La boliburguesía venezolana ha copado los vuelos a Antigua para conocer el destino de sus dólares
Seguramente menudearán las explicaciones sobre lo ocurrido con Stanford en Venezuela. Y, como en el caso del maletín, habrá enfáticas negativas del gobierno ante cualquier sugerencia que lo afecte.El fraude de Stanford fue descubierto en media hora por el venezolano Alex Dalmady. Empezó, como en el caso del maletín, con otro vuelo misterioso. De acuerdo a una emisora de radio de Antigua, el 20 de febrero de 2009 un avión venezolano llegó a esa isla del Caribe transportando a varios funcionarios del gobierno de Caracas. Los funcionarios venezolanos se dirigieron de inmediato a la residencia del primer ministro de Antigua y Barbuda, Baldwin Spencer.
¿De qué se habló en esa reunión? ¿Acaso del colapso del Stanford International Bank? Es muy probable. Y casi seguramente, de todo el dinero que la oligarquía venezolana ha invertido en ese paraíso fiscal que es Antigua. Según el superintendente de bancos de Venezuela, Edgar Hernández Behrens, los venezolanos invirtieron entre 2.300 y 3.000 millones de dólares en el banco "offshore".
Ya a estas alturas, es posible que el gobierno venezolano tenga la lista completa de clientes venezolanos del banco. Es una buena ocasión para someterlos al ludibrio público y demostrar que la Revolución Bolivariana no tolerará el uso de las riquezas del país en beneficio de unos pocos. Pero, en ese caso ¿Por qué el viaje se hizo con tanto sigilo? ¿Cual es la identidad de los funcionarios que iban a bordo del avión? ¿Es que el viaje tenía otros motivos que sería incómodo divulgar?
DEMASIADO BUENO PARA SER CIERTO
"Nunca ha existido, y nunca existirá, una forma fácil de hacer dinero", enunció Sir R. Allen Stanford a sus inversionistas el año pasado. "Se requiere disciplina, conocimiento, experiencia, trabajo duro, y simple sentido común". Ungido de esas virtudes, y de poderosos vínculos políticos en Estados Unidos, Stanford creó un imperio financiero que prometía a sus inversionistas reintegros de hasta 14% de sus aportes.
Conociendo la necesidad de engrasar los codos en Washington, Stanford donó dinero a diestra y a siniestra, e hizo aportes a las campañas políticas de John McCain (28.000 dólares), Barack Obama (31.750 dólares), y Hillary Clinton (6.900 dólares), entre otros. Se estima que esos candidatos presidenciales figuran entre más de 100 prominentes políticos norteamericanos que recibieron un total de 2,4 millones de dólares de Stanford Financial Group desde 2000. Casi dos terceras partes del dinero fue a parar a las campañas de dirigentes demócratas. (Información del Centre For Responsive Politics, que analiza la entrega de dinero para campañas políticas). Demostrando su espíritu humanitario, apenas se destapó la olla, todos los políticos mencionados, entre ellos Obama y McCain, informaron que los aportes de Stanford serían destinados a obras de caridad.
EL DETONANTE
Se estima que a fines de 2008, Stanford Financial Group contaba con más de 30.000 inversionistas.
Y entre 10.000 y 15.000 de esos clientes eran venezolanos. Según The Financial Times, "los depósitos típicos eran entre 80.000 y 200.000 dólares". Y había además otra ventaja: a diferencia de bancos norteamericanos o europeos, Stanford pedía a sus clientes venezolanos sólo una copia del pasaporte y una dirección para hacer los depósitos.
La bonanza prometida por Stanford colapsó en enero de este año, y gracias en buena parte a un intrépido venezolano, el analista financiero Alex Dalmady, quien publicó una crítica de Stanford International Bank en la revista Veneconomía, y la divulgó en un blog. A Dalmady le demoró media hora en la internet analizar los estados de cuenta del banco de Stanford y sus reintegros por inversiones para convencerse de que se trataba de otro fraude similar al ejercido por Bernard Madoff, el financista que estafó a sus clientes en 50.000 millones de dólares.
Dalmady difundió su análisis en la Internet, y eso fue un instantáneo best-seller. Blogueros en América Latina, en Estados Unidos y en Europa reprodujeron el trabajo de Dalmady. A partir de ese momento, los días de Stanford como inversionista estuvieron contados.
