La idea de Chávez de permanecer en el poder hasta que “se le sequen los huesos” no es nueva
Como el CNE no ha encontrado una fórmula idónea para expresar aritméticamente el triunfo de la oposición, el dirigente Andrés Velásquez ha acudido en su ayuda para evitarle una embarazosa situación.
Un escenario ideal para confirmar la especie de que la política es un enorme teatro o un circo, como dirían los más cínicos, es un proceso electoral. Uno de los más agudos y perceptivos observadores del histrionismo venezolano en tiempos de campaña electoral solía ser José Vicente Rangel, antes de que el comandante Chávez se adueñara de su yo.
La idea de Chávez de permanecer en el poder hasta que “se le sequen los huesos” no es nueva. En 1998, a tres meses de las elecciones, el entonces candidato anticipó sus planes: “Hasta ahora el período es de 5 años, con la Constituyente pudiera variar. La duración del mandato no depende de la Constitución. Hugo Chávez entregará algún día” dijo.
La mayoría tomó esta declaración como una bravuconada. Rangel no. Con una entereza que ninguno de los jóvenes líderes estudiantiles de hoy podría imaginar replicó: “la torpeza de esta aseveración, es evidente, sobre todo cuando el principal ataque contra Chávez es que quiere una Constituyente a su medida, para perpetuarse en el poder (desde mi punto de vista -agregó JVR- esto es absurdo) y el sentimiento ciudadano apunta hacia la alternabilidad. Por eso mi identificación con la no reelección es en términos absolutos, es un sentimiento nacional”.
Pocos días antes del pasado domingo 3 este “nuevo hombre” que es Rangel se declaró partidario incondicional de la reelección indefinida, continuada y por siempre del presidente Chávez.
Las profecías
También en este proceso referendario abundaron predicciones, profecías, juicios contradictorios y cálculos errados. A menos de tres semanas antes del referendo, Luis Vicente León, el gurú de Datanálisis, pontificó: “Chávez ganará el referendo de la reforma por la abstención”.
“La opinión que termina importando –agregó- es la de los ciudadanos que acudan a las urnas. Al analizar las tendencias de este grupo Chávez resulta beneficiado”.
Para Keller y Asociados, 55% de los electores avalaban la reforma y apenas 30% estaban en contra. La situación cambia radicalmente -aclaró el experto- en los venezolanos que no quieren acudir a sufragar; 16% aprueban la reforma y 42% la rechazan. El único indicio del chavismo rezagado.
Félix Seijas, otro gurú encuestador al que curiosamente apelan tirios y troyanos para certificar su triunfo, aseguraba la segunda semana de noviembre que “una abstención más o menos alta, superior a 40% (como efectivamente ocurrió), favorecería al bloque del SÍ, que moviliza a electores más comprometidos. En cambio, las personas que rechazan la reforma son las menos dadas a votar”.
Dirigentes políticos y encuestas que dieron por descontado el triunfo de Manuel Rosales en diciembre de 2006 aseguraban lo contrario en esta oportunidad. En ambos casos se equivocaron. “La abstención no detiene la reforma” declaró por su parte el general Raúl Baduel. Resultó todo lo contrario, la abstención de los partidarios de Chávez detuvo la reforma.
Leopoldo López, como un pequeño Júpiter Tonante, advirtió a los electores: “Si no vas a votar eres un estúpido”. No lo ha repetido después del 3-D. En sus manifestaciones los estudiantes portaron un afiche con un Chávez que decía: “Cuento con tu abstención”. No era la intención pero afortunadamente fue así. No importa cuán cerca del evento electoral se haya emitido el juicio, los encuestadores siempre recurren al socorrido expediente de la “fotografía”. ¿Si la encuesta es una fotografía de un momento, dónde se ocultaron los 3 millones de abstencionistas chavistas todo ese tiempo?
El tercermundismo
Como se sabe transcurrieron más de cinco horas para que el presidente Chávez resolviera su “dilema”. La mejor descripción de las incidencias de esa noche la hace el eurodiputado Herrero Tejedor: “Chávez compareció pasadas las 12 y media y reconoció que desde las 9 había estado tratando de componer un discurso para comparecer ante la opinión pública.
Desde un punto de vista formal, no es democrático lo que sucedió ayer. La sociedad venezolana fue absolutamente postergada y el comportamiento al que yo asistí como observador internacional me produjo una profunda tristeza, porque la democracia es también liturgia y cuidar las formas.
El gobierno del señor Chávez dio un espectáculo tercermundista".
Nada de esto arredró a algunos dirigentes opositores con la vista puesta en el futuro. Una vez que el presidente Chávez resolvió su “dilema” una cascada de elogios lo inundó por el “coraje” demostrado al reconocer un triunfo a pesar de que “el más moderno y transparente sistema electoral del mundo” no ha encontrado forma de expresarlo aritméticamente. A estas apologías siguieron los incesantes ruegos para una reconciliación, reiteradamente rechazadas.
No contentos con estas súplicas y ante la incapacidad del CNE para expresar aritméticamente el triunfo del NO, el pasado martes Andrés Velásquez (¿en nombre del Bloque del NO?) anticipando que el próximo objetivo son las elecciones de gobernadores y alcaldes, ofreció una fórmula que bien pudiera ser un gran aporte a la técnica electoral bolivariana del abuso y el ventajismo: “La victoria fue contundente –dijo Velásquez sobre las distintas versiones de los resultados- un número más, un número menos, no es lo que importa…”.
Por Orlando Ochoa Teránhttp://www.diariodeamerica.com/front_nota_detalle.php?id_noticia=2905
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