Los dos hombres en el centro de un escándalo internacional alrededor de una maleta llena de dinero en efectivo han pasado semanas afrontando un tribunal federal del downtown de Miami mientras equipos de abogados discuten sobre cuál de ellos está diciendo la verdad.
En otra época, sin embargo, ambos -el testigo estelar Guido Alejandro Antonini y el acusado Fran- klin Durán- compartían su tiempo en actividades más agradables: bautizando hijos, viajando en lujosos carros o pasando vacaciones familiares en Europa.
Los testimonios de la corte y conversaciones grabadas que se han presentado en el juicio -ahora en su sexta semana- describen el cuadro de dos hombres con profundos vínculos personales y financieros, que incluyen relaciones familiares, cuentas bancarias y conexiones políticas. Con el tiempo, sin embargo, su relación ha naufragado en la traición.
Antonini es un empresario venezolano y residente de Key Biscayne que desató una tormenta internacional cuando fue descubierto tratando de pasar una maleta con $800,000 por la aduana del aeropuerto de Buenos Aires en agosto del 2007.
Durán es uno de los cinco hombres acusados de tratar ilegalmente de mantener a Antonini en silencio respecto al origen del dinero que, según la fiscalía, era una contribución del gobierno de Hugo Chávez en Venezuela a la campaña presidencial de Cristina Fernández de Kirchner en la Argentina, un cargo que los mandatarios niegan.
Aunque el testimonio de Antonini ha terminado, las pruebas que ha reunido contra su antiguo amigo han sido de las más dañinas del juicio.
Durán y Antonini fueron grandes amigos. Antonini tenía acceso a los códigos de seguridad de la casa de Durán y, ocasionalmente, tomaba prestados algunos de sus lujosos carros. Durán es el padrino de la pequeña hija de Antonini.
Al final, su amistad sucumbió a las duras presio
nes de tres gobiernos y los medios internacionales de comunicación.
Las transcripciones muestran que Durán instó a Antonini a seguir los deseos del gobierno venezolano y no hablar del dinero aunque el abogado de Durán alega que sólo estaba aconsejando a un amigo que se hallaba en una difícil situación legal.
Durante todo el tiempo, Durán no estaba consciente de que su viejo amigo ya lo había traicionado al estar de acuerdo en usar una grabadora para el gobierno de EE.UU.
Los fiscales de EE.UU han acusado a Durán, junto con otros cuatro, de actuar como agentes extranjeros no inscritos en una confabulación para silenciar a Antonini. Durán fue arrestado junto con Moisés Maionica, Rodolfo Edgardo Wanseele Paciello y su amigo y socio de negocios Carlos Kauffman. Los tres se confesaron culpables. Maoinica y Kauffman testimoniaron en el juicio contra Durán, que afronta hasta 10 años de prisión.
El abogado de Durán, Ed Shohat, ha dicho que el caso tiene motivaciones políticas pero el juez no le ha permitido presentar ese argumento en el juicio.
Durante días, los dos hombres estuvieron sentados en lugares opuestos del salón. Ambos se enriquecieron bajo el régimen de Hugo Chávez. Ambos son dueños de costosas propiedades en Key Biscayne. Se les veía frecuentemente manejando una flotilla de carros exóticos.
Antonini "era un tipo ordinario y súbitamente estaba andando en Ferraris'', comentó Ken Rijock, un experto en delitos financieros internacionales que vivía en la misma área de Antonini y que ha hecho amplias investigaciones sobre los nuevos millonarios venezolanos surgidos bajo Chávez. "El y Durán eran como fantasmas por aquí, participaban muy poco en la comunidad y hablaban muy poco sobre sus
negocios''.
Según una conversación grabada entre Antonini y Maionica, la amistad entre Antonini y Durán surgió por mutua simpatía.
Antonini contó que alrededor de 1990 Durán estaba saliendo con la hija de un socio de negocios de Antonini. El padre no simpatizaba con Durán porque era el "novio pobre''. Antonini invitó a Durán a quedarse en su casa en la Colonia Tovar, un pueblo en las afueras de Caracas.
"No tenía ni plata, era un carajito de m...", dice Antonini en la grabación.
Años después fue Durán quien le dio una mano a Antonini. En 2004 Antonini puso en venta un fino reloj de pulsera para tratar de sobrevivir a la pésima situación económica que atravesaba en Miami, según documentos de la defensa. Durán le dijo que conservara el reloj y le entregó un dinero para que comenzara un negocio. A los dos años los ingresos declarados por Antonini en Estados Unidos llegaron a $2.9 millones.
