martes, 22 de enero de 2008

Un “pico” en la inflación global pone al mundo en alerta




Ahora que los Estados Unidos amenazan con entrar en recesión, el mundo entero comienza a preocuparse por las poco alentadoras perspectivas de una ola de inflación global. Apenas ayer, los primeros “estornudos” del coloso se hicieron sentir en las bolsas del planeta. Las economías mundiales están a la expectativa mientras los consumidores notan el alza en el costo de la vida y temen un futuro más complicado.

En los EEUU, el alza en los precios fue del 4.1% mientras en la zona euro alcanzó el 3.5%; en China, la inflación del 6.9% ha sido la más alta en 11 años. The Economist analiza el reciente fenómeno de inflación global para determinar su origen y posibles consecuencias.

El pico es suficientemente amplio como para plantear preguntas extrañas. Con cada vez mayor número de señales, desde la debilidad de las ventas al detal al desempleo en aumento, y señalando hacia una recesión estadounidense, ¿está el mundo destinado a una epidemia de estanflación? ¿Y podrán las presiones sobre los precios restringir la relajación de la política monetaria que prometen los banqueros centrales de los EEUU?

Las respuestas dependen de lo que ha estado empujando a la inflación hacia arriba, y de si esas presiones persistirán a pesar de la desaceleración de las economías. A fin de cuentas, la inflación es un fenómeno monetario, por lo que la responsabilidad recae en los banqueros centrales.

Los pesimistas señalan que las condiciones monetarias han sido flojas en los últimos años, con tasas bajas de interés real y rápido crecimiento del crédito, especialmente en las economías emergentes. Otros se preocupan porque la tarea de los bancos centrales se ha vuelto más difícil ahora que la globalización ha dejado de ser un fenómeno anti-inflacionario para convertirse en inflacionario. La presión a la baja de precios proveniente de los productos chinos baratos puede debilitarse mientras la creciente demanda mundial por los recursos puede empujar continuamente los precios de las mercancías básicas hacia el alza.

Hay algo de verdad en estos argumentos, pero ninguno ofrece una explicación completa de las tendencias recientes de los precios. En algunas economías emergentes, la laxitud monetaria está alimentando evidentemente a la inflación. En los estados del Golfo (Arabia Saudí, Irán, Kuwait, Omán, Qatar y los EAU), por ejemplo, como consecuencia directa de los controles de cambio sobre el dólar.

Pero en el resto del planeta, la imagen es menos clara. Por ejemplo, en China, donde el temor a la intranquilidad social han hecho de la inflación una de las preocupaciones prioritarias del gobierno, y lo han llevado a imponer controles de precios en la pasada semana. La acumulación de vastas reservas en el extranjero han impulsado el crecimiento doméstico del dinero, y la tasa de inflación se ha triplicado en el año que pasó. Pero esa alza se debe casi por completo al salto en los precios de los alimentos, particularmente del cerdo. El núcleo inflacionario (que excluye la comida pero incluye el petróleo) está apenas alrededor del 1.4%. La enfermedad del cerdo tiene más culpa de la reciente inflación en China que las políticas del gobierno. Y lo que es más, las condiciones monetarias en China están siendo restringidas rápidamente.

Según la publicación financiera, no es China y su creciente economía lo que se esconde detrás de la presión inflacionaria global, a pesar de que para los norteamericanos el precio de sus importaciones desde China ha subido por primera vez en varios años. Esto se debe no a que los productos sean más caros de producir en el gigante asiático, sino a la creciente debilidad de dólar. Y en otras economías, es posible que los productos chinos puedan todavía ayudar a restringir la inflación pues siguen siendo más baratos y tienen un mayor segmento del mercado que sus equivalentes locales.

La clave parece estar en las materias primas o commodities: sus precios se ha disparado en el último año. El índice global de The Economist revela que los precios de la comida han subido un 50%, y el petróleo más de 80%, en los últimos 12 meses. Y las economías emergentes de India y China están consumiendo vorazmente materias primas y energía. Solamente China, por ejemplo, es responsable del 20% del aumento de la demanda global de crudo.

Estas economías emergentes pueden cambiar el balance entre los precios internacionales de las materias primas y la economía de los Estados Unidos. Anteriormente, una recesión en los EEUU (y su consiguiente disminución del consumo) empujaba hacia la baja el precio de los commodities y del combustible; esta vez podría no ser así.

No hay que ser, de todos modos, demasiado pesimista - The Economist explica que la recesión en EEUU impediría a estas economías seguir creciendo tan rápido, y que precios tan altos de las materias primas promoverán una mayor oferta de las mismas, estabilizando el precio en el largo plazo. No necesariamente caerán sus precios, pero al menos la tasa de crecimiento de los precios será más baja.

El problema mayor podría estar entonces en las expectativas que tendrán comerciantes, trabajadores y empresas acerca de la inflación. Si éstos esperan una larga y sostenida inflación, ajustarán precios y salarios en consecuencia, haciendo más duradero el efecto inflacionario de los altos precios de las materias primas.

Tanto el Banco Central Europeo (BCE) como la Reserva Federal americana han tomado medidas para evitar una posible espiral inflacionaria. El BCE ha amenazado con subir las tasas de interés como respuesta a las exigencias de mayores salarios por parte de los sindicatos obreros en Europa, mientras el Fed trabaja en fortalecer la economía norteamericana - la economía débil plantea un riesgo mayor para los EEUU que la inflación en sí, dice The Economist - rebajando las tasas de interés. Tanto en Europa como en los EEUU, sin embargo, todo parece indicar que los inversionistas tienen confianza en que la inflación será estable en los próximos cinco años, aunque los consumidores crean exactamente lo contrario.

Los norteamericanos deben preocuparse ahora no de este pico en los precios de commodities, sino en la grave amenaza inflacionaria de un dólar debilitado, que obligaría al Fed a tomar la decisión de endurecer las tasas de interés a pesar de la debilidad económica.

Via The Economist.

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