jueves, 29 de noviembre de 2007

“Chavezlandia”, la tierra de Chávez, el “Supremo”


En un trabajo que hoy publica el diario madrileño ABC, bajo el título Chávez, «el Supremo», se destaca el exagerado culto a su personalidad en todos los órdenes. Desde las 34 veces que aparece la palabra Presidente en la reforma hasta la cohorte de palmeros que siempre le acompaña para aplaudir sus chascarrillos y reir las ocurrencias. La Nación argentina también publica un reportaje sobre la situación en Venezuela.

Este es el reportaje de ABC Chávez, el Supremo:

Hugo Chávez aún no es Kim Il Sung, pero no por falta de ganas. Con su proyecto de reforma constitucional persigue perpetuase en el poder -igual que el «Presidente Eterno» norcoreano- e instaurar una sociedad socialista con marcados ribetes totalitarios. El culto a su personalidad se ha disparado en las fechas previas al referéndum, que el «comandante» plantea como un plebiscito; la machacona propaganda oficial es explícita: «Sí, con Chávez».

Teodoro Petkoff bautizó al presidente «Yo, el Supremo» (aunque ahora se refiera a él como «Ego Chávez»). La mención a la obra de Augusto Roa Bastos -un espejo de Rodríguez de Francia, «Dictador Supremo» de Paraguay durante un cuarto de siglo- no es gratuita. Chávez es un epígono de los autócratas que han laminado América Latina desde su independencia y, al tiempo, es la viva encarnación de esos personajes «fantásticos» surgidos de la pluma de Valle, Asturias o «Gabo». Pero, con él, la realidad supera a la ficción.

Por encima de todo, el «comandante revolucionario» es un telepredicador con galones que aspira a «reafirmar la existencia, la extensión y la esperanza de la solidaridad, como estrategia política para contribuir a la construcción del Reino de Dios en la Tierra» (según la «Exposición de motivos para la reforma de la Constitución», firmada por su puño y letra).


Como esos pastores protestantes que reclaman lo que es del césar desde la pantalla, Chávez conoce el poder de los medios y la manera de utilizarlos. El medio -él mismo- es el mensaje. Así, promedia tres apariciones públicas al día, retransmitidas por las arbitrarias televisiones y radios estatales. Y, no por casualidad, en el Comando Zamora -que dirige la campaña oficialista- arriman el hombro el ministro de Información, Jesse Chacón, y el director de Telesur, Andrés Izarra.

En el proyecto de esta encubierta nueva Carta Magna, en sus 69 artículos sometidos a consulta, la palabra «presidente» aparece en 34 ocasiones: exactamente el doble que en el texto vigente. Muchos de los proyectos incluidos en el borrador podrían ser puestos en marcha mediante decretos (cuánto más cuando Chávez dispone, desde comienzos de este año, de 18 meses de poderes especiales concedidos por una ley habilitante de la Asamblea). Pero, para su principal objetivo, la reelección indefinida, precisa reescribir la Constitución de 1999. Dicha meta le permitiría a Chávez gobernar, de momento, «hasta 2021».

A su capricho

Además, la reforma le confiere mayores atribuciones al Ejecutivo, crea un Poder Popular que no surge de las urnas, pone en manos del mandatario el Banco Central y el Ejército, y define nuevas formas de propiedad supeditadas al Estado. Uno de sus epígrafes preferidos es la puesta en marcha de una nueva organización territorial de la República -creación de comunas, provincias, vicepresidencias y otras demarcaciones designadas a dedo-, que Chávez denomina «la nueva geometría política».

Rotulador en mano, ése último es unos de los aspectos que más subraya en «La hojilla» -grotesco programa de la televisión pública del que se ha hecho habitual-, donde garabatea sobre mapas de Venezuela, y al dictado de su capricho, las futuras nuevas entidades federales del país. Así, entre broma y broma, va dibujando con la zurda un futuro donde se impondrá «la verdadera democracia».

Como un déspota poco ilustrado (lo suyo es la gramática parda), aplica a su manera el lema de Luis XIV: «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo». Mientras, su cohorte de palmeros (siempre se hace acompañar por ministros, altos cargos, pelotas y lambiscones) aplaude sus chascarrillos y le ríe las ocurrencias. Parece un chiste, pero maldita la gracia que le hace a medio país.


