Morales ha enfervorizado a las masas indígenas y campesinas del área rural, así como a las poblaciones marginales de las ciudades para garantizarse el apoyo social y popular. |
Una breve visión retrospectiva
Los regímenes populistas de izquierda radical en Latinoamérica, (al igual que los de derecha),han concluido siempre en el más estrepitoso de los fracasos, retrasando injustamente el merecido desarrollo social y económico de naciones y ciudadanos.
El supuesto líder de masas y gran visionario del siglo XXI., D. Evo Morales Ayma sigue adelante con el proyecto de cambio revolucionario intervencionista y cósmico-indígena (no olvidemos que periódicamente consulta a los chamanes aymaras sobre el devenir de la patria) mediante el quebrantamiento insoslayable de los principios democráticos y la continua violación de los derechos más elementales de los bolivianos.
Su presunto liderazgo bien merece un análisis desmitificador de la imagen que ha intentado transmitir desde su ascenso a las más altas instancias del Estado boliviano.
Existen una serie de reglas, , que sirven como referencia para valorar la capacidad del líder en un estado democrático y de derecho, trataremos de aplicarlas a la acción de gobierno llevada a cabo por el Presidente Morales desde su contundente victoria en las urnas.
Ningún líder político está en posesión de la verdad absoluta.
El Sr. Morales está convencido de que el pensamiento y la agenda que representa el social-comunismo latinoamericano del siglo XXI constituye la única vía posible para alcanzar las metas de justicia social y crecimiento económico que tanto necesita Bolivia.
En la mística y visionaria creencia de ser el único líder capaz de salvar a la nación de la persistente situación de crisis que ha sufrido en las últimas décadas, ha sabido aprovechar perfectamente la fragilidad democrática y la inestabilidad política previa a su elección para vender a los bolivianos la idea de la necesidad de un cambio que ha terminado por convertirse en una amenaza para los principios democráticos en los que descansa la convivencia y la gobernabilidad de la nación andina.
Pero el ejercicio del poder le ha delatado: Su supuesta “revolución pacífica” es inamovible, una especie de religión convertida en verdad absoluta que debe ser comprendida, asumida y profesada por toda la ciudadanía. En consecuencia “el régimen de libertades alcanzado por el Movimiento al Socialismo” señala con el dedo y cataloga como enemigos de la patria a los bolivianos que no están conformes con su proyecto, para más tarde desatar su persecución política , selectiva y judicializada.
Morales, y el principal ideólogo del régimen, el Vicepresidente García de Linera entienden que solo cabe implantar su ideología reaccionaria, demagógica y excluyente (es el instrumento necesario ver renacer a la Bolivia étnica, precolombina, colectivista e igualitaria) como solución a tantos años de bochorno neoliberal. La consigna es acabar con la institucionalidad democrática, buscar el cambio constitucional mediante la creación de la Asamblea Constituyente con la finalidad de tener el camino allanado para demoler la democracia desde dentro del sistema e intervenir la economía como medida para corregir los desmanes propios del neocapitalismo.
Nadie está en posesión de la verdad absoluta. Ni siquiera el Sr. Morales. El Presidente debería fantasear con una revolución que nunca llegará.
El líder no impone y desarrolla la acción de gobierno respetando los principios y valores democráticos en cualquier caso.
Para ejercer de demócrata no basta con haber sido elegido en las urnas, hay que serlo, estar convencido de ello y actuar en consecuencia. La ideología que profesa el Sr. Morales, cargada de prejuicios racistas y tintes fanáticos no respeta los sagrados principios de la libertad, la democracia y el estado de derecho, lo que le lleva a adoptar una postura autocrática que según él, le autoriza a legitimar cualquier cosa con sólo citar las dificultades que atraviesan los indígenas y las clases menos favorecidas.
La revolución pretendida desde el gobierno no es otra cosa que una imposición radical que pretende sustituir el concepto de ciudadano por el de miembro de una comunidad étnica, primando los derechos colectivos frente a los individuales. y que subordina la división de poderes y la igualdad ante la ley al logro de los objetivos totalitarios.
