domingo, 28 de diciembre de 2008

La montaña rusa del petróleo

Plataforma petrolífera en el golfo de México


La ralentización económica mundial hace caer el precio del crudo de 146 a 44 dólares en seis meses



En un año de noticias catastróficas en el terreno económico, el contribuyente ha ido a encontrar consuelo para su bolsillo en un lugar inusual: la gasolinera. Llenar el depósito cuesta hoy en Sevilla, Vigo o Tarragona dos terceras partes de lo que costaba hace unos meses: el litro de gasolina de 95 octanos, cuyo precio rondaba los 1,30 euros con los calores del verano, vale ahora 86 céntimos en las estaciones de servicio.

¿Qué ha pasado? Que los precios del petróleo, del gas y de otras materias primas han bajado drásticamente en la segunda mitad del ejercicio a causa del rápido deterioro de la economía mundial y de la consiguiente caída de la demanda. Si el crudo tardó cuatro años en subir de los 35 dólares por barril que costaba en 2004 hasta los 146 dólares de julio de este año, han bastado seis meses para desandar casi todo el camino. "La demanda se ha desplomado con una virulencia que jamás habíamos visto", afirma Álvaro Mazarrasa, director general de la Asociación de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP).

El sector va a tardar un tiempo en amortiguar el choque. La sed de combustible de grandes países emergentes como China e India, uno de los principales motores de la subida de los últimos años, está apagándose. Y a pesar de que la caída de precios ha sido mucho mayor que en Europa, los automovilistas estadounidenses -habituados a quemar combustible como nadie en el mundo- están dejando el coche en el garaje con más frecuencia que antes.

Según los cálculos más optimistas de la industria, durante el año que ahora acaba se habrán vendido 86 millones de barriles de crudo menos que en 2007. Los más pesimistas llevan esa caída hasta los 300.000 barriles y vaticinan que 2009 será todavía peor: hasta 500.000 barriles menos que en 2008. Para colmo, los inventarios en los países industrializados han crecido en los últimos meses; ahora cuentan con el equivalente a 57 días de consumo, en lugar de los 52 que serían normales en esta época del año.

Un detalle positivo: el menor coste de los combustibles ha permitido controlar una inflación que hasta el verano estaba desbocada. En plena marejada financiera, el barril de petróleo a 44 dólares supone un alivio para los bancos centrales, que pueden rebajar al mínimo los tipos de interés para revitalizar la economía sin temor de provocar un repunte inflacionario. La política de contención de precios -una obsesión del Banco Central Europeo- es cosa del pasado.

Ni siquiera una rebaja en la producción -la herramienta habitual con que los países petroleros tratan de subir los precios- ha podido frenar la caída. La OPEP anunció la semana pasada un recorte de 2,2 millones de barriles por día y avisó de que está dispuesta a producir aún menos si lo estima necesario. Es el tercer recorte desde septiembre y rebajará el suministro de los miembros de la OPEP hasta 24.845 millones de barriles diarios. En total, los países de la organización han rebajado la producción unos 4,2 millones de barriles diarios en los últimos cuatro meses.

Por ahora, el resultado de esas medidas ha sido nulo. Los analistas subrayan que los recortes de producción, si llegan a producirse, ya no son un factor fundamental, y que lo más importante ahora para que suba el precio del petróleo -y de los metales, de los productos agrícolas y de otras materias primas- es que la economía mundial levante cabeza.

"Dada la actual volatilidad de los mercados y con los vencimientos de futuros cercanos, las reacciones son absolutamente impredecibles", señala Francisco López Ollé, analista de la firma X-Trade Brokers. "La reacción del mercado a estos recortes la debemos buscar en el medio plazo". Mazarrasa, de la AOP, cree que mientras no se ajusten los inventarios y aumente la demanda mundial, será muy difícil que el precio del petróleo se recupere.

Dos de los efectos más negativos del desplome de los precios son la suspensión de proyectos de exploración y refino y la creciente dificultad a la que se enfrentan los responsables de las compañías del sector a la hora de planificar sus inversiones. Nuevos yacimientos en África van a quedarse sin explorar y hasta Arabia Saudí se ha visto obligada a aplazar la construcción de dos refinerías.

El mercado del petróleo es cíclico: cuando el precio está alto, las empresas tienen grandes beneficios e invierten en nuevos proyectos; cuando está bajo, caen los beneficios y, con ello, las inversiones. Pero en esta ocasión, resaltan los expertos, la situación es especialmente grave.

El ministro saudí de Petróleo, Alí al Naimi, declaró la semana pasada en una conferencia pronunciada en Londres que el barril debe valer como mínimo 75 dólares para hacer rentables las inversiones en producción de crudo y las investigaciones sobre fuentes alternativas. "Los precios actuales pueden sumir en el caos a la industria y amenazan las actuales inversiones", dijo.

Las empresas, especialmente aquellas con un fuerte peso de la producción en su actividad, van a notar enormemente el impacto en su cuenta de resultados, así como países como Irán, Rusia o Venezuela, muy dependientes de los ingresos por la venta de petróleo.

También han caído con fuerza los precios del gas, y sus productores han comenzado a movilizarse para contrarrestar los efectos de la caída de la demanda. Reunidos en Moscú, los ministros de energía de los países gasistas -entre ellos, Argelia, Irán, Libia y Rusia- acordaron el martes crear una organización permanente, con sede en Doha, a imagen de la OPEP.

Las fuentes de energía alternativas pueden ser otra víctima de los bajos precios del crudo, que han puesto en duda la viabilidad de las inversiones en energía nuclear, solar y eólica. Y muchos consumidores y empresas pueden perder incentivos para utilizar de manera más eficiente los combustibles fósiles.

El debate energético cambiará radicalmente si la situación se prolonga. Si el Gobierno de Barack Obama fomenta el uso de vehículos híbridos, como es su intención, no va a tener más remedio que destinar grandes cantidades de dinero a financiarlo, con el consiguiente desvío de fondos tan necesarios para otros fines en los tiempos que corren. -


El País, España

http://www.elpais.com/articulo/semana/montana/rusa/petroleo/elppgl/20081228elpneglse_5/Tes

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