Chávez, «el Supremo»
POR MANUEL M. CASCANTE
ABC, Madrid

El diario argentino La Nación también aborda hoy el mismo asunto en un reportaje bajo el título “Chavezlandia”, el país donde todo está regulado por Chávez:

Valmore Gómez es un albañil de 60 años que desde hace dos está desempleado. Dice que desde que llegó Hugo Chávez al poder, hace nueve años, “todo empeoró” para él, y teme lo que pueda pasar después del domingo. “Le van a poder sacar hasta la casa a uno Los únicos que están bien aquí son los que trabajan para el Estado”, dice a LA NACION en medio del ruido de las bocinas y los colectivos de la avenida México.

Hay que tener cuidado, van a inculcar a los chicos el comunismo y les van a sacar la religión de las escuelas“, advierte una coqueta odontóloga que, como muchos de los que critican a Chávez, no quiere dar su nombre.

A pocos metros de allí, Angel Pérez, un vendedor de artesanías de 45 años, dice lo contrario. “Yo estoy mejor económicamente desde que llegó Chávez. Tenía una hernia de disco y los médicos cubanos que trabajan en Caracas me operaron gratis. Lo que se dice de las expropiaciones es todo mentira”, afirma desde su puestito en el paseo Hilton Vargas. “Si la cosa está tan mal como dicen, ¿por qué hay tanta gente comprando autos y celulares?”, coincide Teresa Colmenares, una empleada de recursos humanos de 39 años.


Cuando de Chávez se trata, algunos venezolanos parecen vivir en dos países distintos. Pero, más allá de sus posturas, lo cierto es que la vida diaria de todos ellos cambió profundamente desde que el polémico mandatario llegó al poder, hace nueve años, con su plan de revolución socialista. Y podría cambiar todavía más después del domingo, si Chávez logra imponer su controvertida reforma constitucional, que garantiza una concentración de poder descomunal en sus manos y prevé la intervención del Estado en todos los órdenes de la vida cotidiana de los venezolanos.

Con Chávez, el país ya cambió de nombre (ahora es la República Bolivariana de Venezuela), cambiará su moneda (en enero entrará en circulación el bolívar fuerte, con tres ceros menos que el actual bolívar) y se prepara para modificar también su hora, por primera vez en 40 años (el próximo 9 de diciembre los venezolanos deberán atrasar media hora sus relojes, en una medida que apunta a que la gente “aproveche el sol de la mañana”, según el gobierno). Los venezolanos, además, debieron sumarse a la “cruzada moral” lanzada este año por el mandatario para combatir vicios como el consumo de alcohol e incentivar a la gente a que adopte la mentalidad del “hombre nuevo”, un socialista revolucionario alejado de los valores capitalistas.

Dieta socialista

Con ese objetivo, Chávez subió los impuestos a las bebidas alcohólicas y al tabaco, y se comprometió a hacer lo mismo con artículos suntuosos, como autos de lujo y obras de arte. La lista de recomendaciones para el “hombre nuevo” es larga e incluye no aderezar los platos con demasiada salsa picante y respetar los límites de velocidad. También sugirió que los padres dejen de comprar muñecas Barbie a sus hijas.

Y si de proyectos polémicos se trata, el chavismo presentó en septiembre pasado un plan para obligar a los padres a elegir para sus bebes entre una lista de sólo 100 nombres establecidos por el gobierno. En un país en el que abundan los nombres excéntricos (incluidos Hitler, Ronald Reagan e Hiroshima), el proyecto de ley desató una fuerte polémica y, por ahora, fue archivado.

Otra medida que cambió los hábitos de muchos venezolanos fue el controvertido cierre del popular canal de televisión RCTV, el más antiguo del país, en el que miles de personas siguieron novelas como “Topacio” y “Cristal”. Después de acusar al canal de haber apoyado el fugaz golpe de Estado de 2002, Chávez ordenó en mayo pasado no renovarle la concesión, por lo que la señal se transmite ahora sólo por cable.

Con el cierre de RCTV, además, los venezolanos sólo tienen un canal nacional de noticias que no es oficialista, Globovisión, que Chávez también ha amenazado con cerrar. En los demás canales, estos días es común ver a toda hora los larguísimos discursos de Chávez, en lo que parece una especie de cadena nacional permanente.