El Presidente pone al Estado al servicio de su revolución y no al gobierno al servicio del bien común. Así es capaz de aprobar una constitución ilegítima e ilegal de hecho y de derecho, de desoir con una tranquilidad pasmosa los resultados de los distintas consultas electorales planteadas en los territorios de la “Media Luna” a favor de la autonomía, o de atacar al poder judicial, uno de los pilares esenciales y garantía sobre la que se sustenta el normal funcionamiento del sistema democrático.
Aunque parezca una obviedad es conveniente recordar que el cambio propuesto por el gobierno Morales es una caricatura de la democracia, carente de originalidad alguna (ya se ha repetido sin éxito alguno en otras ocasiones), además de constituir un instrumento abominable para destruir el sistema de libertades que en su momento decidieron darse todos los bolivianos.
Se espera que el líder adopte decisiones pensando en el bien común de la nación , y por tanto de todos los ciudadanos.
El Presidente ha recreado todos los mitos del pasado para concluir que el país se encuentra en un momento crucial para destruir el actual sistema político y poder devolver a los indígenas al lugar que les ha asignado la historia. ¿¿¿??
Con este argumento falaz trata de justificar un estilo de gobierno exclusivo y excluyente que prima sólo a un sector de la población boliviana, olvidando alevosa e intencionadamente que en el oriente del país también hay bolivianos que son ciudadanos con los mismos derechos y obligaciones.
Un concepto caduco que no tiene nada que ver con la idea de bien común que impera en cualquier democracia avanzada. Así, Evo Morales ha hecho uso de todos los instrumentos a su alcance para logar los objetivos de su proyecto político-cultural. creado un aparato estatal al servicio de los intereses de la revolución social-comunista que pretende implantar en Bolivia.
Así., como cualquier dirigente autoritario ha tomado el control absoluto de las Fuerzas Armadas mediante aumentos de sueldo, ascensos irregulares y mejoras en sus condiciones de trabajo La administración tampoco ha quedado fuera de manipulación sectaria. En este sentido el Presidente se ha encargado de instruir a sus ministros, viceministros y directores para que evalúen a los funcionarios públicos con el objetivo de cambiar a los elementos "contrarrevolucionarios" por "bolivianas y bolivianos" "revolucionarios" La medida, claramente contraria a derecho y adoptada con miras a lograr la aprobación de la consulta electoral pretende lograr el apoyo incondicional del aparato estatal a la campaña por el “si” a la nueva Carta Magna.
El gobierno es el principal instigador y manipulador de las masas y movimientos sociales cuando requiere amedrentar a sus opositores transmitiendo una imagen de fuerza (sería bueno recordar como autorizó el desfile militar de los incondicional ponchos rojos en Santa Cruz de la Sierra, acto realizado junto a las fuerzas armadas regulares).
No cabe duda de que Morales ha enfervorizado a las masas indígenas y campesinas del área rural, así como a las poblaciones marginales de las ciudades para garantizarse el apoyo social y popular. Estas circunstancias han determinado el aumento considerable de las manifestaciones de racismo, la confrontación regional y las diferencias entre los bolivianos (prueba de ello es que el gobierno ostenta el penoso record de 28 muertos durante el periodo de mandato del Sr. D. Evo).
En materia económica el Presidente Morales castiga a las regiones opositoras de una forma clara y contundente. Así la inversión pública en los departamentos donde ganó el sí a la autonomía, (Beni, Pando, Tarija y Santa Cruz) sufrirá una considerable disminución en el año 2008.
El Presidente Morales ha demostrado no solo que no respeta a quienes piensan diferente a él, sino lo que es más grave, ha terminado realizando una clara distinción entre ciudadanos y súbditos emulando a regímenes totalitarios que nadie desea recordar.
La Bolivia de hoy, es una Bolivia sin inversión privada, con inflación, con menor producción de hidrocarburos y minerales y con un clima de negocios bajo mínimos. Todo ello es consecuencia de la situación de permanente enfrentamiento, el revanchismo y la incertidumbre generada desde cada una de las esferas gubernamentales.
