La Desintegración del Poder
La sensación que existe en todos los rincones, incluidos los comederos oficiales, es que el poder chavista está deshilachado, desbaratado y desenchufado. Diera la impresión de que la fuerza que sostiene al gobierno ni son las masas, ni la FAN, ni la institucionalidad, ni nada vigoroso, enérgico, dinámico, sino la inercia, la languidez; es como si la revolución se hubiese trocado en el cansado corazón de una especie en extinción. Hasta la agitación bélica de la palabra presidencial dejó de ser una convocatoria guerrera para convertirse en ruidoso bostezo, descompuesto en volutas de mal aliento producido por la gastritis y el café piche.
El Error de Todos los Errores
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El ejercicio del liderazgo supone no estar demasiado atrás como para ser sobrepasado, ni estar demasiado adelante como para perder contacto con los dirigidos, y no poder inspirarlos o entenderlos. Chávez creyó que tenía embutido al país en su mochila. A cuenta del cheque en blanco que se le había dado, se lanzó en tropel, barranco abajo; condujo a sus huestes –según creía- a Ayacucho, Junín, Las Queseras del Medio, y cuando estaba llegando a Carabobo, volteó y se dio cuenta que tenía varias lunas trotando en la llanura con la sola compañía de La Sayona.No hay necesidad de hablar del país que desde hace rato se le opone. El fenómeno más importante es el del abandono masivo de sus partidarios porque ven equivocada o errática la conducta de su líder, como si hospedara el cerebro en el hígado.
Si se hace un inventario, se puede observar la desolación. El PSUV no arranca, el PPT y el PCV no lo apoyan (salvo las declaraciones de alguno, por aquello de las apariencias), y tres factores esenciales –por lo simbólico- lo han abandonado: Ismael, Marisabel y Baduel; los cuales representan la pérdida de apoyo político, personal y militar, respectivamente. Algunos de sus principales lugartenientes están enredados en lo que parecían secretísimos vasos capilares de corrupción, ahora convertidos en aneurismas de la aorta bolivariana, a punto de estallar en la mitad del escenario en el cual se presenta la comedia revolucionaria.
En la FAN el silencio es estentóreo. Salvo algunos altos oficiales, más llenos de una pasión por el ridículo que por el socialismo cuando lanzan sus rojos gritos, la mayoría se desenganchó del barco loco en su travesía hacia la Atlántida. Los que se sienten mal dentro de la institución no son –como antes- los institucionalistas, sino los chavistas, reducidos en tamaño, impacto y respetabilidad.
Y las masas populares. ¡Ay! El Soberano, peleándose por un pollo o un litro de leche, lleno de desencanto por la promesa incumplida, rabioso por haber creído tanto y a tanto costo. La revuelta de los trabajadores, dispersa como es, está a la orden del día en distintos puntos del país; el sector informal que había sido sostén importante del tinglado, ahora se aparta con la misma rabia con que adhirió a la esperanza. La clase media, hace rato alejada de este viaje hacia el país de los duendes infectados, sólo ha alcanzado a hacer más dura su furia y a procurar –no siempre con acierto- la revancha histórica.
Hasta puede ocurrir que de tanto haber ensalzado desde Miraflores la maravilla que fue El Caracazo, la tentación a repetirlo ya recorra mercados y ciudades. ¿No existirá, acaso, la fascinación de colocar otra vez el huevo de la serpiente en la incubadora para que un inesperado animalejo asome su deformidad y acabe con lo que hoy representa Chávez? Si el manantial de donde brotó la revolución bolivariana fue el evocado 27-F, ¿no será en un torbellino similar donde pueda culminar?
Orfandad
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La soledad del Comandante es notoria; apenas está acompañado por los vividores nacionales y, sobre todo, internacionales. La gente del “proceso” manda angustiosas señales de humo, que no son de rendición o de traición; sino de desesperación. Dicen: trajimos a Chávez hasta aquí y él nos trajo hasta aquí; se lo agradecemos y él nos lo debe agradecer también; pero, ya no más; basta. Muchos chavistas andan en la idea de sacar a Venezuela de este foso en el que su jefe quiere suicidarla.
En el bunker en el cual el hombre pernocta, dice a sus generales que no retrocedan, que defiendan Berlín frente a la Rusia vengadora, y que si es necesario proceder a un autoembargo cortando los suministros petroleros, para evitar un embargo del enemigo, que se haga. Y en su turbación, pide seis divisiones para invadir a Colombia; toda una flota para hundir con ignominia a los destructores imperiales cuando se emplacen en las costas; y sueña con miles de batallones de milicianos bolivarianos que se internarán en la jungla para la resistencia asimétrica, pero que pueden correr el peligro de aquel soldado japonés que se perdió en la selva y sólo salió después de muchos años de finalizada la guerra buscando al enemigo gringo que, a esas alturas era socio íntimo de su país, con Mac Donalds en cada esquina.También puede acontecer que, dada la soledad creciente, encuentre que los venezolanos no lo merecen y, desencantado, se vaya a San Pedro Alejandrino a escribir sus memorias, a arar en el mar con unos bueyes de espuma, y a deambular por esas sabanas de espanto con Jesucristo y el Quijote acompañándolo a paso de vencedores, como se ha imaginado desde el delirio idiota de Güere.
GloboMisterio
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Dentro del desvarío se cuenta el que hay con los medios, especialmente contra Globovisión ¿Por qué el amasijo de furias que conduce al frenesí por cerrarlo?Nadie podrá decir que es sólo recientemente que este canal tiene una postura crítica ni que es en los últimos tiempos cuando es incisivo en la información. Ni que Leopoldo Castillo apenas la semana pasada encontró que “…no es fácil…”
Después del cierre de RCTV y el arreglo con el gobierno de los otros dos canales, Globovisión es el único canal nacional al cual tiene acceso la oposición (y el gobierno también, cuando sus adherentes aceptan invitaciones). Sin embargo, tampoco es ésta la causa de la ojeriza en contra del canal.
La verdadera razón es que Globovisión, en su línea informativa en relación con los problemas esenciales que padecen los ciudadanos, ha intensificado el reflejo de las demandas del chavismo descontento y de los problemas que éste sector quiere –y a veces no puede- denunciar de viva voz.
No es a los dirigentes opositores a los que el gobierno teme más en la pantalla, sino a los bolivarianos hartos. Lo que Miraflores quiere desterrar de Globovisión es a los chavistas, sus quejas, protestas, y airados reclamos a la promesa incumplida.
Claro que se quiere callar a la oposición; pero lo urgente es callar al chavismo. Al gobierno no le importa el torneo en torno a las candidaturas que conmueve a los partidos; lo que le horroriza es ver a sus compañeritos, enfranelados de un rojo imposible, tararear tristes, con Ricardo Arjona, “Se ha ido el amor, se ha ido el amor / de descuido en descuido / sin decirnos adios”
La Desintegración del Poder
Carlos Blanco
El Universal
El Universal
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