El camino hacia el “socialismo del siglo XXI” incluyó, además, la expropiación de campos, edificios y terrenos, que fueron “tomados” por el gobierno en una campaña que podría acelerarse si se aprobara la reforma chavista. Un ejemplo curioso es un terreno baldío de una hectárea en pleno centro de Caracas que fue expropiado por el gobierno y donde hoy cultiva hortalizas una cooperativa, en una especie de oasis en medio de los edificios de oficinas.

Sus críticos dicen que, como en muchos otros temas, el de la propiedad privada está planteado en términos ambiguos en la reforma. Se garantiza la protección de la llamada vivienda principal, pero no se especifica si otras propiedades estarán protegidas de las expropiaciones. La propuesta sólo reconoce la propiedad privada sobre “bienes de consumo y uso”.

Según la Cámara Inmobiliaria de Venezuela, en Caracas se dispararon las ventas de propiedades, que crecieron un 17% este año respecto de 2006. Muchas de esas ventas son de propietarios que tienen más de una casa, departamentos en alquiler o terrenos, por temor a que el Estado se los quite.

La misma ambigüedad aparece en la educación, un área que, según sus críticos, Chávez pretende convertir en un medio de adoctrinamiento. Mientras no se menciona el derecho de los venezolanos a tener una educación privada, se establece que los planes educativos del Estado estarán orientados “a los principios humanísticos del socialismo bolivariano”. El proyecto de Chávez también pondría en peligro la libertad religiosa, según advirtió la Iglesia Católica, que dijo que “todo está encaminado hacia una ideología única”.

Según los economistas, también la capacidad de consumo y el empleo están bajo amenaza, ya que la reforma derivará en un fuerte aumento del gasto fiscal, que ya está disparando la inflación a los más altos niveles de América latina. Advierten que también podría empeorar la escasez de productos básicos como leche, huevos y aceite que hay en Venezuela, producto del control de precios y de la restricción a la entrega de dólares a las empresas.

Pero no todas son malas noticias. En lo que sus críticos califican de “ganchos electorales” para atraer a los votantes, la reforma incluye la reducción de la jornada laboral de ocho a seis horas y el pago de jubilación y vacaciones a los cuentapropistas. Pero la reforma sigue sin convencer a muchos. “La situación está muy difícil”, dijo Lilian de Ferro, una comerciante de 58 años que está pensando en dejar el país, después de que sus dos hijas se fueron a Estados Unidos, como muchos otros venezolanos que escapan de lo que ya se ha convertido en una verdadera “Chavezlandia”.


Por Dolores Tereso - La Nación (Argentina)

También el diario “El País” destaca hoy en un reportaje que “Chávez llama a los venezolanos a votar con el corazón“:

A esa gente que se siente por fin atendida por alguien que habla su propio lenguaje dirige Chávez una parte, pero sólo una parte, de su campaña a favor de la reforma constitucional que se someterá a referéndum el próximo domingo. “Si votas por el sí, votas por mí”, les dice el presidente. “Chávez ha planteado esto en términos de amor, de cariño, de fidelidad. Y eso no es un detalle menor. Su mensaje es muy simple, pero muy potente“, indica Ávalos.

En los anuncios de Chávez se usa la palabra “resteo”, que en Venezuela se asocia a la lealtad. Entre 2002 y 2003, cuando la oposición convocaba huelgas nacionales, los “invisibles” cantaban: “Con hambre y sin empleo, con Chávez me resteo. Ahora, cuando sus seguidores corean “con Chávez me resteo”, él se lleva las manos a los hombros como abrazándolos.

La otra parte de su mensaje va dirigida a los chavistas que creen en él, pero no en su reforma, una reforma que permitiría abolir el límite de dos mandatos que impone la Constitución actual al presidente. “Si los chavistas críticos deciden votar en contra de la reforma, la cosa se le complicará a Chávez. Por eso les recuerda que si votan no lo harán al lado de ciertos golpistas. Si esos chavistas se quedan en casa, Chávez ganará”, señala Luis Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis.


http://www.noticias24.com/actualidad/?p=10038





1 comentario:

Anónimo dijo...
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