Lenin, haciendo gala de un dogmatismo y de una ceguera cerril, cuando le decían que sus teorías no concordaban con al realidad, respondía: “Lo siento por la realidad”.
¡En el artículo intitulado “Economía y marxismo”, publicado en esta página el día 05/06/08, habíamos comentado que veríamos otro día cómo Eugen Böhm-Bawerk (1850-1914), economista de la “Escuela austriaca”, había rebatido en su día el concepto de plusvalía, así como el de valor y coste de producción marxistas. También decíamos que pondríamos los ejemplos de la producción de una máquina de vapor y el de la vendimia.
Los tres cimientos sobre los que se basa la producción eran, según la economía tradicional, la tierra, el trabajo y el capital. Böhm-Bawerk aportó otro concepto, “el tiempo”, con el que desmontaría y desarticularía la teoría de la explotación marxista. Transcribimos dos ejemplos: el de la producción de una máquina de vapor y el de la vendimia.
La máquina de vapor
"Imaginemos que la producción de un bien, por ejemplo de una máquina de vapor, cueste cinco años de trabajo, que el valor de cambio obtenido de la máquina terminada sea 5.500 florines y que intervengan en la fabricación de la máquina cinco obreros distintos, cada uno de los cuales ejecuta el trabajo de un año. Por ejemplo, que un obrero minero extraiga durante un año el mineral de hierro necesario para la construcción de la máquina, que el segundo dedique otro año a convertir ese mineral en hierro, el tercero a convertir el hierro en acero, que el cuarto fabrique las piezas necesarias y el quinto las monte y dé los toques finales a ésta. Según la naturaleza misma de la cosa, los cinco años de trabajo de nuestros obreros no podrán rendirse simultánea, sino sucesivamente y cada uno de los siguientes obreros sólo puede comenzar su trabajo una vez hayan culminado el suyo los obreros anteriores. ¿Qué parte podrá reclamar por su trabajo cada uno de los cinco copartícipes, con arreglo a la tesis de que el obrero debe percibir el producto íntegro de su trabajo?
Si no existe un sexto elemento extraño que anticipe las retribuciones, deberán tenerse en cuenta dos puntos absolutamente seguros. El primero es que no podrá efectuarse el trabajo hasta pasados cinco años. El segundo es que los obreros pueden repartirse los 5.500 florines. Pero, ¿con arreglo a qué criterio? No por partes iguales, como a primera vista pudiera parecer, pues ello redundaría considerablemente a favor de aquellos obreros cuyo trabajo corresponde a una fase posterior del proceso productivo y en perjuicio de los que han aportado su trabajo en una fase anterior. El obrero que monta la máquina percibiría 1.100 florines por su año de trabajo inmediatamente después de terminado éste; mientras, el minero no obtendría su retribución hasta pasados cuatro años. Y como este orden de preferencia no puede ser en modo alguno indiferente a los interesados, todos ellos preferirían el trabajo final y nadie querría hacerse cargo de los trabajos iniciales. Para encontrar quien aceptase éstos, los obreros de las fases finales se verían obligados a ofrecer una participación más alta a sus compañeros encargados de los trabajos preparatorios. La cuantía de esta compensación dependería de dos factores: la duración del aplazamiento y la magnitud de la diferencia existe entre la valoración de los bienes presentes y futuros. Así por ejemplo si esta diferencia fuese del 5 por ciento anual, las participaciones se graduarían: 1.200 florines para el primer obrero, 1.150 para el segundo, 1.100 para el tercero, 1.050 para el cuarto y 1.000 para el quinto.
Sólo podría admitirse la posibilidad de que los cinco cobrasen la misma suma de 1.100 florines partiendo del supuesto que la diferencia de tiempo les fuese indiferente.
Supongamos ahora que los obreros, como ocurre en la realidad, no puedan o no quieran esperar para recibir su salario a que termine el proceso productivo y que entren en tratos con un empresario para obtener de él un salario a medida que vaya rindiendo su trabajo, a cambio de lo cual el empresario adquiere la propiedad del producto. Supongamos que este empresario sea una persona exenta de todo sentimiento egoísta. ¿En qué condiciones se establecería el contrato de trabajo? No cabe duda de que el trato por los obreros sería absolutamente justo si el empresario les paga como salario exactamente lo mismo que recibirían como parte alícuota en el caso de organizar la producción directamente y por cuenta propia. En este caso 1.000 florines inmediatamente después de terminar su trabajo, que era lo que percibía el obrero que cobraba inmediatamente. Puesto que los cinco obreros aportan exactamente el mismo trabajo, lo justo será que perciban el mismo salario".
La vendimia
“Supongamos que un vino necesita madurar en la barrica durante veinte o cuarenta años para alcanzar una calidad extraordinaria. Los cultivadores, recolectores y pisadores de la uva, no pueden cobrar hasta pasadas decenas de años salvo que un capitalista les adelante su retribución. Si quieren cobrar inmediatamente después de finalizar su tarea, deberán hacerlo no conforme al valor del vino ya maduro, sino de acuerdo al valor del vino sin edad que es notablemente inferior. Si alguien les anticipa sus retribuciones y luego vende el vino pasados cuarenta años, ¿De verdad creen los socialistas que dicho empleador debe buscar a sus antiguos operarios y retribuirles con los intereses del capital? Y si el vino se malogra o cae de valor debido a cambios en el gusto de los consumidores, ¿tendría sentido que les persiguiese para exigirles el reembolso de lo cobrado?”
La realidad, que es muy tozuda, ha demostrado que las teorías marxistas no valen. Lenin, sin embargo, haciendo gala de un dogmatismo y de una ceguera cerril, cuando le decían que sus teorías no concordaban con al realidad, respondía: “Lo siento por la realidad”.
Aún hoy, y ante la evidencia de los 145 millones de pobres que ha dejado el marxismo-leninismo en la ex URSS, todavía hay quien sigue empecinado en sus dogmas y, sobre todo, en el de que la lucha de clases es el único motor de progreso. Hay que fomentar, por tanto, tal lucha para favorecer a los más necesitados. Quien tiene algún bien es que ha privado a otro de tenerlo. En el pensamiento marxista lo que cuenta es la lucha de unos contra otros. Cuando se analizan las causas de la pobreza, por ejemplo, no se buscan remedios para atajarla, sino culpables para castigar. Se siembran así el odio, el rencor, el resentimiento, la destrucción, la mentira, etc.
Por Luis David Bernaldo de Quirós Arias
Diario de América
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