miércoles, 25 de junio de 2008

Klein Ferrer, el hombre del "maletín boliviano"


Capitán de la aviación venezolana Luis Michel Klein Ferrer era quién llevaba el maletín con el equivalente a 872.000 dólares que serían entregados a una cooperativa agroindustrial, según versión oficial, cuando una poblada apedreó el avión Hércules C-130 en Riberalta, Bolivia. El funcionario de inteligencia militar era gerente general del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Bolivia, el organismo a través del cual el Gobierno venezolano canaliza los recursos destinados a los programas sociales establecidos en el Tratado de Comercio de los Pueblos de la Alternativa Bolivariana para las Américas y asesoraba a tripulaciones de los helicópteros asignados por Caracas a Evo Morales. En el 2004 investigó el caso de los supuestos paramilitares.


En la planta baja del edificio La Concordia, ubicado en la avenida 6 de Agosto de La Paz, Bolivia, hay un pequeño abasto. Lo atiende Lily Morales, una mujer que bromea con su apellido y un pretendido, pero inexistente, parentesco con Evo Morales, presidente de Bolivia. Guarda buenos recuerdos de Luis Michel Klein Ferrer, un hombre a quien conoció como empleado de la embajada venezolana y que solía prometerle una reunión con Hugo Chávez: "Yo quería que mi hijo, que es muy inteligente, conociera al comandante y el señor Klein me decía que eso era posible".

Klein Ferrer, capitán de la Aviación, era gerente general del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Bolivia, el organismo a través del cual el Gobierno venezolano canaliza los recursos destinados a los programas sociales establecidos en el Tratado de Comercio de los Pueblos de la Alternativa Bolivariana para las Américas. Una foto del oficial recorrió las redacciones de los medios latinoamericanos el 6 de diciembre de 2007: lo mostraba como un hombre blanco, de rostro perfilado y cabello al rape. Ese día lo detuvieron en Riberalta, departamento de Beni, luego de que una poblada apedreó un avión militar venezolano Hércules C130. La multitud lo creía cargado de armas, aunque sólo trasladaba al recambio de las tripulaciones de los helicópteros Superpuma de la Fuerza Aérea de Venezuela asignados por Caracas para el transporte del presidente Morales.

El oficial llevaba un maletín con el equivalente a 872.000 dólares que serían entregados a una cooperativa agroindustrial, según la versión oficial.

Así lo señalaron Juan Ramón Quintana, ministro de la Presidencia de Bolivia, y los comunicados del Bandes que se difundieron a propósito del episodio. Las autoridades trataban de manejar un discurso público que aplacara la imagen reflejada en la prensa de los equipajes venezolanos que circulaban con dinero en efectivo en el continente. Había un sonado antecedente: el de los 800.000 dólares del maletín de Guido Antonini Wilson, en Buenos Aires.

Salvo los diálogos casuales, Lily Morales no conocía más de la historia de Klein Ferrer.

Documentos de la Fuerza Armada Nacional lo identificaban, en septiembre de 2007, como oficial de inteligencia adjunto a la embajada de Venezuela en La Paz. Ese ha sido, precisamente, el punto fuerte de su carrera en la institución castrense, donde ha trabajado para la Dirección de Inteligencia Militar.

El capitán Freddy Blanco –jefe de operaciones de los helicópteros utilizados por el Presidente boliviano– escribió lo siguiente en un informe redactado a propósito de una reunión que se celebró en la nueva sede de la embajada el 11 de septiembre de 2007 con participación de las tripulaciones de las aeronaves: "El teniente coronel (AMBV) Eduin R. Calderón López manifestó que por información de inteligencia suministrada por el capitán Klein Ferrer no debería ser habitado por ningún personal... y que la tripulación no debería asistir a ninguna comisión uniformada. En ese momento el general de brigada Ejército, agregado militar en Bolivia, expresó que él se hacía responsable de las órdenes". El inmueble aludido era el edificio La Concordia, ubicado detrás de la sede de la Embajada de Estados Unidos.

Los militares discutieron, entre otros puntos, la discreción con la cual debían actuar en suelo boliviano porque eran sometidos a seguimiento por parte de funcionarios norteamericanos, de miembros de la oposición política y de los medios de comunicación, donde algunas de sus fotografías fueron divulgadas.

En público, Klein Ferrer era reconocido por su función en Bandes. Basta un ejemplo: reporteros del diario La Prensa de La Paz lo contactaron en octubre de 2007 para conocer su versión sobre los datos según los cuales fondos venezolanos para un programa de microcréditos fueron entregados con la mera firma de recibos. El reporte indicaba que el hombre había respondido el teléfono y colgado de inmediato. El caso aún es investigado por el Gobierno boliviano, por recomendación del viceministerio de Transparencia y Lucha Anticorrupción. Está pendiente una auditoría al Ministerio de Producción y Microempresa sobre el uso de una partida de 15 millones de dólares. En Venezuela no hay averiguaciones abiertas por este caso.

Klein Ferrer tuvo una participación central en la investigación de la supuesta rebelión que involucró a un grupo de más de 150 colombianos que ingresaron en Venezuela en mayo del año 2004 y que fueron localizados en la finca Daktari de Robert Alonso, en El Hatillo. El funcionario –que entonces pertenecía a la Dirección de Búsqueda de la DIM– levantó un acta policial sobre una reunión de militares que ocurrió en una quinta de la avenida El Samán del Country Club, Chacao, en la que supuestamente se preparó parte del plan para desestabilizar el gobierno de Hugo Chávez. Los presentes –entre los cuales se mencionaba al general Néstor González González, al mayor Jesús Fuentes Marval y al coronel Hernán Semprún– habrían discutido la toma de la unidad de aviones caza Mirage y la neutralizació n del Comando de Seguridad Urbana de la Guardia Nacional. Nada que ver con asuntos financieros.

El Nacional
David González

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