jueves, 2 de abril de 2009

Apuntes para una educación revolucionaria


Según la nueva historiografía oficial, Colón puede ser cualquier cosa, menos un descubridor



Antes de que sea aprobada la novísima Ley de Educación, sin que nunca se haya dejado sin efecto el famoso Decreto 1011, ni ninguno de los otros atinentes a la supervisión y ejercicio de la profesión docente, con la mitad de los maestros sin estabilidad laboral, ya es un hecho la marcha de la revolución educativa.

Ya existen las sociedades bolivarianas de estudiantes, se celebra la semana bolivariana, un remedo apenas disimulado de aquella “Semana de la Patria” propia de la dictadura de Pérez Jiménez y no hay un solo día del Señor en que los niños no tengan alguna tarea o actividad dedicada a la exaltación del fervor bolivariano.

Aparecieron, casi sin advertencia, las maestras de “sociales”, cuya única finalidad en la vida es inocularles a los niños una visión clasista y racista de la sociedad y de la historia. Repiten con una devoción misionera que desde su génesis la sociedad venezolana ha estado dividida entre una élite blanca dominante, un sector medio de mestizos que les administran sus negocios y unos “sectores desfavorecidos” integrados por indios y negros. Mezcolanza en la que cruzan factores socio económicos y raciales, de la que sólo falta un paso para inferir los intereses antagónicos, la fatalidad de la lucha de clases y, por supuesto, la inevitabilidad de la revolución socialista.

Sin embargo se sabe que la sociedad no está dividida en clases, que éstas no luchan entre sí y que la historia no tiene “un” fin y si lo tuviera, no es la dictadura del proletariado, que por lo demás no está formado por indios y negros; que la visión de la historia como la arena de un circo romano en que se enfrentan las clases como gladiadores, es una caricatura, no por risible menos atroz; pero tanto peor cuando alguien llega a creérsela como si fuera una exacta reproducción de la realidad.

En este contexto, es solamente un hecho anecdótico que si la maestra de sociales pregunta por los factores pre independentistas del siglo XVIII, no se pueda responder, como era ya tradicional, “la Independencia de los Estados Unidos y la revolución francesa”, porque ella tacha, con lápiz rojo, al primero de ellos. Y es que no se puede concebir que los EEUU sean precursores de nada, tanto menos de la Independencia de Venezuela. La respuesta correcta es: la conspiración de Gual y España, la revuelta de José Leonardo Chirinos y las invasiones de Miranda, dejando a salvo que éstas ocurrieran en el siglo XIX o que alguno de estos eventos se inspire en aquellos dos primeros.

Pero más grave es no advertir que la Constitución, ese instrumento al que se aferran cotidianamente los venezolanos, unos para defenderla, otros para violarla, es un invento norteamericano, así como querer olvidar que la primera constitución que hubo en el mundo y todavía sigue vigente es “la Constitución de Filadelfia”.

El federalismo es otro invento norteamericano que fue la bandera de ese prócer del proceso bolivariano en que ha devenido Ezequiel Zamora. A partir de su Guerra Federal Venezuela se llamó “Estados Unidos de Venezuela”, hasta que esa afrenta fue borrada por la bota militar de esa otra raíz, todavía no confesada, del militarismo criollo: el general Pérez Jiménez.

Pero donde la maestra de sociales va a tener más problemas para explicarse es respecto al reciente repudio por la figura de Colón. Por supuesto que, cuando algún compañerito descubra algo, los niños no podrán gritar nunca más: ¡Colón! Porque según la nueva historiografía oficial, Colón puede ser cualquier cosa, menos un descubridor. Incluso, deber ser condenado “por lo que hizo”, aunque no quede muy claro qué fue eso tan grave que hizo el pobre para merecer tanto odio.

El problema está en la parte del Evangelio en que Bolívar bautiza a su magna obra, el objeto de toda su vida y luchas como “Colombia”, en honor al ilustre genovés.

¿Será que Bolívar no sabía lo que “hizo” Colón? Pero no se puede predicar que Bolívar fuera un ignorante, que pudiera equivocarse, tuviera información errada o incompleta, ni tampoco que apoyara la imposición colonial europeizante. En todo caso, la gran patria por la que luchan los bolivarianos no podría seguir llamándose “Gran Colombia”, como quería Bolívar, sino de otro modo, si es que quieren ser coherentes, al menos en este punto.

