Chávez y el chavismo son fenómenos políticos que dependen de su apariencia mediática y su formalidad verbal y jurídica, en pocas palabras, su gran fuerza es discursiva, apuntalada por un disfraz estadístico, y conforma ese nueva expresión política llamada "telepopulismo", de allí su gran necesidad de controlar todos los medios de comunicación social, empresas transmisoras de datos y empresas encuestadoras, justamente para dar la impresión de que se trata de un gran movimiento de masas. La presencia de este movimiento neocomunista en los medios y en las diversas encuestas nacionales, las construcciones semánticas, visuales, tanto de actos de calle como de reuniones y propaganda son las verdaderas bases de su poder, en esas ocasiones vemos al líder actuando como autoridad religiosa y su organización política como una secta, lo cual es reconfortante y atractivo para un segmento muy pequeño de la población. El discurso se genera en la cabeza y baja en una sola versión hasta la base de la pirámide donde se multiplica y se hace creer que es así como piensa y actúa "el pueblo".
Los chavistas no discuten el concepto histórico, el origen y la trayectoria del término "pueblo" tan importante en su discurso, no les importa, es una de esas palabras con poder que los hace ver grandotes, poderosos, respaldados por un gentío que no existe. Pero precisamente dependiendo de la acepción y el contenido de la palabra es que se van a derivar otros conceptos tan importantes como son: democracia, nación, soberanía, Estado de Derecho, identidad nacional, entre otros.
Para empezar esta breve disquisición voy a partir de la idea de Gilles Boëtsch en su libro El pueblo, pasado y futuro: "La palabra "pueblo" es polisémica, pues remite a una serie de figuras: teológica, histórica, racial, sociológica y etnológica… El paso del concepto de pueblo al de población indica una ruptura semántica importante pues se construye un objeto medible y por tanto analizable. No obstante, a la inversa del pueblo, la población es un objeto complejo que escapa al proyecto político. Y reducir la población a pueblo, es incorporar al debate el nacionalismo y el populismo, cuya oscura verdad perturba el panorama. La realidad del pueblo de hoy es una identidad mestiza que propone un nuevo modo de socialización y nos obliga a adaptarnos a él".
Con la aparición del fascismo se le incorporó a la palabra "pueblo" nuevos significantes, como el de una masa humana única que es fácilmente idealizada en una retórica de tipo moral, a la que se le atribuye una sed de justicia y de cambios, con este discurso, los fascistas manipulan sentimientos y símbolos para lograr un solo cometido, ser ellos los únicos representantes de esa entelequia llamada pueblo y por lo tanto asumir una autoridad incuestionable. Lo expresa muy bien Alejandro Rozitchner en su blog: "Las personas concretas y reales que arman el universo social se ven reprimidas, desconocidas, desalentadas, desactivadas, por el uso de este concepto, generalmente en manos de participantes en juegos de poder que buscan no tanto el bienestar común sino imponer un pobrismo generalizado. En los hechos, las políticas hechas en nombre del concepto pueblo suelen producir una disminución de la calidad de vida de los aglutinados en tal concepto. Dichas políticas limitan enormemente el ejercicio de las libertades sociales y resultan por ello contrarias al desarrollo productivo, espiritual, cultural de una comunidad. La idea de pueblo se alimenta de un profundo resentimiento en contra de lo que es capaz de manifestarse y existir fuera el ámbito del llamado "campo popular", forma pretensiosa de aludir al aplastante impulso revanchista, empobrecedor, limitado, ignorante, que nuclea a las fuerzas conservadoras y reaccionarias del siempre equívoco concepto de pueblo".
Chávez llama pueblo sólo a quienes son sus seguidores, que no somos la mayoría de la población, "el pueblo" chavista sólo existe en unos registros viciados que conforman las listas oficiales que maneja el organismo electoral y que al momento de las consultas populares, aparecen "electrónicamente" apoyando las iniciativas comunistas, las cuales son confirmadas por encuestas de calle compradas y manipuladas. Con el apoyo de ese pueblo virtual, los comunistas actúan unilateralmente confundiendo los conceptos de democracia y nación para dar una ilusión de soberanía. Con esta trampa mediática, de la que el rey socialista y sus cómplices abusan en cada discurso, está imponiendo un proceso, una revolución que sólo tienen sentido para la minoría a la que él pertenece, minoría militante y radical vendida a los intereses imperialistas del comunismo y el terrorismo internacional.
Tendríamos que recordar lo que ya dijo Cecilio Acosta por allá, en 1847, para contradecir a Guzmán Blanco, quien llamaba pueblo a sus facciones violentas: "No lo olvidemos: pueblo, en el sentido que nosotros queremos, en el sentido que deben querer todos, en el sentido de la razón, es la totalidad de los buenos ciudadanos…" y buenos ciudadanos eran y son los que trabajaban, los propietarios, los comerciantes, todos los hombres y mujeres con ocupación, con deberes y derechos, responsables de sus actos, de sus familias, de sus bienes… pueblo son todos aquellos que tienen mucho que perder con una salvaje revolución en manos de unos mentirosos de oficio.
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