viernes, 28 de septiembre de 2007

Soldados se rehúsan a disparar contra civiles en Myanmar




Infobae
Hay signos de una posible división en el liderazgo del Ejército en torno a la gestión de la crisis, luego de que algunos militares se negaran a continuar con la masacre. Los manifestantes no ceden a la represión e intensifican sus protestas

La radio opositora basada en Oslo Voz Democrática de Birmania informó, citando declaraciones de testigos, que los soldados se negaron a disparar hoy en al menos un lugar en la ex capital Rangún, como ocurrió ayer en Mandalay, la segunda mayor ciudad del país.

El vicedirector de la emisora de radio, Khin Maung Win, dijo en entrevista telefónica que algunos soldados desplegados en Mandalay dejaron ayer sus armas y se arrodillaron como señal de respeto a los monjes. Al parecer, la división 33 de Mandalay va a ser replazada.

Otras informaciones sin confirmar sugieran también que el comandante de Rangún, el geneneral Hla Htey Win, se encuentra bajo arresto después de que los soldados bajo su comando se negaran a abrir fuego contra los manifestantes.

También circulan rumores de que los familiares de los líderes militares están huyendo, posiblemente a Singapur o Macao, aunque la emisora radiofónica no pudo confirmar esa información.

La radio continuó hoy confiando en la información que le llegaba desde su país, a pesar de que las conexiones a Internet con Myanmar se cortaron en lo que se sospecha como un intento del régimen de evitar que se transmita información y fotografías o grabaciones de video al exterior.

Sin embargo, la compañía estatal de comunicaciones explicó que se rompió un cable submarino.


Manifestantes desafían al régimen

En tanto, multitudes desafiaron hoy a los soldados y la policía que levantaron barricadas en el centro de la ciudad de Rangún para impedir más protestas contra 45 años de Gobierno militar y crecientes dificultades económicas en Myanmar, la antigua Birmania.

En medio de las escaramuzas, grupos de varios cientos de hombres y mujeres gritaban en inglés: "Púdrete, Ejército. Sólo queremos democracia", provocando ataques de algunos soldados en la antigua Birmania.

Los manifestantes desaparecían en el laberinto de estrechas calles del centro y reaparecían para continuar con su descarga contra la violencia en cualquier otro lado de una ciudad.
Algunos monjes declararon a emisoras extranjeras en idioma birmano que no iban a ceder. Hablando en condición de anonimato, agregaron que formaron un "frente unido" de clérigos, estudiantes y activistas para continuar la lucha.


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