Claro que una interpretación de la Sala Constitucional del TSJ podría establecer que “Colombia” no es un derivado del sustantivo “Colón”, ni implica una valoración de los actos en que haya incurrido cualquier navegante que casualmente tuviera ese apellido. Y éste es el quid de la cuestión: la coherencia es el principal enemigo de este régimen, que ha elevado la incongruencia a la categoría de sistema. A esto llama dialéctica: el espíritu de la contradicción “en la esencia misma de las cosas”.

EL HOMBRE NUEVO. Debe repetirse una y otra vez, aunque nadie escuche, que la imagen del hombre nuevo no es la del Che Guevara, como quisieran los chavistas, sino Benito Mussolini, como asentaron los fascistas, que fueron quienes inventaron al personaje y los primeros que se propusieron darle nacimiento en la realidad “histórica y concreta”.

Ese hombre altruista, desprendido de sí mismo, que renuncia a toda individualidad y a todo interés egoísta para sumergirse en el colectivo, entregarse sin condiciones al partido, al Estado, al Duce, que en último término es la personificación misma del pueblo, es el ideal del hombre fascista, creado y exaltado por sus ideólogos y que debía ser forjado nada menos que por el sistema educativo público.

En Cuba, los niños inician su jornada escolar proclamando: ¡Seremos como el Che! Pero en la misma mitología oficial se lo muestra no como un estudiante ordenado, limpio y obediente, sino como todo lo contrario: un sujeto desmelenado, sucio y maloliente, que fuma y fuma unos larguísimos tabacos, pese a ser asmático.

De su vida se cuenta que era un rebelde irreductible que escandalizaba a su medio social de origen, clase media o “pequeño burgués”; un contestatario descentrado que se echó a recorrer el mundo en motocicleta (cosa que los jóvenes cubanos no pueden hacer), para terminar enrolándose en un alzamiento armado contra una dictadura militar corrupta (cosa que los jóvenes cubanos no se atreven a hacer). ¿En qué sentido, entonces, pueden ser “como el Che”?

Esto es, simplemente, otro contrasentido, un ejemplo más de lo que hemos dado en llamar el “pensamiento incongruente” que es típico de la revolución bolivariana, pero que tampoco es invento suyo. La rebelión fascista y comunista es sobre todo una revuelta contra el sentido común, contra la lógica del pensamiento y contra toda forma de racionalidad, principalmente contra la racionalidad económica capitalista, que está orientada sobre todo por la búsqueda del beneficio personal.

Es como para quedarse bizco viendo a unos niñitos de apellidos Ramírez, Rodríguez, Barreto, Chacón, Di Martino o El Aissami, convertidos súbitamente en porta estandartes de la “resistencia indígena”.

Se les prohíbe nombrar al cerro de sus vidas como “El Ávila”, porque lo correcto es “Guaraira Repano” y cuidado con llamar “Salto Angel”, en honor al gringo Jimmy Angel, al “Churún Merú”; pero no obstante ellos siguen llamándose con nombres tan autóctonos como Jesse, William, Wilmer, Tarek o Hiroshima.

No es para dejar de lado la asunción del cristianismo como guía de la revolución y a Cristo como el primer socialista. Sobre todo porque se puede enarbolar la Cruz como símbolo de liberación de los pueblos, al lado de la Espada de Bolívar. La Cruz y la Espada; pero, un momento: ¿No eran esos los símbolos de la conquista y la colonización? ¿No fue con ellos con los que el infame Colón tomo posesión de estas tierras en nombre de Su Majestad, Isabel “La Católica”?

Está supremamente bien que se les llegue a los indios del altiplano con la espada y la cruz, porque entonces sabrán ellos, mejor que nadie, de qué se trata el asunto.

PENSAMIENTO REFRACTARIO. Hasta ahora, el ejemplo más pintoresco de este tipo de pensamiento era Douglas Bravo, para quien “izquierda” es sinónimo de todo lo bueno y “derecha” de todo lo malo. De manera que si usted le muestra a un irreductible izquierdista, tanto como su lugarteniente, en un crimen flagrante, él no concluye de allí que los izquierdistas pueden cometer crímenes, sino que el sujeto ha sufrido “una desviación de derecha”.
Esto es lo que explica que, por ejemplo, Stalin no sea un dictador comunista, que se pasó la vida combatiendo a la derecha, incluso entre su propio partido, sino que se le revela como un derechista infiltrado en las filas de la revolución. Si esto es así para Kin Il Sung o Mao Tse Dong, ¿qué quedará para los demás? Chávez es como mínimo un neoliberal, agente de las empresas petroleras transnacionales.

