Un soldado el 19 de abril en Fuerte Tiuna en Caracas durante el desfile anual de las Fuerzas Armadas de Venezuela donde una unidad de 50 soldados llevaban misiles antiaéreos portátiles.
La reciente compra del modelo más avanzado de cohete antiaéreo portátil en el arsenal ruso ha agudizado el temor en Estados Unidos de que las masivas compras de armas por parte del gobierno del presidente Hugo Chávez acabe en manos de terroristas o de las guerrillas en la vecina Colombia.
La intranquilidad de Washington está bien fundada, dicen algunos funcionarios federales, porque existe evidencia creíble de que tres altos funcionarios venezolanos ofrecieron a las FARC colombianas armas, dinero y contactos para adquirir misiles antiaéreos portátiles en el 2007.
Si las FARC logran acceso a este tipo de arma sería una escalada significativa en el conflicto de 45 años en Colombia, donde en años recientes fuerzas gubernamentales han desplegado aviones artillados de apoyo a la infantería, que vuelan a poca velocidad, además de helicópteros, todos en Estados Unidos, para propinar fuertes golpes a los campamentos rebeldes en la selva.
"Nos preocupa la compra de armas por parte Venezuela, que excede sus necesidades y es potencialmente un factor desestabilizador'', dijo Sara Mangiaracina, portavoz del Departamento de Estado. "Los lanzamisiles antiaéreos portátiles que Venezuela le ha comprado a Rusia son sistemas muy modernos. Es importante que se controlen debidamente para que paren en otras manos''.
Con los ingresos generados por las ventas petroleras, Chávez ha gastado más de $4,000 millones desde el 2006 en la compra de cazas Sukhoi, helicópteros Mi y 100,000 fusiles automáticos AK para la modernización de sus fuerzas armadas de 62,000 efectivos y la defensa de su "revolución socialista'' de la agresión de Estados Unidos.
Washington ha expresado temores desde hace tiempo sobre la acumulación de armas.
"No puedo imaginarme qué van a hacer con esos 100,000 AK, y no puedo imaginarme que lo que le pueda ocurrir sea bueno para las Américas'', dijo el entonces Secretario de Defensa Donald Rumsfeld en el 2005.
Pero la compra de los lanzamisiles portátiles, los más modernos del arsenal ruso, son lo que más temor ha creado en Estados Unidos.
El lanzacohetes pesa 42 libras, puede derribar blancos a una altura máxima de 19,500 pies, el operador lanza el misil y éste sigue al avión automáticamente, es resistente a las contramedidas electrónicas, se puede usar de noche y es fácil de mantener, afirman expertos estadounidenses.
Antes Venezuela tenía lanzamisiles suecos RBS-70 no portátiles y misiles antiaéreos franceses Mistral.
La oficina de prensa de Chávez no respondió a solicitudes de comentarios enviados por fax.
Hasta el mes pasado, la compra por parte de Venezuela de los SA-24 se había mencionado en público sólo una vez y brevemente, en un informe ruso sobre la industria de defensa en el que se mencionaban "planes'' de venderlos. Un ex funcionario del gobierno de Bush que pidió no ser identificado dijo que recordaba informes no confirmados sobre los misiles en Venezuela.
Pero el 19 de abril, durante el desfile anual de las Fuerzas Armadas de Venezuela en Caracas, Chávez se esmeró en detener la marcha desde su palco para dirigirse a una unidad de unos 50 soldados que llevaban misiles antiaéreos portátiles.
"Hemos decidido hacer este breve alto en el desfile para recalcar la importancia que tiene esta nueva unidad para la soberanía y la defensa del país'', dijo Chávez, identificando el arma como "SA-24'' y alardeando de su velocidad y peso. "Somos un país pacífico. La revolución es pacífica . . . No queremos guerra, pero es necesario que podamos defendernos''.
Dirigiéndose a Chávez, el capitán que dirigía la unidad la describió como "parte del proceso de fortalecer y transformar a nuestras revolucionarias, antiimperialistas y socialistas fuerzas armadas''.
Los expertos estadounidenses describieron sus temores con cuidado: "Nuestra posición es que no consideramos a Venezuela una amenaza militar'', dijo el coronel Bill Costello, portavoz del Comando Sur, con sede en Miami.
Pero añadió: "La proliferación de las armas en la región plantea una amenaza de seguridad a largo plazo y cualquier posible transferencia ilegal de esas armas a grupos terroristas como las FARC de Colombia es una fuente de preocupación''.
Esos temores se subrayaron en septiembre, cuando el Departamento del Tesoro acusó a tres altos funcionarios del gobierno de Chávez de ayudar a las FARC con armas, dinero y el narcotráfico.
Ramón Rodríguez Chacín, ex ministro del Interior de Venezuela, fue acusado de ayudar a las FARC a obtener armas y se le describió como el "principal contacto con las FARC en materia de armas por parte de Venezuela''. El Tesoro también alegó que Chacín trató de facilitar un préstamo de $250 millones del gobierno venezolano a las FARC a finales del 2007.
El general Hugo Carvajal, jefe de la Inteligencia Militar de Venezuela, y el general Henry Rangel Silva, jefe de la policía secreta (DISIP), fueron acusados de de proteger los cargamentos de drogas de las FARC. La acusación fue parte de una medida para congelar los activos de ambos hombres en Estados Unidos. No se conoce si se congeló algún activo.
Las alegaciones del Tesoro se basaron en información tomada de computadoras de las FARC capturados en marzo del 2008, cuando fuerzas colombianas atacaron un campamento en el vecino Ecuador y mataron al segundo al mando de las FARC, Raúl Reyes. Muchos de los documentos digitales se publicaron después en los medios colombianos. Chávez ha insistido en que eran fabricaciones y negó su contenido. La Interpol examinó los archivos y determinó que no se habían manipulado.
El Nuevo Herald
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