La forma de gobierno en la que se encuadran las decisiones del líder se fundamenta en el consenso, como mínimo en cuestiones de Estado.
La esencia del arte de gobernar en una sociedad democrática avanzada consiste en proponer verdaderas soluciones a los problemas mediante el recurso al diálogo y el consenso. No solo se trata de una exigencia impuesta por el propio sistema sino que además constituye una de las máximas responsabilidades del gobernante, más aún cuando la materia que se dirime se enmarca en las políticas de Estado.
El cambio revolucionario propuesto por el Presidente Morales a través de la nueva Constitución es una cuestión fundamental para el devenir de la nación, ya que afecta ineludiblemente a los intereses, principios y valores sobre los que se asienta la convivencia entre todos los ciudadanos.
D. Evo no ha sabido, (y menos áun querido) comprender que se trata de una cuestión de Estado que solo puede ser resuelta recurriendo al consenso entre todas las fuerzas políticas, y así lo ha demostrado en unas recientes declaraciones: “La nueva Constitución ya es un patrimonio de los bolivianos, ya no es una materia negociable y el pueblo determinará en referéndum si la aprueba o la rechaza" (sic).
Después de confirmar su disposición al dialogo con los prefectos autonomistas, (la oposición ya se extiende territorialmente a más de la mitad país) al Sr. Evo Morales no le ha temblado la mano para declarar que la Constitución -votada en un cuartel militar y sin presencia de la oposición- "no es negociable", lo que supone echar de nuevo por tierra los intentos de diálogo en un momento clave para vencer los fantasmas de la polarización, la incierta división del país y el no menos probable enfrentamiento civil.
La provocación de sus palabras es de una irresponsabilidad manifiesta, ya que la gravedad de la situación no puede dejar margen a especulación alguna. Después aprobar el engendro constitucional y de convocar a los Prefectos a un diálogo sin condiciones el Presidente ha llegado a afirmar que “Para defender la unidad del país se debe “tirar al tacho” (cubo de basura) el estatuto autonómico de algunas familias cruceñas que también estarían en afanes golpistas” (sic).
Como es lógico la respuesta de Cívicos y representantes prefecturales de ese departamento no se ha hecho esperar , ya que entienden que sus palabras empañan el diálogo entre el Gobierno y cinco regiones abocándolo a un fracaso seguro antes de que las partes se sienten en la mesa de negociaciones.
D. Filemón Escobar, ideólogo del Movimiento al Socialismo y dirigente actualmente defenestrado de la vida política por el mandatario del país, llegó a declarar en una reciente visita a Santa Cruz de la Sierra: "Evo, ¿tú has sido educado en una escuela de izquierda tradicional? No, tú eres un aymara, tienes la filosofía de la complementariedad de lo opuesto, no de la confrontación, menos de la división, Evo tienes que volver a tu línea original, a una línea de consenso". (sic)
El Sr. Escobar estaba en lo cierto Sus palabras no reflejaban una advertencia, sino más bien una premonición sobre el futuro de la política boliviana.
En un estado democrático el fin nunca justifica los medios, por lo que el líder debe de huir de posiciones demagógicas y objetivos inalcanzables.
Toda revolución debe contar con un discurso único al uso que sirva de instrumento para “despertar y exacerbar” a las masas. En el caso de Bolivia la prédica es de todos conocida, ya que se trata de algo muy antiguo: Una mezcla de ideología bolchevique aderezada con las valiosas aportaciones del Maestro Castro, y completada con las recientes revisiones de su discípulo Hugo Chávez Frías.
Se trata de impedir que los bolivianos cuenten con los instrumentos necesarios para decidir qué es lo mejor, o dicho de otro modo, no es otra cosa que una actividad encaminada a eliminar su capacidad política de discernimiento.
¿Quiénes son, según el Presidente Morales, los enemigos o las fuerzas malignas y opresoras que acechan los intereses de Bolivia y constituyen el origen de todos sus males? Fuera del país el liberalismo, la globalización, las transnacionales, el imperialismo o la conquista española Dentro de sus fronteras los empresarios, los vende-patrias, los blancoides y los opositores al régimen (en especial los Prefectos de la “Media Luna”).
