viernes, 15 de febrero de 2008

De lumpias, coca y reelección indefinida


Aristóbulo Istúriz, en su momento de mayor distanciamiento del teniente coronel Chávez, por allá en 2000, molesto por la manera arbitraria como el líder máximo escogía a dedo a los candidatos para cargos electivos, protestó: ¡Chávez se fumó una lumpia! Una lumpia, como sabemos en Venezuela, es un pitico de marihuana que, muy cargado, puede producir una "trona" descontrolada que hace cometer estupideces.

Cuando Aristóbulo expresó su disgusto, nadie pensó, claro está, que el ciudadano Presidente tuviera, literalmente, adicción alguna al cannabis sativa. Istúriz simplemente quiso resaltar que el jefe del Estado se había equivocado en su proceder y en su atolondrada manera de expresarse.

La segunda vez que escuché la ya célebre expresión fue la semana pasada cuando, a la entrada del estacionamiento de la Universidad, uno de los bedeles, a manera de saludo me dijo: "Profe, y este Chávez como que se fumó una lumpia". Esbocé una breve sonrisa como sorprendida respuesta, y de inmediato me aclaró su desagrado. "¿Qué vainas son esas, profesor, que ahora Chávez va a abrir la urna del Libertador en el Panteón para investigar cómo fue que lo mataron?".

El corneteo de los carros de atrás, que me apuraban en busca de puesto, me ahorró adelantarle algún comentario sobre un tema que, en verdad, hasta ese momento no había reparado.

En la noche, en casa, revisando en Internet las noticias sobre la denuncia presidencial acerca del supuesto asesinato de Bolívar (sic) me entero de que, efectivamente, se ha creado una comisión presidencial del más alto nivel para estudiar el supuesto homicidio del Padre de la Patria. Para mi sorpresa, la comisión de marras la forman sólo funcionarios públicos subalternos del propio Chávez: el vicepresidente de la República y los ministros de las carteras más importantes.

En la comisión no hay un solo experto forense, algún patólogo, un biólogo, un criminólogo, un historiador, siquiera un médico. En ese momento fue la tercera vez que oí la expresión de Aristóbulo. De mis propios labios salía.

¡De verdad, Chávez como que se fumó una lumpia! Al día siguiente, para mi desgracia, enciendo la tele y allí está Chávez, en cadena nacional, perorando en ocasión de su mensaje anual a la Asamblea Nacional, anunciándonos que propondrá una "enmiendita" para su reelección, en absoluto y total desacato a la voluntad popular expresada el 2 de diciembre.

Es decir, que el jefe del Estado recién derrotado en las urnas, en su fraudulento empeño de imponernos una Constitución para reelegirse de por vida, piensa dedicar los cinco años que le quedan en averiguar quién, supuestamente, mató a Simón Bolívar.

La frase de que "se fumó una lumpia" comenzó de nuevo a dar vueltas en mi cabeza. En propiedad pude repetir la frase de Aristóbulo, pero no tuve tiempo. Una confesión del Presidente, a los pocos segundos, me puso seriamente a pensar en otro, delicado, asunto. Dijo Chávez, "Yo mastico coca todos los días... y miren como estoy". Por supuesto que no hice ninguna inferencia porque asumí que se trataba de otra de las ocurrentes boutades del jefe del Estado.

Pero cuando lo vi días después, en cadena nacional, masticando las hojas de coca que en sus manos colocaba el indio Evo, como llama Chávez al presidente de Bolivia, vislumbré una pista para entender su obsesión recurrente en la reelección indefinida. Creo entender ahora una de las causas por las que Hugo Chávez no termina de aceptar que todos los caminos institucionales para su reelección están bloqueados.

Su mandato culmina el 10 de enero de 2013 y cuando ello ocurra habrán pasado 14 años como jefe del Estado, uno de los periodos presidenciales más largos de nuestra historia republicana y el más largo de Latinoamérica. Tiempo más que suficiente para haber desarrollado una gestión de gobierno eficiente.

La revolución bolivariana (sic) que tanto abuso hace del pensamiento del Libertador, en lugar de estar profanando su sepultura, está en la obligación de reflexionar sobre la advertencia de Simón Bolívar en Angostura, un día como hoy, 15 de febrero, en 1819: "Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerlo y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía".

Mientras tanto, sigo reflexivo sobre las apreciaciones de Aristóbulo, del amigo bedel de la UCV y del papel que desempeña el Presidente de Bolivia en relación con la conducta del Presidente venezolano.

Oscar Lucien
www.elnacional.com
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