Ahora, la Comisión de Valores y de Canjes de Estados Unidos, la Autoridad Reguladora de la Industria Financiera, reguladores de la Florida y la oficina en Houston del FBI, están explorando los chanchullos de Stanford, acusado de haber defraudado a sus clientes en una suma estimada en 8.000 millones de dólares.
PAN PARA HOY
Con la inflación en más de 30%, una de las más altas del mundo, temores a la devaluación, y una enorme incertidumbre sobre los planes que reserva el presidente Hugo Chávez a los ciudadanos de Venezuela, los propietarios de dólares consideraron el banco Stanford una apuesta segura, y sus reintegros, bastante suculentos. Y aunque el presidente Chávez no se cansa de predicar la austeridad en las filas revolucionarias, más de uno de sus acólitos dolarizados parece haber cedido a la tentación, depositando sus ahorros bien habidos en Stanford International Bank. "Si bien el grueso de los clientes del Stanford International Bank en Venezuela parecen ser venezolanos adinerados que intentan proteger su dinero de la revolución del señor Chávez", señaló The Financial Times, "una cifra significativa de sus clientes son funcionarios del gobierno y militares, algunos de alta graduación, según personas al tanto de las operaciones del banco".
El diario dijo, citando a un economista venezolano, que el propósito de la visita a Antigua por parte de "altos funcionarios del gobierno" de Caracas "era evitar que se descubriera información sobre los depósitos". El affair Stanford, indicó el matutino londinense, "puede ser penoso para el gobierno, especialmente, si emerge la lista de clientes". La posesión de una cuenta en el Stanford International Bank "no sólo permitía a los depositantes eludir los controles de capital de Venezuela, sino que la información podría exponer la corrupción", pues "el banco era usado posiblemente como destino de fondos obtenidos por funcionarios de manera ilícita".
CONJETURAS
Los próximos días menudearán las explicaciones sobre lo ocurrido con Stanford en Venezuela. Y, como en el caso del maletín, seguramente habrá enfáticas negativas del gobierno de Caracas ante cualquier sugerencia que afecte su buen nombre y honor. Ningún funcionario venezolano habrá viajado a bordo de un avión que pronto será declarado inexistente, y a poco de andar, se descubrirá una nueva maniobra de la potencia del norte.
Especialmente teniendo en cuenta que, como en el caso del maletín, nuevamente el FBI, una de las agencias predilectas del imperialismo, está introduciendo sus narices en aquello que no le importa. (Según The Wall Street Journal, algu- nos agentes norteamericanos viajaron en fecha reciente a Antigua para obtener más datos sobre el colapso del banco).
De todas maneras, más de uno se pregunta si la pava persigue a los funcionarios de la Revolución Bonita. Y abundan quienes desean conocer el nombre de los funcionarios que viajaron rumbo a Antigua a bordo de ese avión imaginario.
TalCual
Harry Blackmouth - Crónicas desde Nueva York
Ya a estas alturas, es posible que el gobierno venezolano tenga la lista completa de clientes venezolanos del banco. Es una buena ocasión para someterlos al ludibrio público y demostrar que la Revolución Bolivariana no tolerará el uso de las riquezas del país en beneficio de unos pocos. Pero, en ese caso ¿Por qué el viaje se hizo con tanto sigilo? ¿Cual es la identidad de los funcionarios que iban a bordo del avión? ¿Es que el viaje tenía otros motivos que sería incómodo divulgar?
DEMASIADO BUENO PARA SER CIERTO
"Nunca ha existido, y nunca existirá, una forma fácil de hacer dinero", enunció Sir R. Allen Stanford a sus inversionistas el año pasado. "Se requiere disciplina, conocimiento, experiencia, trabajo duro, y simple sentido común". Ungido de esas virtudes, y de poderosos vínculos políticos en Estados Unidos, Stanford creó un imperio financiero que prometía a sus inversionistas reintegros de hasta 14% de sus aportes.
Conociendo la necesidad de engrasar los codos en Washington, Stanford donó dinero a diestra y a siniestra, e hizo aportes a las campañas políticas de John McCain (28.000 dólares), Barack Obama (31.750 dólares), y Hillary Clinton (6.900 dólares), entre otros. Se estima que esos candidatos presidenciales figuran entre más de 100 prominentes políticos norteamericanos que recibieron un total de 2,4 millones de dólares de Stanford Financial Group desde 2000. Casi dos terceras partes del dinero fue a parar a las campañas de dirigentes demócratas. (Información del Centre For Responsive Politics, que analiza la entrega de dinero para campañas políticas). Demostrando su espíritu humanitario, apenas se destapó la olla, todos los políticos mencionados, entre ellos Obama y McCain, informaron que los aportes de Stanford serían destinados a obras de caridad.