El neoliberalismo es el culpable de todas las desgracias habidas en la corta pero intensa historia del país, y ese mensaje demagógico es el que se debe transmitir a la ciudadanía (ya se sabe, una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad).
A pesar de todo Morales ha cambiado de actitud y pensamiento por el propio devenir de las circunstancias, pues no es lo mismo ejercer funciones de dirigente cocalero que de Presidente del país. Ahora ataca a las transnacionales con la boca pequeña, porque sabe que las necesita, y reconoce el valor de los sectores productivos privados en la generación de la riqueza nacional. ¿Demagogia, quizás?
Uno de los ejemplos más ilustrativos de la falacia populista del Presidente Morales es el discurso que ha mantenido después de la aprobación de la nueva e ilegal Constitución Política del Estado, cuando trata de transmitir “el ciudadano que no está a favor del texto no respeta la legalidad vigente, encarna la anti-democracia y se constituye “per se” en enemigo declarado de los intereses de la nación”.
La demagogia no termina ahí, y en una segunda fase hace un llamamiento a los movimientos sociales y organizaciones adeptas al régimen para defender por cualquier medio el texto que han querido darse ¿¿¿¿todos los bolivianos???, amedrentando a los elementos de la oposición allí donde se encuentran.
El Presidente quiere vender su proyecto como una revolución pacífica y necesaria, pero la realidad es otra muy distinta. Su régimen de pensamiento totalitario y agenda única se ha teñido de sangre en numerosos conflictos nacidos de la intransigencia y poco interés del gobierno por encontrar soluciones a los problemas. Por si fuera poco, ironías del destino, Morales ha osado aceptar su postulación para alcanzar el Premio Nobel de la Paz.
El primer líder indígena que llega al poder en Latinoamérica también promueve el falseamiento de la historia como medio para alcanzar sus objetivos, así por ejemplo, nunca ha reconocido que los aymaras fueron esclavos del imperio inca hasta que llegó la conquista española. Se trata de buscar la restauración de supuestas o míticas instituciones prehispanas idealizando situaciones que en nada se ajustan a la verdad histórica.
Cualquier régimen autoritario que se precie debe contar con altas dosis de demagogia, así, el gobierno Morales acostumbra a utilizar un doble discurso dependiendo del público que acude a escuchar sus prédicas. Recordemos al Vicepresidente Linera instigando al ejército irregular e ilegal de los ponchos rojos a utilizar el terrorismo como vía para implantar la ideología indígena-centralista que representa el actual presidente de Bolivia.
El líder no miente, difama o vierte acusaciones falsas. Se trata de una cuestión de credibilidad.
El Sr. Morales ha basado su mandato en reiteradas acusaciones sin fundamento, acompañadas de promesas de presentación de unas pruebas que posteriormente nunca han llegado a ver la luz.
Las mentiras vertidas a lo largo del último año de gobierno han sido infinitas, y en la mayoría de los casos se han caracterizado por su escándalo y gravedad, con implicaciones de terceras personas o instituciones ajenas a la situación denunciada.
El sábado 1 de Diciembre de 2007 el Presidente Morales osó decir, en un mitin celebrado ante sus incondicionales seguidores, que algún embajador europeo le dijo personalmente que “había francotiradores de tus opositores” (sic), en los desgraciados sucesos de Sucre, saldados con tres muertos y más de trescientos heridos.
En respuesta a esta declaración, D.Martin de la Beij, Embajador de los Países Bajos y Presidente de la Unión Europea en Bolivia, tuvo que negar que los diplomáticos europeos hubieran vertido semejante acusación.
Otras falsedades son tan estrambóticas que solo pueden causar hilaridad. Atendiendo a las palabras, poco creíbles del Sr Morales, el Partido Popular español (centro-derecha), junto con los servicios de inteligencia del imperio EEUU y la oposición cruceña han creado una abyecta trama para derrocarle…,aunque todavía no se haya podido presentar prueba alguna que demuestre tal afirmación.
