Las recientes críticas públicas que hizo el general Raúl Baduel a la administración del presidente Hugo Chávez, es sólo una de las aristas visibles del creciente malestar en amplios segmentos de las fuerzas armadas venezolanas que rechazan la radicalización de la revolución bolivariana. Lo cuenta hoy un reportaje de Casto Ocando en “El Nuevo Herald“.
Entre las señales más llamativas, expertos militares y analistas citan la pronunciada indisciplina entre oficiales subalternos, la profusión de panfletos y grafiti con mensajes críticos distribuidos en las guarniciones, así como la resistencia velada de altos oficiales para cumplir órdenes presidenciales. Según esos observadores, la insatisfacción podría crecer si se aprueba el paquete de reformas constitucionales impulsado por Chávez.
Una de las manifestaciones más reveladoras del descontento es un episodio poco conocido: una silenciosa rebelión de cabos de la Guardia Nacional (GN) que obligó al presidente a cambiar su propuesta inicial de reforma, en la que ese componente militar quedaba debilitado ante la posibilidad de distribuir sus miembros entre las otras fuerzas.
”El anuncio de la reforma constitucional prácticamente eliminando la GN generó un tremendo malestar en la fuerza”, afirmó a El Nuevo Herald un coronel en activo que pidió el anonimato por razones de seguridad. ”Inmediatamente comenzó una campaña de correos electrónicos, entre ellos de muchos oficiales del ejército, en defensa de la guardia”, agregó.
Según la versión del oficial, confirmada por dos fuentes independientes, unos 5,000 cabos de la GN, que tienen influencia sobre un contingente de 20,000 hombres armados, se opusieron enérgicamente al artículo incluido en la propuesta de reforma, que fue interpretado como una virtual eliminación del cuerpo militar, con 70 años de antigüedad.
”Funcionalmente, la GN ha sido eliminada”, declaró el general Enrique Prieto Silva, ex jefe de operaciones del organismo que agrupa a unos 40,000 hombres, al día siguiente de que la reforma constitucional fuera presentada en la Asamblea Nacional, el 16 de agosto pasado. Prieto Silva calificó el artículo de ”peligroso”, y advirtió que “pudiera generar una situación de desobediencia en la tropa profesional del componente”.
La situación se agravó dos semanas después del anuncio presidencial, cuando una comisión del ejército se presentó en el comando logístico de la GN en Caracas ”y se llevó todos los archivos de la administración, como un primer paso para eliminar el componente”, aseguró otro coronel, en retiro, familiarizado con el incidente.
Paralelamente, una segunda comisión militar, esta vez del Servicio de Armamentos del Ministerio de la Defensa, anunció su intención de recoger todas las armas largas y los morteros en posesión de la GN.
La intensidad de los rumores de descontento obligó al general Fredys Alonzo Carrión, el comandante supremo del organismo, a iniciar una gira nacional para explicar los alcances de la reforma.
”Algunos agentes internos [miembros de] a la institución han intentado generar confusión, generar desconfianza entre el conglomerado de la Guardia Nacional, y de inmediato procedimos a visitar todas las unidades, todos los comandos”, declaró el 19 de agosto el general Carrión.
”El descontento era particularmente notable en los comandos regionales de [los estados] Zulia, Táchira, Carabobo y Distrito Federal, que son los más grandes y agrupan entre 20,000 y 25,000 hombres”, afirmó el coronel retirado.
Cuando visitó la comandancia de la GN en Caracas, la última parada de su gira, el comandante Carrión se reunió con un grupo de cabos con un promedio de 12 años de experiencia. ”Se encontró con la novedad de que los propios cabos comenzaron a criticarlo abiertamente”, aseguró el coronel en activo. ‘Y le advirtieron que no sólo iban a defender a la institución de una potencial eliminación constitucional, sino que [también] lucharían hasta la muerte `si vienen a quitarnos las armas [pesadas]’ ”.
El coronel en activo explicó que los cabos de la GN en las guarniciones de Distrito Federal, Zulia, Táchira y Carabobo habían acordado declararse en rebeldía si la comisión del Ejército intentaba desarmar los comandos regionales. ”Esa situación hizo que el comandante convocara una reunión del estado mayor de la GN, y decidieron hablar con el general Gustavo Rangel Briceño, el ministro de la Defensa. El ministro habló con Chávez y éste se retractó de su intención de eliminar la Guardia”, detalló el oficial familiarizado con el episodio.