EL DETONANTE
Se estima que a fines de 2008, Stanford Financial Group contaba con más de 30.000 inversionistas.
Y entre 10.000 y 15.000 de esos clientes eran venezolanos. Según The Financial Times, "los depósitos típicos eran entre 80.000 y 200.000 dólares". Y había además otra ventaja: a diferencia de bancos norteamericanos o europeos, Stanford pedía a sus clientes venezolanos sólo una copia del pasaporte y una dirección para hacer los depósitos.
La bonanza prometida por Stanford colapsó en enero de este año, y gracias en buena parte a un intrépido venezolano, el analista financiero Alex Dalmady, quien publicó una crítica de Stanford International Bank en la revista Veneconomía, y la divulgó en un blog. A Dalmady le demoró media hora en la internet analizar los estados de cuenta del banco de Stanford y sus reintegros por inversiones para convencerse de que se trataba de otro fraude similar al ejercido por Bernard Madoff, el financista que estafó a sus clientes en 50.000 millones de dólares.
Dalmady difundió su análisis en la Internet, y eso fue un instantáneo best-seller. Blogueros en América Latina, en Estados Unidos y en Europa reprodujeron el trabajo de Dalmady. A partir de ese momento, los días de Stanford como inversionista estuvieron contados.
Ahora, la Comisión de Valores y de Canjes de Estados Unidos, la Autoridad Reguladora de la Industria Financiera, reguladores de la Florida y la oficina en Houston del FBI, están explorando los chanchullos de Stanford, acusado de haber defraudado a sus clientes en una suma estimada en 8.000 millones de dólares.
PAN PARA HOY
Con la inflación en más de 30%, una de las más altas del mundo, temores a la devaluación, y una enorme incertidumbre sobre los planes que reserva el presidente Hugo Chávez a los ciudadanos de Venezuela, los propietarios de dólares consideraron el banco Stanford una apuesta segura, y sus reintegros, bastante suculentos. Y aunque el presidente Chávez no se cansa de predicar la austeridad en las filas revolucionarias, más de uno de sus acólitos dolarizados parece haber cedido a la tentación, depositando sus ahorros bien habidos en Stanford International Bank. "Si bien el grueso de los clientes del Stanford International Bank en Venezuela parecen ser venezolanos adinerados que intentan proteger su dinero de la revolución del señor Chávez", señaló The Financial Times, "una cifra significativa de sus clientes son funcionarios del gobierno y militares, algunos de alta graduación, según personas al tanto de las operaciones del banco".
El diario dijo, citando a un economista venezolano, que el propósito de la visita a Antigua por parte de "altos funcionarios del gobierno" de Caracas "era evitar que se descubriera información sobre los depósitos". El affair Stanford, indicó el matutino londinense, "puede ser penoso para el gobierno, especialmente, si emerge la lista de clientes". La posesión de una cuenta en el Stanford International Bank "no sólo permitía a los depositantes eludir los controles de capital de Venezuela, sino que la información podría exponer la corrupción", pues "el banco era usado posiblemente como destino de fondos obtenidos por funcionarios de manera ilícita".
CONJETURAS
Los próximos días menudearán las explicaciones sobre lo ocurrido con Stanford en Venezuela. Y, como en el caso del maletín, seguramente habrá enfáticas negativas del gobierno de Caracas ante cualquier sugerencia que afecte su buen nombre y honor. Ningún funcionario venezolano habrá viajado a bordo de un avión que pronto será declarado inexistente, y a poco de andar, se descubrirá una nueva maniobra de la potencia del norte.
Especialmente teniendo en cuenta que, como en el caso del maletín, nuevamente el FBI, una de las agencias predilectas del imperialismo, está introduciendo sus narices en aquello que no le importa. (Según The Wall Street Journal, algu- nos agentes norteamericanos viajaron en fecha reciente a Antigua para obtener más datos sobre el colapso del banco).
De todas maneras, más de uno se pregunta si la pava persigue a los funcionarios de la Revolución Bonita. Y abundan quienes desean conocer el nombre de los funcionarios que viajaron rumbo a Antigua a bordo de ese avión imaginario.
TalCual
Harry Blackmouth - Crónicas desde Nueva York
No hay comentarios:
Publicar un comentario