Con un ecuánime pronunciamiento sobre la reivindicación de la soberanía de los pueblos que contrastó con un duelo televisado de sarcasmos entre presidentes por el aumento de la presencia de Estados Unidos en bases militares colombianas, se cerraron el viernes siete horas de deliberaciones del consejo extraordinario de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) en Argentina.
Una vez que la temperatura emotiva de las intervenciones se enfrió, los mandatarios suramericanos se pusieron de acuerdo para reafirmar que "la presencia de fuerzas militares extranjeras no puede, con sus medios y recursos vinculados a objetivos propios, amenazar la soberanía e integridad de cualquier nación suramericana y en consecuencia la paz y seguridad de la región''.
Una propuesta de Venezuela de crear una comisión para estudiar una iniciativa de paz para Colombia, no fue aprobada. La misma suerte corrieron una moción de Bolivia de prohibir la instalación de bases extranjeras en América Latina y una invitación al presidente Barack Obama para que explique los detalles del desconocido acuerdo entre Estados Unidos y Colombia sobre la utilización de las bases militares del país suramericano.
El presidente colombiano Alvaro Uribe fue el blanco de los ataques y las críticas de la cumbre pero logró eludir una condena regional al acuerdo suscrito por su país con Estados Unidos para la utilización de unas siete bases militares y que fue el motivo central de la cumbre. Los términos del acuerdo son desconocidos.
A punto de negarse a aparecer en la fotografía de rigor con los demás mandatarios como protesta por los ataques, Uribe defendió el convenio argumentando que, en medio de las condolencias y señales de solidaridad que recibe de sus vecinos por el flagelo del narcotráfico, es "una ayuda práctica y eficaz'' en la lucha contra el trasiego de drogas y el terrorismo.
En una de las referencia más directas que ha hecho sobre el intrigante convenio, Uribe aclaró que el alcance de éste se "reduce al tema del narcotráfico y el terrorismo y se reduce al tema territorial de Colombia''.
Uribe invitó al Consejo de Seguridad de Unasur a que estudie el acuerdo.
"No tenemos inconveniente en que vea nuestro acuerdo y en que examine todos los acuerdos militares que tenga la región, entre países de la región y con terceros'', afirmó Uribe.
Pero agregó que en ese examen se deben también tener en cuenta las denuncias de Colombia sobre tráfico de armas, la ubicación de campamentos de grupos terroristas colombianos en otros países y la permanencia de terroristas en otros países.
La delegación de Colombia en la cumbre de Unasur celebró que Uribe hubiera logrado incluir en la declaración final el compromiso de fortalecer la lucha contra el terrorismo y la delincuencia transnacional organizada y sus delitos conexos como el narcotráfico, el tráfico de armas pequeñas y ligeras, así como el rechazo a la presencia o acción de grupos armados al margen de la ley.
"El presidente Alvaro Uribe se anotó un éxito'', editorializó el diario El Tiempo, de Bogotá, que interpretó que la invitación comprometía a la región en la lucha contra la guerrilla y el paramilitarismo.
Los presidentes delegaron en sus ministros de Defensa y cancilleres la tarea de hacerle un seguimiento a la cumbre precisando medidas que fomenten la confianza y la seguridad de la región como complemento de otras disposiciones ya existentes de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Durante este seguimiento, convocado para la segunda semana de septiembre, los ministros deberán además estudiar el documento Estrategia Suramericana. Libro Blanco, Comando de Movilidad Aérea (AMC), que fue presentado por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, como un preocupante plan estratégico de Estados Unidos para aumentar su dominio en la región.
Chávez calificó de "joya'' del documento un fragmento en el que se explica que el Comando Sur ha identificado a Palanquero, Colombia, como una localidad de seguridad a partir de la cual "cerca de la mitad del continente puede cubrirse con un C-17 [avión militar de carga] sin abastecimiento''.
Estados Unidos restó importancia al documento que fue leído por Chávez con suspicacia, interpretando que donde aparecía la palabra "mercancía'', debía entenderse que son armas y donde se hablaba de "personal'', aludía a militares.
Voceros en Washington explicaron que se trata de un informe académico de la Fuerza Aérea sobre planes de emergencia y ayuda humanitaria y en el que se presentan alternativas de transporte y un inventario de las escalas aéreas en todo el mundo.
La cumbre en el hotel Llao Llao de Bariloche fue aprovechada por los presidentes Chávez, Uribe, Rafael Correa, de Ecuador, y Evo Morales, de Bolivia, para lanzarse críticas que reflejan las tensiones con Colombia.
Uribe denunció que los comandantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Iván Márquez y alias Timochenko se encuentran en Venezuela. Chávez no respondió.
Estas digresiones terminaron por impacientar al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien pidió mesura en los comentarios y se quejó de que el evento hubiera sido televisado, según el diario Clarín, de Buenos Aires.
Da Silva interpeló a Uribe para cuestionarlo sobre le efectividad de las bases militares.
"[Uribe] intenta señalar que estas bases ya existen desde 1952. Yo quiero, de manera muy cariñosa, decirle al compañero Uribe que si las bases están establecidas en Colombia desde el 52 y todavía no solucionaron el problema, me parece que debemos repensar qué otras cosas podemos hacer en conjunto para solucionar los problemas''.
Uribe aclaró más tarde que no habló de bases sino de acuerdos con Estados Unidos que se remontan a 1952.
El Nuevo Herald
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