Parece que mentir se ha convertido en el deporte de los adeptos a la “revolución silenciosa”. Ministros, altos funcionarios o el propio Presidente mienten u omiten la verdad (que es otra forma de mentir), de forma reiterada y tendenciosa. Cuando no son las tropas americanas en el Chapare, son los grupos contra-revolucionarios creados con los fondos de la “Media Luna”, o las fotos de opositores con presuntos terroristas colombianos de extrema derecha... La cuestión es difamar, que algo queda.
De lo que no habla nunca el presidente es del número total de efectivos venezolanos que se encuentran desarrollando funciones en el país, o de cuales son esas supuestas funciones, o cual ha sido la ayuda recibida de la revolución bolivariana, o incluso, de cuantos aviones de la fuerza aérea venezolana aterrizan en territorio nacional boliviano y que llevan en sus bodegas… En este caso se trata de una cuestión de estado que poco puede interesar a los ciudadanos bolivianos.
Otras mentiras tienen menos consecuencias. Son las que nacen de la diferencia existente entre el deseo y la realidad, porque luego los datos ponen en su sitio a cada uno. El Presidente Morales ha llegado a vender la supuesta bonanza económica del país declarando que si el país seguía la senda de crecimiento de los últimos meses en diez años podría alcanzar el PIB de Suiza, valorado en US 5.5 miles de millones, aproximadamente diez veces superior al boliviano.
El Presidente Morales carece de credibilidad, solo la puede tener entre los seguidores que se entregan ciegamente al líder y son capaces de defender la revolución sin medir racionalmente el alcance y las repercusiones que puede tener, tanto en sus vidas como en el devenir de la nación.
El líder es realista, inteligente y competente en su campo. Acepta las responsabilidades y no imputa los errores a otros.
El líder que exhibe continuamente una actitud sectaria e irracional demuestra escaso nivel de inteligencia y termina por perder su credibilidad ante los ciudadanos. El Sr. Morales no transmite una imagen de capacidad intelectual suficiente para el desempeño de sus funciones como Jefe de Estado (le cuesta expresarse en público, es reiterativo en sus discursos, desconoce la relevancia de las relaciones internacionales...) o como mínimo, no ha sabido hacer frente a los problemas que acucian al país de una forma responsable.
En realidad dicha actitud parece formar parte de estrategia perfectamente calculada ( no se debe olvidar que El Sr. Morales llegó a dirigir a los cocaleros en el Chapare y además fundó un partido político que actualmente rige los designios del país). Es la imagen que vende y desea transmitir porque posteriormente la utiliza como argumento para acusar a sus presuntos enemigos (“la otra Bolivia”) de racistas e intransigentes con el pensamiento indígena-revolucionario.
El problema es otro, y nace de su visión distorsionada de la realidad del País, del mundo y de la historia propia. Es esa la principal causa de la incompetencia manifiesta de Morales para gobernar, y de su constante pérdida de apoyo entre la ciudadanía boliviana. (las últimas encuestas señalan que el 48% de la población no aprobaría en consulta electoral la Nueva Constitución Política del Estado).
En otro orden de cosas hay que señalar que entre las virtudes del líder se encuentra la de saber seleccionar a los miembros del gobierno y a los tecnócratas que van a ocupar cargos relevantes en la administración del Estado. Lo que si parece cierto es que tampoco el señor Morales ha sabido dar respuesta a dicha exigencia, ya que la mayoría de los cuadros de mando del gobierno han demostrado una gran ineptitud para el ejercicio de las función pública. Sirva como ejemplo la presidenta de la Asamblea, Doña Silvia Lazarte, máxima expresión gubernamental de la incapacidad para el l diálogo, además de representar el máximo exponente de la intolerancia y el racismo hacia todo lo que no es propio.
Ya son demasiados los errores cometidos por el actual gobierno, no solo en el ámbito político, también en el económico, materia en el que se ha mostrado una desidia absoluta por adoptar medidas necesarias destinadas al fomento y mejora los sectores productivos, para más tarde imputar los fracasos a otros (es el caso de la inflación, disparada en 2007 hasta el 11,7%).
