrogante de tantos años, he encontrado infinidad de argumentos, sin embargo, pienso que el más convencedor de ellos lo rescaté en un par de libros del autor Lawrence Harrison titulados: “El sueño Panamericano,” y “Subdesarrollo es un Estado Mental.” Harrison acaba de publicar la segunda versión de uno de sus libros: “Subdesarrollo es un Estado Mental” puesto que la primera edición se originó en 1985, y es sumamente interesante el analizar los resultados del regreso de la pluma inquisidora de este extraordinario autor para crucificar nuestros resultados, ante un mundo que cada día se aleja más de las actitudes mentales que llevaron a nuestro continente latinoamericano al subdesarrollo en que nos encontramos.
En sus obras originales Harrison hace causa común con Octavio Paz para explicar el contraste entre las dos Américas; la heredera de Inglaterra, y la heredera de España y Portugal, cuando afirma: “Una, en la que se habla inglés, es la hija de la tradición que fundó el mundo moderno; La Reforma, con sus consecuencias sociales y políticas, democracia y capitalismo. La otra, en la que se habla español y portugués, es la hija de la monarquía católica universal y de la contra Reforma.” Los legados Anglo protestantes e Ibero católicos. Es decir-- identificaba las causas del progreso y desarrollo en una, y el subdesarrollo en otra--con la herencia protestante Calvinista y la democracia inventada por los padres de la patria americana por un lado, y en la herencia católica---enemiga del capitalismo---y la autocracia política de la corona de España.
En pocas palabras; Mientras los EE.UU. se embriagaban de mercados y democracia con base a las ideas de Adam Smith y John Locke e implementadas por Jefferson y todos los presidentes elegidos democráticamente de los últimos dos siglos, en México nos envolvíamos en una serie de sangrientas guerras entre militares sedientos de poder, que nos produciría la dictadura Porfirista y después la revolución que arruinó el país. Mientras en los EE.UU. los partidos demócrata y republicano iniciaban una competencia política feroz, en México el PRI establecía su dictadura perfecta en la que el estado escogería a los ganadores y perdedores, y que sería la piedra en el cuello del país durante los siguientes casi 100 años.
Sin embargo, el libro de Harrison fue publicado hace 20 años, el mundo luce muy diferente en estos momentos. La Unión Soviética ya no existe. La mayoría de los países de América Latina son ahora democracias. Los nuevos líderes latinoamericanos “hicieron un gran esfuerzo” para erradicar las viejas políticas estatistas, proteccionistas, para instalar nuevas estructuras basadas en los mercados, en la apertura comercial. En México, especialmente, podemos comparar la época en la que Echeverría constantemente insultaba a los EE.UU., con esta nueva era en la que nos hemos convertido en socios y, en estos momentos, por segunda vez en los últimos casi 100 años, un presidente democráticamente electo y ajeno al fatídico pacto de Calles.
A veinte años de distancia la gran duda para el autor era si realmente México había resuelto su problema más importante que le impedía lograr un verdadero desarrollo económico, político, social---“sus estructuras mentales”. En un país como el nuestro en el cual la producción, la política, y la educación habían sido estructuradas para mantener al partido en el poder, en el cual de nuevo una medieval iglesia católica participa en la formación mental de la sociedad, realmente se dudaba que esas estructuras hubieran cambiado.
En estos momentos ya no ha duda, a veinte años de distancia México ahora luce realmente diferente. Una nueva generación de mexicanos que hace 15 años no podían ni siquiera votar, se volcó a las urnas para demostrar al mundo nuestro cambio de actitudes mentales. Podemos ahora celebrar nuestra liberación, la sociedad civil mexicana ha despertado, ha salido de su letargo. Nos hemos sacudido el oxidado sistema político que había coartado nuestro desarrollo. Hemos enterrado el pacto de Calles. La camisa de fuerza que representaba el viejo control draconiano del PRI, ha sido rota. Las viejas estrategias que se habían establecido para controlar no para prosperar, están enterradas. A veinte años de distancia, tenemos ante nosotros un país nuevo y diferente. Es ahora la gran oportunidad para despegar.
Finalmente el autor asegura que cuando en México se presenten estas siete condiciones que siempre habían sido saboteadas por el establishment priista, será cuando verdaderamente se inicie nuestro desarrollo:
- La creación de un ambiente en el cual la gente espere y reciba un tratamiento justo. Desaparezca la familia revolucionaria. Desaparezca la visible mano del Estado para escoger ganadores y perdedores.
- Un sistema educativo efectivo y accesible: uno que ofrezca herramientas intelectuales y vocacionales básicas; nutra la curiosidad e inquietud intelectual, las facultades criticas, el disentir, y la creatividad; y sobre todo, le de a la gente las herramientas para resolver sus propios problemas, para de esa forma deshacernos de las cadenas del estatismo y la dependencia.
- Un sistema de salud que proteja a la gente de las enfermedades que debilitan su intelecto y matan. Un sistema de salud preventivo que realmente proteja nuestro capital más importante, el capital humano.
- La creación de un ambiente que promueva la experimentación y la crítica. Un ambiente que promueva la formación de exploradores, que promueva la formación de tomadores de riesgos.
- La creación de un ambiente en el que se ayude a la gente a descubrir sus talentos, sus intereses, y conjugarlos con una actividad profesional adecuada que tenga la demanda que sólo los mercados libres producen.
- Mediante la creación de un sistema de incentivos que premie el mérito y los logros, y castigue nepotismo, irresponsabilidad, la dependencia etc.
- La creación de la estabilidad y la continuidad que haga posible el planear el futuro con confianza.
Por Ricardo Valenzuela
Diario de América
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