La amistad se empezó a deteriorar antes del escán
dalo de la valija. En una conversación con un amigo común, el piloto Wladimir Abad, Antonini comentó que Durán no quería que él tuviera éxito en los negocios. Se refería en particular a una discusión por unos dineros en la compra de casas prefabricadas para sectores populares de Venezuela, una transaccione en la que Antonini intervino y ganó una comisión.
Mientras interrogaba a Antonini, el abogado de Durán se esforzó por mostrar las estrechas relaciones existentes entre éste y Durán.
Subrayó que Antonini podía firmar en las cuentas de Durán, que manejaba los carros de Durán y que Durán confiaba en él para crear las compañías americanas a través de las que administraba su imperio financiero.
Pero Antonini dijo que él frecuentemente usaba ese acceso para cumplir tareas para su amigo: pagar sus cuentas, recoger su correo o garantizar el arreglo y cuidado de sus carros.
"Alejandro -casi nadie lo llama Guido- es como un gordo buena gente, el tipo que uno manda a hacer cosas des
agradables y que nunca dice que no'', dijo un conocido de Antonini que no quiso ser identificado.
Durán y sus amigos le decían "Gordo'' a Antonini, de manera afectuosa, cuando hablaban de él en las muchas conversaciones grabadas por el FBI.
Antonini viene de La Victoria, una pequeña ciudad entre las montañas al suroeste de Caracas.
"‘Los Antoninis era una familia de buena posición'', comentó Maylin Silva, una activista venezolana que vive en el sur de la Florida y cuya familia es de La Victoria. ‘‘Mi madre siempre hablaba de "qué gente tan decente'' aunque ahora me pregunto si ahora no estaría diciendo ‘aunque no tan decente como eran antes' ''.
Durán tiene orígenes más humildes. Se crió en el barrio obrero de Carrizal en las afueras de Caracas. Asistió a un colegio vocacional, donde consiguió un título de mecánico.
Se especializó en carros de carreras y fue a través de esa afición que conoció al influyente negociante que lanzaría su carrera empresarial. Hizo
su primer negocio, una venta de equipos electrónicos a una tienda por departamentos, gracias a un préstamo respaldado por uno de esos contactos.
Su primer impulsor, Omar Camero dueño de la cadena Televen, lo presentó ante el hombre que se convertiría en su mentor, Ran Cohen.
"Camero me dijo, ‘este muchacho tiene pocos recursos pero tiene un gran pontencial', recordo Cohen quien declaró en el juicio en favor de Durán. "Y yo probé que era cierto'', agregó.
Aunque Durán y Kauffman no eran activistas políticos de plaza, se les conocía como aliados de la revolución socialista de Chávez, y desarrollaron una lucrativa relación con su gobierno consiguiendo contratos de productos petroquímicos, de construcción y armas.
Un elocuente símbolo de esa combinación de política y éxito empresarial es una calcomanía de promoción del gobierno chavista que Durán llevaba en su Ferrari de carreras. El adhesivo decía: "Venezuela ahora es de todos''. Durán construyó una fortuna personal estimada en $100 millones.
Kauffman testificó que la mayor parte de su éxito financiero se construyó sobre un sistema de corrupción y sobornos.
En mociones ante la corte, Shohat calificó las alegaciones de "difamatorias'' y "calculadas para calumniar tanto al señor Durán como al gobierno venezolano''.
Otros que han hecho negocios con Durán defendieron sus motivos y su ética.
"La gente piensa que porque es parte del jet set y sale con bellas mujeres no es una persona responsable'', dijo Alfredo D'Ascolin, abogado del gobernador de un estado de Venezuela al que Durán vendió armas. "Pero es un exitoso profesional que cree en la política del gobierno (venezolano). Eso no lo hace un agente del gobierno''.
Durán y Kauffman frecuentemente usaban la palabra ‘‘leche'' o una versión de la misma en los nombres de sus empresas - incluyendo una que listaba a Antonini como vicepresidente. "Tener buena leche'' significa tener suerte.
Kauffman afronta un futuro difícil. Ha pasado los últimos 10 meses en la cárcel y el gobierno de Venezuela ha confiscado sus activos. Antonini se ha visto desarraigado de su antigua vida y ahora vive en un lugar no identificado, afrontando una orden de extradición de Argentina y la infamia de ser la estrella del ‘‘Valijagate''.
No parece haberles quedado mucha suerte.
El jurado tendrá que responder si a Durán le queda alguna.
El Nuevo Herald
http://www.elnuevoherald.com/noticias/sur-de-la-florida/story/301173.html
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