Creo un deber votar este 2 de diciembre. Naturalmente en contra de una flagrante y manifiesta violación constitucional. Incluso sabiendo que el fraude es la tentación inmediata del régimen, que administra y controla de manera inconstitucional nuestros procesos electorales. Lo dice Antonio Sánchez en su columna de hoy.
Esta es su columna completa:
No es cierto que los principios morales no pesen ante un acto eminentemente político como lo es un proceso electoral. Quien divorcie la política de la moral, o engavete los principios éticos y morales en el cajón de sastre de sus frases ornamentales no merece el nombre de político. Por lo menos de esa política con mayúscula, de la que decía Salvador Allende – y estemos de acuerdo o en desacuerdo con sus ejecutorias es innegable que trató de ceñirse a ese principio hasta en el momento de expirar, por propia voluntad, su último suspiro -:“Un POLÍTICO con mayúsculas, es alguien que aspira a convertirse en un HOMBRE con mayúsculas, que lucha por una CAUSA con mayúsculas, en aras de una PATRIA con mayúsculas”.
Por eso, porque creo en la causa de la Venezuela del futuro – plural y libertaria, múltiple y solidaria, justa e igualitaria, moderna y próspera, en una palabra: de todos y para todos -, porque aspiro a que acepte mi modesto aporte para convertirla en una PATRIA con mayúscula, es que iré a votar por el NO, este 2 de diciembre. Y no lo haré porque crea que así limpio mi conciencia y pueda dormir tranquilo. Ni porque sostenga la ingenua y fatal arrogancioa de creer que así, este mismo 2 de diciembre, se resolverán como por encanto todos los problemas nacionales. Muy por el contrario: lo haré porque creo contribuir así a que salgan a la luz pública y se hagan carne de la conciencia mundial. Lo haré porque creo que votando contribuyo a engrosar el caudal de los demócratas que aspiramos a ponerle un fin a un régimen oprobioso, cumpliendo con un deber que me reconoce y garantiza la constitución vigente. Y porque de burlarse – una vez más – mi voluntad ciudadana, lucharé por hacer explícita esa burla, exigiendo el fin de este gobierno forajido que violando el voto viola la esencia misma de la democracia.
Es decir: votaré NO por razones eminentemente morales. En otras palabras: políticas. Jamás olvidaré la impresión recibida en mi juventud al leer el Critón, ese diálogo platónico en que Sócrates rechaza la invitación que le ofrece su amigo, el poderoso Critón, para que se escape y salga al exilio, honrando a tantos que le siguen y a tantos que le aman. Entre los cuales los miembros de su propia familia. Sócrates se niega a escaparse de la prisión y de la muerte inevitable que le espera quedándose en ella, por honrar la ley en la que cree, por respetar el orden jurídico que aprueba, así esté siendo violado precisamente por quienes le condenan y lo empujan a la muerte. Ofrenda su vida por respeto a la democracia en la que cree. Así esté siendo pisoteada por quienes lo obligan a beber la cicuta que acabará con su vida.
Sócrates no se niega a sustraerse al cumplimiento de su condena por razones de oportunismo político. No acepta su injusta condena por recomendación de sus asesores de imagen y la voz de las encuestas: más que en la voz de las mayorías cree en la voz de los justos. La acepta por elemental consecuencia con sus principios, que están, incluso, por sobre su propia vida. Más aún: por sobre la razón misma que le da sentido y la humaniza.
Por eso creo un deber votar este 2 de diciembre. Naturalmente en contra de una flagrante y manifiesta violación constitucional. Incluso sabiendo que el fraude es la tentación inmediata del régimen, que administra y controla de manera inconstitucional nuestros procesos electorales. Es falaz sostener que al hacerlo legitimo lo que es ilegítimo de suyo. Al votar por el NO sólo legitimo mi protesta y cumplo con un acto de legítima autodefensa. La materia en discusión fue, es y será anticonstitucional haga el régimen con mi voto lo que le venga en ganas.
Por eso creo que todos debemos ir masivamente a votar NO. Y por amor a Venezuela de ayer, de hoy y de siempre no descansar en impugnar, rechazar y superar este amargo momento porque atraviesa la patria. El combate por la moral, la decencia y la grandeza de Venezuela recién comienza. Votando NO el 2 de diciembre lo reafirmamos. Hacerlo es un imperativo categórico.
VOTAR A CONCIENCIA
Antonio Sánchez García
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