Pero si esto se considera parte de la psicopatía harto conocida de un personaje como Douglas Bravo, mucho más grave resulta el performance de la Nueva Oposición (equilibrada, sensata).

Ahora ocurre que este régimen no es socialista, como lo ha pretendido su líder máximo y el único que sabe qué es el Socialismo del Siglo XXI. No, aquí lo que hay es un “Capitalismo de Estado”.
Las medidas económicas del régimen no son telegrafiadas desde La Habana, sino que constituyen un “paquete neoliberal”, como el de Carlos Andrés Pérez. De hecho ninguna de las medidas es “específicamente socialista” sino que son las mismas medidas típicas de los regímenes anteriores.

Dejando a un lado que esos regímenes anteriores también se definían como socialistas (socialdemócratas los unos, inscritos en la II Internacional Socialista; socialcristianos los otros, inspirados por la doctrina social de la Iglesia); lo que tendría que aclarar esa Nueva Oposición es a qué llama medidas “específicamente socialistas”.
Por ejemplo, Stalin implementó la colectivización forzosa de la tierra, confiscó, deportó y asesinó a “los ricos Gulags”, provocando una hambruna que se llevó algo así como a 20 millones de vidas humanas. ¿Eso es específicamente socialista?

Pol Pot decidió devolver la gente de la ciudad al campo, para acabar con la cultura urbana y desarrollar el socialismo agrario, los resultados son conocidos, aunque no puedan determinarse los millones de víctimas. ¿Es eso específicamente socialista?
Fidel Castro confiscó los centrales azucareros, todas las empresas extranjeras y también las de los cubanos, se adueñó de todas las tierras cultivables, sin pago de indemnización alguna, por lo que terminó aventando fuera del país a una cuarta parte de la población, condenando al resto a la más espantosa miseria y opresión. ¿Eso son medidas económicas específicamente socialistas?

Pero hay más. La Nueva Oposición razona así: “Si este gobierno fuera socialista, entonces no tomaría medidas que afecten a los más humildes”. O también: “Este gobierno no puede ser socialista, porque sus medidas afectan a los trabajadores”. Nadie podrá saber, nunca, en qué socialismo estarán pensando estos líderes esclarecidos. No puede ser en el Socialismo del Siglo XXI, porque todo el mundo sabe que ese es “lo que se le vaya ocurriendo al comandante en jefe en cada momento”.

Entonces, ¿Cuál puede ser? ¿Será el nacionalsocialismo alemán? ¿El socialismo en un solo país de Rusia? ¿El socialismo étnico de Serbia? ¿El socialismo agrario de Camboya? ¿El socialismo árabe de Libia, Siria o el Irak de Saddam Hussein? ¿O será el socialismo castrista?

Lo extraordinario del pensamiento refractario es su capacidad para que los hechos le resbalen y poder ellos seguir sosteniendo una bondad intrínseca del socialismo independientemente de sus resultados prácticos e históricamente comprobables.

Esta exasperante forma falaz de razonar ha sido desenmascarada una y otra vez por autores generalmente ignorados y que no tienen buena prensa, en verdad, ninguna prensa. Un pensamiento escurridizo, invulnerable a la crítica racional, que no admita prueba en contrario, ni es refutable, cae probablemente en el ámbito del oscurantismo; pero no puede pretender el estatus de ser o expresar algún tipo de “verdad” o de “conocimiento”, como para ser enseñado en la escuela.
Una cosa así, debería estar proscrita del sistema educativo por razones de higiene personal y salud pública; pero como el Mal es su propio castigo, quizás así se aprenda a buscar el Bien.


Por Luis Marín
Diario de América

2 comentarios:

Padre Carlos dijo...

Te dejo mi colaboración al tema
http://elblogdelpadrecarlos.blogspot.com/2008/10/educacin-endgena-del-siglo-xxi.html

Katya dijo...

Gracias, un texto muy "educativo".



Abrazos