Sobra el talento, la seriedad y la capacidad para manejar un proyecto atómico
La revolución, siempre en plan de modernidad y en concordancia con sus genes temerarios, se apresta a iniciar su propia carrera nuclear. Claro que en este hongo de desarrollo no anda sola. Rusia e Irán serán sus aliados en esta misión que enfrentan los líderes del proceso bolivariano.
Uno de ellos, el multiministro Jesse Chacón, fue enfático al afirmar que Venezuela utilizará su potencia nuclear solamente con fines pacíficos y medicinales. Y adelantó que las investigaciones confirman que la tierra de donde arranca enloquecida la espada de Bolívar, tiene importantes reservas de Uranio. Hay que recordar que la revolución es pacífica, pero armada.
Tenemos Uranio. Tenemos socios expertos como los rusos y los iraníes. Y tenemos un proyecto. ¿Qué falta para entrar en la élite nuclear? Falta el director del plan. Eso es lo de menos. También tenemos grandes reversas de recurso humano en las filas de la revolución. Hay que revisar antecedentes, trayectorias y hojas de vida para tomar decisiones con responsabilidad y buen criterio. No obstante, todos sabemos que para un revolucionario promedio, la energía nuclear es un juego.
Hay varios candidatos para asumir tamaña responsabilidad.
El militar que dijo, como todo un ingeniero, que "este viaducto no se cae" mientras descalificaba a todos los agoreros que pronosticaban lo contrario, es un candidato con mucho chance si se considera que más adelante dirigió la demolición de los tuquitos que quedaron con un éxito espectacular.
Otro con chance es el también militar responsable de la vialidad nacional. No hay en el mundo alguien capaz de construir tantos huecos en tan poco tiempo. Tiene un fuerte rival en el diseñador de la huecamentazón que adornan las calles y avenidas de Caracas. Pero hay más. El visionario que ejecuta el plan eléctrico nacional es fuerte aspirante al cargo atómico. No obstante, al militar responsable de la red hospitalaria nacional le roncan los motores. Sin embargo, hay que tomar muy en cuenta al diseñador de la política agraria especialmente en la parte que garantiza la soberanía alimentaria.
Si algo tenemos de sobra es gente capaz y responsable para asuntos tan facilones como la energía nuclear. Hay uno que está sobrado: el excelso militar que pensó y promovió el eje de desarrollo Apure-Orinoco, el gasoducto del sur, los gallineros verticales, los huertos organopónicos, los circos callejeros, las cooperativas, la consolidación de las empresas de Guayana, las guerras contra Colombia. Todos los demás aspirantes, a pesar de sus potencialidades, serán eternos segundones. El hombre que ha logrado la hazaña de desaparecer 900 mil millones de dólares sin que quede ni siquiera una parada de autobús es un tiro al piso. Si acaso habrá que tomar en cuenta al militar que aseguró que aquí no temblaría otra vez en 1.000 años.
Elides J. Rojas L
El Universal
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