Según el informe elaborado por la Cámara de Comercio y Servicios de Santa Cruz para el mismo año 2008 se prevé un crecimiento desmedido de la administración pública boliviana (71,3% del PIB), y lo que es más grave, se sigue alentando el proceso inflacionario incrementando el item de “otros gastos corrientes” de Bs 126 millones a Bs 6.861, es decir 5.341%.
Bolivia de de ser el único país “democrático” del mundo cuyo gobierno entiende que las exportaciones suponen un perjuicio para el modelo de desarrollo económico, por responder a un concepto neoliberal de comercio que no se adapta a la realidad del país.
Así lo ha expresado la ministra de Desarrollo Rural y Agropecuario, Susana Rivero, cuando ha declarado que “Para el gobierno exportar ya no es una prioridad como lo fue para los "gobiernos neoliberales. El modelo de desarrollo anterior desordenó todas las capacidades del Estado para intervenir en el desarrollo rural y sólo se dedicó a potenciar a algunos sectores en desmedro de los medianos y pequeños productores. ¿¿¿???
Una de los compromisos más importantes que adoptó el Sr. Morales en la fase previa a la celebración de la consulta electoral que le alzó al poder fue el de la lucha contra la corrupción. De hecho buena parte de los votantes que le dieron su apoyo, lo hicieron porque esperaban un cambio de actitud en la forma de hacer gobierno.
En esto también ha decepcionado a la ciudadanía boliviana ya que los casos de flagrante corrupción se han multiplicado (concesión de visas chinas, nombramiento de cargos en YPPF haciendo uso de avales del MAS…) sin que el gobierno haya adoptado las medidas oportunas para hacer frente a una lacra que parece enquistada tanto los órganos que ejercen el poder como en las instituciones públicas.
Además el gobierno Morales ha creado un problema añadido al país con el aumento de la producción legal de hoja de coca. Que duda cabe, el programa aprobado por la administración para incentivar su cultivo no es otra cosa que la forma de agradecer a los cocaleros el incondicional apoyo y los servicios prestados a la revolución social-comunista impuesta por el Presidente (no se debe olvidar que, a día de hoy, aún no ha abandonado el cargo de dirigente de los productores de coca del Chapare cochabambino).
Aunque las consecuencias de la medida sen imprevisibles sí se puede aportar algo al respecto. Por el momento es muy poco probable que Bolivia acceda a la prórroga del acuerdo APDEA firmado con los EEUU, por el que exporta al país americano una extensa lista de productos sometidos a arancel cero.
En este sentido la embajada de Estados Unidos, sostiene (tomando como referencia informes visuales de sus satélites) que la producción de coca en Bolivia tuvo un inusual incremento en los dos últimos años, llegando a alcanzar las 26.500 hectáreas, cuando la producción legal de coca permite un máximo de 20.000.
El problema se puede complicar, aún más, si cabe, ya que a pesar de las constantes soflamas lanzadas contra el imperio por parte de los avezados representantes del gobierno en el país andino, Bolivia ya ha realizado la propuesta para acceder a 657 millones de dólares vinculados a la Cuenta del Desafío del Milenio, que serán donados pro los EE.UU y utilizados en la integración vial de la región norte del país.
Demasiados contratiempos y no menos dilemas nacidos de la inexperiencia, ineptitud e intransigencias del partido en el poder,. En este sentido es importante recordar que Evo Morales es el dignatario de Bolivia y por tanto, el máximo y último responsable de todo lo que está sucediendo en la nación andina.
Se espera que el líder sepa dar respuestas a los problemas evitando situaciones de confrontación que impidan o dificulten el normal funcionamiento de la acción de gobierno.
El Presidente Morales entiende que solo puede alcanzar sus objetivos destrucción del sistema mediante la fórmula del conflicto directo con todo lo que signifique su “alter ego” ideológico. (es lo que está escrito en la guía única del buen revolucionario socialista del siglo XXI).
Por esta razón no escatima esfuerzos en el uso de la provocación continua y el manejo de una retórica excluyente. El mismo ha llegado a describir la confrontación política y social como un enfrentamiento entre la población indígena pobre del país y los ricos bolivianos de descendencia europea.
