viernes, 23 de enero de 2009

Rafael Del Naranco: La Patria es él, nadie más


Esperpéntico, prepotente, fachendoso, algo ridículo, si no fuera por su afán de asemejarse en cada mohín al espeluznante Fidel Castro, su alter ego.

Ahora el Comandante escribe, adereza con la espátula dos cuartillas en varios medios de comunicación impresos, ya que las ondas electromagnéticas con las que machaca hasta dejar en salmuera al país, no le son suficientes.

El Parnaso lo espera y comenzó a levantar arcos con hojas de banano hasta llegar a los pies de Zeus, y que el dios proclame al Olimpo su gloria literaria.

¡Loado sea el César Imperator! Lo suyo es atenazar la mente del pueblo hasta la consumación de los siglos, o hasta que el propio Yahvé le diga: "Chávez, ¡ya está bien!, deja a la humanidad tranquila, que mucho me costó darle un libre albedrío".

Aún no esclarecía ayer el alba en brillos refulgentes sobre la Venezuela pasmada de que el Gran Líder fuera, además del primer locutor del país, maestro, arquitecto, ingeniero, deportista, campesino y conductor de masas, y ahora antojadizo columnista de prensa, cuando olas ciclópeas de adulantes lanzaban al éter loas en la radio y televisión del proceso con tanto ahínco apasionado, que los propios Mao y Stalin, padres del culto a la personalidad en la era moderna, se revolcaron compungidos en sus mortajas. Alguien, a la sombra de los palmerales del Caribe, los había superado con creces.

Las primeras líneas de ese artículo del jefe de Estado, son auténticas: "Soy en esencia un soldado". Cierto: su horizonte es el campo de batalla, la lucha despiadada contra el contrincante político que no comparte sus "ideas y convicciones", aunque él se guarnezca en la retaguardia en los momentos difíciles.

No ha dicho, y sería plausible que lo hiciera: "Soy el Presidente de todos los venezolanos, los que se hallan en mi círculo, y aquéllos fuera de él. Mi misión más sacrosanta es unir, no separar. Cumplir y hacer respetar las leyes. Hacer que la Constitución sea el valor más excelso posible, pues nadie, ni Yo mismo, está por encima de la Carta Magna. Juro defender, hasta con mi vida, la independencia de los poderes públicos, razón y atributo de los imperecederos valores de la libertad". Su primer artículo es más de lo mismo: el Chávez empeñado en creer que su presencia perenne en Miraflores es de vida o muerte para la supervivencia de Venezuela.

Presidente: No, no y no, usted no es la Patria. Lo somos todos, y la alternabilidad en el poder es la columna vertebral de la democracia.

El Mundo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por el premio.
Un abrazo desde Israel

Anónimo dijo...

Madre mía lo que tenéis que aguantar, y yo me quejaba de ZP en España.......

un abrazo