”Chávez dio un paso atrás con la Guardia Nacional’‘, opinó Aníbal Romero, un politólogo de la Universidad Metropolitana de Caracas y profesor durante más de dos décadas en el Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional, donde se forma la oficialidad venezolana. ”Chávez sintió la protesta y el rechazo de la Guardia Nacional a sus planes de cambiarla a una guardia territorial”, agregó.
El académico, actualmente profesor invitado del Centro de Política Hemisférica de la Universidad de Miami, confirmó la versión del incidente de los cabos en agosto pasado, e indicó que la propuesta de eliminar la GN fue presentada porque ”Chávez la percibe como una amenaza”, en buena parte por el papel que el componente armado desempeñó para contener el fracasado golpe del 4 de febrero de 1992, liderado en ese entonces por el ahora mandatario venezolano.
En otro episodio ilustrativo del descontento militar, descrito a El Nuevo Herald por el oficial activo, el comandante de una importante guarnición militar desobedeció una orden impartida por Chávez, que le exigía entrenar un numeroso grupo de reservistas en tácticas militares y que fuesen alojados en los mismos recintos de tropa de la guarnición. “Eran muchachos de los círculos bolivarianos de Caracas, pero el comandante general no confiaba en ellos y terminó aislándolos en un galpón para que no tuvieran contacto con los militares, contraviniendo órdenes expresas del presidente”.
La indisciplina entre los oficiales subalternos (capitanes, tenientes y subtenientes) ha ido in crescendo, relataron las fuentes. ”Es una indisciplina que surge cuando ven el estilo de vida de carros lujosos y grandes casas de los generales, pese a que sólo ganan 2.7 millones de bolívares ($1,255 al cambio oficial) mensuales. Se dan cuenta de que hay una corrupción descarada”, indicó el coronel en activo.
El profesor Romero aseguró que el descontento tiene en los baños de las guarniciones uno de sus escenarios más activos, con la profusión de panfletos y grafitos con mensajes críticos. ”Las fuerzas cubanas de seguridad están poniendo cámaras en los baños”, precisó Romero citando fuentes militares. En Fuerte Tiuna, la mayor de las guarniciones militares del país, ”la repartición de panfletos críticos está generalizada”, acotó.
Los temas de la reforma que más incomodan a los militares, según Romero, son la reelección indefinida, los ataques a la propiedad privada y la posible confederación con Cuba. ”Son tres puntos neurálgicos para los militares venezolanos, porque los oficiales venezolanos no son comunistas”, aseguró.
Orlando Ochoa Terán, un analista de seguridad y defensa basado en Pompano Beach, comentó a El Nuevo Herald: “Si se colocan en perspectiva todos estos síntomas de disenso y perturbación de los últimos meses en la fuerza armada venezolana, y se añade la explosiva declaración del general ex ministro de Defensa Raúl Baduel, nos encontramos con un ambiente inflamable que puede conducir a situaciones de hecho”.
Ochoa citó el más reciente análisis del consultor ideológico de Chávez, el profesor Heinz Dieterich, de la Universidad Nacional Autónoma de México, en el cual afirmó que el pronunciamiento de Baduel “ha abierto una fase de incertidumbre que podría tener graves consecuencias para el proyecto popular venezolano”.
En una artículo titulado Impedir el colapso del proyecto popular, publicado el pasado 8 de noviembre en la página www.rebelion.org, Dieterich alertó que la proclama de Baduel ”inicia una guerra sin cuartel” contra el proyecto chavista, e introduce al país ”en una fase de incertidumbre”, con la posibilidad de una derrota electoral.
‘Con el peligro de una derrota, absoluta o relativa del `sí’, se abre nuevamente una fase tendencialmente caótica en Venezuela que en pocos años podría terminar con el gobierno de Hugo Chávez”, advirtió el llamado ideólogo del presidente.
Para Ochoa, “esta descripción de los hechos abre la posibilidad de cualquier salida, incluso la menos deseable: una rebelión militar”.
El ex general de la GN Luis Alberto Camacho Kairús, quien fuera el viceministro de Seguridad Ciudadana de Chávez durante el alzamiento militar del 11 de abril del 2002 y ahora vive en Miami, declaró que Chávez ya no puede contar con un respaldo monolítico de la fuerza armada para asegurar su poder, como lo hizo Baduel en el 2002.
”El militar venezolano no está dipuesto a morir por ningún político, ni por Chávez ni por ningún otro. Está dispuesto a defender su país, el Estado venezolano, pero no a un gobierno”, subrayó Camacho Kairús. “Y mucho menos están dispuestos a morir por los bolivianos o los iraníes”.
Casto Ocando - El Nuevo Herald
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