El Sr. Morales moviliza constantemente a los grupos sociales fieles al régimen contra los enemigos de dentro y fuera porque el pensamiento único indigeno-centralista solo encuentra su razón de ser en el conflicto necesario para la destrucción de las bases sobre las que se ha construido el estado liberal.
Decir Evo Morales en la actualidad es sinónimo de conflicto, amenaza e incertidumbre sobre el futuro del país... pero no nos confundamos, el Presidente sabe guardar bien las espaldas y como cualquier líder autoritario ha logrado el beneplácito y la aprobación de la mayoría de los miembros que componen las fuerzas armadas, fieles hoy a su proyecto. Prueba de ello son las palabras de despedida de su ex comandante en jefe, Wilfredo Vargas, cuando llamó a "reprimir" y "aniquilar" a todos aquellos que se opongan a los intereses del país, (en alusión directa a los gobernadores y cívicos opositores al gobierno de Morales).
Todo da igual con tal de alcanzar el objetivo final. Así, el Presidente recurre constantemente al mensaje de la unidad nacional para luego desconocer e inaplicar el concepto de soberanía cuando permite la insultante ingerencia del gobierno venezolano en cuestiones de política interior. Parece que ha sido ésta la única fórmula posible para garantizarse la inestimable ayuda de su maestro Hugo Chávez Frías, instigador de la idea del socialismo del siglo XXI.
Lo único cierto es que mientras la justicia pueda mantener su sagrada independencia y no se contamine su funcionamiento las provocaciones de Morales tendrán sus consecuencias legales Así, el Colegio de Abogados de Chuquisaca ha presentado ante la Fiscalía General de la República una proposición acusatoria pidiendo un juicio de responsabilidades contra el presidente Evo Morales; el ministro de Gobierno, Alfredo Rada; y tres jefes policiales por los delitos de genocidio y violación de derechos y garantías constitucionales y otros, cometidos en los sucesos violentos del 23, 24 y 25 de noviembre del año pasado en Sucre.
Finalmente el Presidente ha visto las orejas al lobo y ha flexibilizado su posición accediendo, aunque se trate solo una pose política cara a la galería, a dialogar con los prefectos opositores.
Concedámosle el beneficio de la duda, por el bien de Bolivia y de todos los bolivianos es deseable que no se trate de otra maniobra propagandística y demagógica del gobierno.
Cualquier líder mundial debe estar presente en la escena internacional con políticas activas , coherentes y comprometidas que busquen el reforzamiento de la posición de su país en el concierto de naciones, promoviendo la libertad y el avance de las democracias en el mundo.
La intransigencia e incapacidad mostradas por El Sr. Morales a lo largo de su mandato proyecta al mundo la imagen de un país convulso, al borde del enfrentamiento civil y, por ende, con pocas perspectivas de crecimiento económico. El hecho de que su política constituya un apéndice más del pensamiento único chavista es síntoma de un futuro poco esclarecedor.
Parece evidente que la alianza antisistema en Latinoamérica, representada también por el Presidente boliviano, identifica y señala a los supuestos enemigos comunes en el exterior, lo que ha acabado provocando un progresivo y generalizado rechazo en los países con gobiernos verdaderamente democráticos.
A día de hoy Bolivia ha perdido peso en la escena internacional precisamente por no impulsar el avance de la democracia, y promover alianzas con países desprestigiados y poco recomendables. El caso de Irán es inaudito, una nación que fomenta el terrorismo internacional, que desconoce lo que significa el mínimo respeto a los derechos humanos, y que, (aunque lo niegue constantemente), se ha integrado en el reducido club de países que buscan poder nuclear propio.
El discípulo Morales aprende rápido, y no ha hecho más que seguir fielmente las directrices establecidas por el “boss” de la revolución bolivariana, casualmente el primer país latinoamericano en aliarse con la peligrosa república árabe.
Lo que ya no llama la atención son las constantes diatribas lanzadas contra los Estados Unidos, porque esto si que forma parte de la agenda única del socialismo. Un día sí y otro también el Sr Morales insulta a la primera potencia del mundo para luego solicitarle ayudas en su condición de país pobre. Se puede decir que si los Estados Unidos no existieran el discurso de Evo perdería todo sentido y entonces se vería obligado a invertar un nuevo USA.
