sábado, 7 de marzo de 2009

Judeofobia endógena


No se trata sólo de actos vandálicos: la comunidad judía denuncia que en medios oficialistas proliferan contenidos que crean un clima de antijudaísmo nunca antes visto en el país.

Primero, como suele suceder, es el verbo. Aseverar, por ejemplo, cosas así: "El mundo tiene para todos, pero resulta que unas minorías, los descendientes de los mismos que crucificaron a Cristo, se adueñaron de las riquezas del mundo". Hay algo nocivo en esas palabras. Más aun si se dicen en una celebración de Navidad, más aun si se trata de un acto público, y aun más si salen de la boca del Presidente de un país. La cita es de Hugo Chávez, el año 2005.

Ya en noviembre de 2004 había sucedido el allanamiento al Centro Social, Cultural y Deportivo Hebraica con la excusa de estar buscando armas y explosivos que nunca aparecieron, y algunos sectores de la comunidad judía venezolana empezaban a percibir señales hostiles.

Una curiosa coincidencia no pasó inadvertida: "El juez Maikel Moreno firmó la orden de allanamiento en la mañana de un viernes y si estás buscando armas, se supone que debes actuar de inmediato", recuerda el director de la comisión de derechos humanos de la Fraternidad Hebrea Venezolana, Sammy Eppel: "Pero esperaron hasta el lunes para hacer el procedimiento, justo cuando los niños entraban al colegio y el mismo día en que Chávez llegaba de visita a Teherán. Mi lectura es que Chávez le estaba demostrando a Irán: 'Así es como yo trato a mis judíos'".

En realidad ciertas alarmas ya se habían encendido con la estrecha relación que en su momento mantuvieron Hugo Chávez y Norberto Ceresole. El controvertido asesor del mandatario es autor del libro Caudillo, Ejército, pueblo. La Venezuela del presidente Chávez, cuyas primeras páginas se ocupan de lo que plantea como "la cuestión judía". Ceresole, acusado más de una vez de antisemita, esgrime una serie de argumentos en tono revisionista que no sólo ponen en duda la magnitud del Holocausto, por ejemplo, sino que ubican de manera tajante a la comunidad judía del país como racista y adversaria de Chávez a raíz de un duro artículo publicado por el rabino Pynchas Brenner -un "profeta del odio sionista", según Ceresole- el 1 de diciembre de 1999.

"Este libro es de un mentor de Chávez", recalca Eppel: "Es un manual para los revolucionarios venezolanos escrito por quien también fue embajador itinerante de Hezbolá".

Argumentos como los allí planteados -y otros aun más agresivos- se multiplicaron entre los medios de comunicación controlados por o cercanos al Gobierno a partir de la guerra en el Líbano en 2006 y aun más a finales del año pasado con la muy cuestionada operación Plomo Fundido, ambas, ya se sabe, emprendidas contra Hamas.

El cierre de 2008 y las primeras semanas de 2009 fueron de verbo rabioso y encendido y además de las terribles imágenes de la guerra, nos dejaron las estampas de ministros, diputados y altos funcionarios venezolanos dando declaraciones oficiales -como las referidas a la expulsión del embajador de Israel- luciendo las tradicionales kufiyas palestinas.

Las palabras empezaron a ceder espacio a las acciones. Las manifestaciones públicas de apoyo a los palestinos de Gaza terminaban por dejar a su paso un rastro de graffitis de vocación antijudía. El 6 de enero fue expulsado del país -por segunda vez- el embajador israelí Shlomo Cohen.

Los días 21 y 22 de enero, según denuncias del vicepresidente de la Asociación Israelita en Venezuela, David Bittan, personas que se movilizaban en motos pintaron consignas antijudías a las afueras de la Asociación. En la noche del 30 un grupo armado irrumpió en el lugar, causó destrozos y profanó la sinagoga Tiferet Israel (el caso es tratado como robo y sus autores materiales fueron detenidos rápidamente). Y en la madrugada del 26 de febrero lanzaron una granada contra la sede del Centro Comunitario Judío Beth Shmuel, en la urbanización La Florida.

Eso, en el plano físico, porque el episodio de un directivo de la Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho rechazando la participación de la orquesta en el musical El violinista sobre el tejado por ser "un emblema judío", apunta a algo más profundo y quizás más tenebroso.

