sábado, 26 de enero de 2008

El síndrome Chávez vs. Uribe


A pesar de que físicamente Chávez luce frente a Uribe como un luchador japonés...



Desde que Chávez redobló la procacidad de sus insultos, la serena reacción de Uribe lo ha exacerbado

La serie de desaciertos que han seguido a la derrota del 2-D, una diplomacia pendenciera desbocada y una economía fuera de control que combina lo peor del capitalismo con lo peor del socialismo son factores que deberían obligar a la oposición a reevaluar la propuesta del general Raúl Baduel de convocar a una Asamblea Constitucional para impedir el caos y que la voluntad expresada en el referendo sea desconocida.

Si la geografía y el ambiente tienen que ver con el desarrollo de la personalidad, los mejores ejemplos son Álvaro Uribe y Hugo Chávez. Uno creció en las frías montañas andinas de Colombia y el otro en el calenturiento llano de Venezuela.

Chávez formado en la Academia Militar, en donde, antes de aprender a obedecer, como aconseja el adagio, comenzó a ordenar. Las fuentes de la experiencia de Uribe, en contraste, fueron las luchas civiles y tránsitos en dos templos del saber y el conocimiento: Harvard y Oxford.

Hijo de hacendados acomodados y destacado estudiante, Uribe fue becado en gran parte de sus estudios superiores. Su padre fue asesinado por las FARC en 1983 en medio de un intento de secuestro sin que esto lo haya inhabilitado emocionalmente para enfrentar o negociar con grupos violentos.

Chávez se levantó en un pueblo de provincia llanero en medio de una familia cristiana militante de uno de los partidos del estatus, organización que más tarde fue objeto de despiadados ataques de Chávez como candidato y más tarde como Presidente.

Frente a frente

El combate intelectual es pues desigual. Aparte de su grado militar y la administración de una cooperativa militar en Elorza, Chávez llegó a la política sin experiencia y sin haber visto el mundo más allá de los malecones de La Guaira.

Uribe concentró sus estudios de postgrado en administración y gerencia. Fue director de activos del instituto Empresas Públicas de Medellín, secretario general del Ministerio del Trabajo, director de Aviación Civil, alcalde de Medellín, gobernador del Departamento de Antioquia y durante dos períodos constitucionales senador de la República. Estas diferencias pueden explicar de alguna manera la conducta de ambos.

A pesar de que físicamente Chávez luce frente a Uribe como un luchador japonés de sumo enfrentándose a un peso pluma, las desventajas políticas del llanero venezolano son obvias y la actual confrontación sólo ha servido para ponerlas de relieve.

Desde que Chávez redobló la procacidad de sus insultos, la serena reacción de Uribe lo ha exacerbado. Negarse a responder los insultos, como señaló Uribe desde París “para no ofender al pueblo venezolano”, demuestra su habilidad en el uso del estilete florentino.

Uribe es un maestro en el arte de la provocación y con frecuencia obliga a Chávez mostrar el lado oscuro de sus interioridades. Aprovechar o propiciar las visitas del jefe de la cúpula militar de EE UU, almirante Michael Mullen y del zar de la droga, John Walters, para que acusaran a Chávez, ante el mundo, de “facilitador” del narcotráfico, fueron dos movimientos de Uribe dignos de Bob Fisher, el recientemente fallecido maestro del ajedrez.

Lástima que Chávez no haya respondido como su histórico rival, el ruso Boris Spassky. Se habría aproximado al “ranking” pero, lamentablemente, no fue el caso. Ayer jueves fue el turno de Condoleezza Rice para visitar a Colombia y solidarizarse con Uribe.

La “lógica”

Cada vez que el presidente Chávez incurre en esos épicos errores garrafales en las relaciones con Colombia, algunos especulan sobre una supuesta “astucia” que busca galvanizar la opinión pública venezolana para encubrir la trágica crisis política y económica que vive Venezuela.

En realidad podría tratarse más bien de síntomas característicos de una conducta que se origina en determinadas circunstancias, especialmente cuando se siente acorralado y que podríamos llamar el síndrome Chávez vs. Uribe.

Los sondeos de opinión señalan que el venezolano común y corriente está cada vez más fatigado de esta permanente confrontación de modo que no sería raro que en una “escaramuza patriotera” como la que se espera de Chávez, el favorecido sea Uribe.

Inevitablemente el país se desliza en 2008 hacia realidad más dramática, agravada por una economía fuera de control, que si bien hace del presidente Chávez un gobernante muy vulnerable, también es cierto que lo hace, como hemos visto, peligrosamente persistente en su ambición de reelegirse de por vida.

Ante esta delicada circunstancia la oposición debería reevaluar la propuesta del general Raúl Baduel acerca de convocar una nueva Asamblea Constituyente que bien pudiera precisar algunos principios vagos o ambiguos de la vigente Constitución y anticiparse a la declarada decisión de Chávez de desconocer la voluntad expresada en el referendo e insistir en ese modelo caótico que combina lo peor del capitalismo con lo peor del socialismo.

El propio proponente Baduel, que sabe lo que dice, advirtió que no se debería hablar “de reconciliación como un mero discurso demagógico para ganar tiempo y hacer campaña”. “Todavía la amenaza no ha culminado” recordó esta semana mientras sectores de la oposición celebraban un “acuerdo unitario” para los próximos comicios de octubre.

Por Orlando Ochoa Terán

http://www.diariodeamerica.com/front_nota_detalle.php?id_noticia=3190

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