El que debe de estar realmente cansado es el embajador de los EEUU en La Paz, D. Philip Goldberg, al que se le ha acusado de casi todo, y en lógica consecuencia se ha visto obligado a manifestar que las expresiones del Presidente Morales, en contra de su misión diplomática “solo logran complicar las ya tensas relaciones entre ambos países” (sic).
Además el Sr. Morales persevera en su intención de demonizar constantemente el proceso de globalización con el fin de poder justificar sus políticas intervencionistas y proteccionistas en lo económico que traen como consecuencia la restricción de libertades en todos los ámbitos ( ya se sabe, “hay que vacunarse contra el sistema neoliberal”).
En consecuencia ha decidido que los tratados de Libre Comercio son una falacia inútil que solo puede perjudicar el progreso de la nación andina. Por eso decide firmar nuevos Tratados, pero ahora con los países ricos afines a la revolución socialista… El éxito está garantizado.
Por si tanto desmán no fuera suficiente todavía quedan por reseñar los ataques dirigidos contra las instituciones multilaterales que trabajan por sacar a Bolivia de la pobreza. Según Morales constituyen el símbolo más atroz del capitalismo salvaje (es ese el argumento esgrimido para abandonar el Centro de Arbitraje del banco Mundial) pero luego no pone ninguna objeción a la concesión de sus créditos y ayudas al desarrollo.
En estas condiciones parece del todo imposible que un país como Bolivia sea tomado en serio en el escenario global de las relaciones internacionales. Mucho tendrían que cambiar las cosas…
En un mundo globalizado el verdadero líder sabe que las aptitudes, poses y decisiones políticas adoptadas en el ámbito interno pueden tener consecuencias en el exterior, por lo que está obligado a sopesar y calcular “el coste de las mismas”.
El líder actual debe de se capaz de mantener y garantizar las condiciones de accesibilidad y seguridad de del mercado nacional a la inversión extranjera (El semanario “Latin Business Chronicle” puso a Bolivia en el último puesto de la región al calificar el ambiente político que se necesita para atraer inversiones).
Este principio económico tan elemental, (la creación de un clima de negocios suficientemente atractivo) no está siendo aplicado por el Presidente Morales en su país porque constituye el polo opuesto a los principios que inspiran la revolución social-comunista encarnada por él mismo.
Sus ansias intervencionistas han llevado al actual gobierno a controlar el 30% de la economía nacional a costa, en muchos casos, de la confrontación directa (cuando no ha sido la expulsión) con las distintas transnacionales que explotaban sus negocios en territorio boliviano cumpliendo escrupulosamente los requisitos exigidos por la legislación del país.
La pregunta es una consecuencia lógica de las decisiones y poses adoptadas por el gobierno Morales... ¿podrán los sectores nacionalizados mantener los niveles de explotación y prestación de servicios existentes con anterioridad al proceso de intervención?
Conclusiones
Una breve visión retrospectiva de la realidad histórica latinoamericana nos lleva a la conclusión de que los regímenes populistas de izquierda radical en Latinoamérica, (al igual que los de derecha), han concluido siempre en el más estrepitoso de los fracasos, retrasando injustamente el merecido desarrollo social y económico de naciones y ciudadanos.
Los bolivianos dijeron sí al cambio votando al Sr. Morales en gran parte por el hastío sentido hacia la política y los políticos oficiales. Transcurrido más de un año de mandato, el nuevo Presidente, primer indígena que llega a ocupar el cargo, ha demostrado ser el máximo exponente de los principios revolucionarios fundamentados en el espejismo de la demagogia, el populismo, el etnocentralismo y la confrontación directa con sus detractores.
Evo no es un líder democrático, y lo que es aún peor, se advierte que la situación del país no tiene visos de haberle hecho meditar sobre el callejón sin salida al que pretende conducir a sus conciudadanos.
Por Gregorio Cristóbal Carle
Diario de América
http://www.diariodeamerica.com/front_nota_detalle.php?id_noticia=3801
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