¿Es esta especie de judeofobia del siglo XXI producto de un discurso que surge desde instancias gubernamentales?

Lo que se anunciaba
La directora de Asuntos Latinoamericanos del Comité Judío Americano, Dina Siegel Vann, visitó Caracas en marzo y se fue convencida de que los discursos del Presidente en contra del Estado de Israel crearon "un ambiente permisivo para atacar a la comunidad judía".

Ariel Segal, analista internacional y profesor de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Lima, enlaza los eventos ocurridos con las "manifestaciones en medios oficiales y en espacios como La Hojilla" para llegar a una conclusión: "Es obvio que hay permisividad para ir más allá de la crítica, una crítica que a veces se hace con mucha ignorancia. Cuando Chávez rompe relaciones con Israel lo hace en realidad aliándose con Hamas, no se está cuadrando con el pueblo palestino, sino con una facción específica. Estas cosas que han sucedido no hubieran pasado si no existiera una permisividad y esa tendencia del Gobierno a estar parcializado, repito, no con los palestinos sino con Hamas, una organización que llama a la destrucción del Estado de Israel".

Como ejemplo, Segal señala la proliferación de mensajes que se encuentran en medios oficialistas no sólo contra Israel, sino contra los judíos.

El diario Vea y el portal Aporrea.org, además de VTV y Radio Nacional y algunas publicaciones del interior, han sido monitoreadas con más o menos rigor en este sentido. Un estudio presentado en la Conferencia Mundial contra el Antisemitismo, realizada en febrero en Londres, da cuenta de alguna estadística reveladora: entre octubre y diciembre del año pasado Aporrea publicó 136 textos considerados antijudíos. Y a lo largo del año contabilizaron un promedio de 45 piezas por mes. En los 30 días que van desde el 28 de diciembre hasta el 27 de enero de 2009 el asunto aumentó a un promedio de 5,4 piezas por día.

En el caso de Vea el crecimiento en su pauta de contenidos fue singular: pasaron de tener un solo texto en octubre de 2008, a 13 en octubre y 16 en diciembre. Y en en el mismo lapso de 30 días, promediaron igualmente 5,4 piezas por día con contenido considerado antisemita.

Esa es sólo una muestra. "El 5 de diciembre presentamos a la Fiscalía la denuncia de todos esos ataques en estos medios, con nombre y apellido", dice Abraham Levy, presidente de la Confederación de Asociaciones Israelíes de Venezuela, CAIV: "Denunciamos hechos contrarios a la Constitución porque se nos ataca como individuos por pertenecer a una religión".

"Hay leyes que impiden la incitación a la violencia y al odio", señala Ariel Segal: "Y cuando las violaciones las cometen factores de oposición, se aplican de inmediato. Pero en el caso de estos medios, incluso los del Estado, se permite a algunas personas incitar al odio. Eso implica algo".

Entre 2003 y lo que va de año, la CAIV envió 61 comunicaciones a instancias gubernamentales advirtiendo sobre esos contenidos que estarían violentando normas constitucionales: 14 al despacho presidencial y 18 a diferentes ministros.

"Es innegable que todo el antisemitismo en Venezuela viene de parte de fuentes vinculadas al Gobierno y de medios de comunicación del Estado", sentencia Eppel: "Por primera vez desde el fin de la II Guerra, existe antisemitismo de Estado en un país occidental. Y es un antisemitismo que se vende como político e ideológico".

El caso de Aporrea, para Eppel, es revelador en más de un sentido: "Su fundador y webmaster es Martín Sánchez, el cónsul general de Venezuela en San Francisco, California. Es decir, Sánchez maneja un sitio antisemita, que profesa el odio, desde Estados Unidos y encima siendo diplomático. Eso evidencia que Aporrea no es, como se pretende, un sitio independiente. El año pasado publicaron más de 300 escritos antisemitas. Ya algunas instituciones judías en Estados Unidos están preparando denuncias en este sentido".

Nunca subestimaron las organizaciones de venezolanos judíos el impacto que pueden tener las palabras, el poder del mensaje: "Presentamos una recopilación de ejemplos antisemitas en los medios oficialistas como denuncia y advertimos que si no se hacía algo al respecto iban a pasar a las acciones", explica Eppel: "Y ocurrió".

Oscar Medina
El Universal

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