viernes, 12 de octubre de 2007

TRICONTINENTAL




"Pero la movilización activa del pueblo crea sus propios dirigentes: César Montes y Yon Sosa levantan la bandera en Guatemala, Fabio Vasquez y Marulanda lo hacen en Colombia, Douglas Bravo en el Occidente del país y Américo Martín en El Bachiller, dirigen sus respectivos frentes en Venezuela." Con estas palabras, Américo Martín adquirió el rarísimo honor de ser uno de los pocos revolucionarios que ha sido exaltado por el mismísimo Ché Guevara en persona, en este caso, en el mensaje a la Tricontinental, publicado el 16 de abril de 1967.

De manera que la rancia consigna de "crear dos, tres, muchos Vietnam" que encabezaba aquel mensaje, echada a volar en estos días a los cuatro vientos por el comandante en jefe del proceso, tenía sus destinatarios, que sintieron conmoverse una fibra muy íntima de su ser y se echaron a ocupar su puesto en el combate, a favor de la revolución continental antiimperialista proclamada en aquella famosa declaración de guerra.

Que Américo Martín llame a votar en el referéndum aprobatorio de la nueva constitución comunista, en realidad es una muy mala noticia para el régimen, porque siempre, en todos los casos, ha fracasado en sus aventuras políticas, incluyendo su intentona guerrillera, tan celebrada por el Che Guevara.

También fracasó en sus intentos electorales, sea que llame a la abstención, al voto nulo o a votar por su partido, el MIR, que ya lo ha intentado todo, desde los 60 para acá, con el resultado de que el electorado, con un raro instinto político, siempre ha terminado haciendo lo contrario de lo que él predica.

De qué magnitud será el sino de Américo Martín que hasta el profeta de la lucha armada, Ernesto Che Guevara de la Serna , desbarró de tal manera que ni sus más enceguecidos admiradores podrán negar que se equivocó de medio a medio con este personaje. Pero no es esta su única equivocación.

¿Qué sentido puede tener hoy día llamar a "crear dos, tres, muchos Vietnam"? Quien entre en una tienda de Oxford Street, a comprar unos zapatos Reebok, con su banderita británica estampada o una de esas prendas típicas de las universidades inglesas, descubrirá con más desilusión que sorpresa que en las etiquetas dice, indefectiblemente, "Made in Vietnam".

¿Qué puede significar esto? Que Vietnam es una gran maquila, un país que ofrece mejores condiciones laborales a las grandes transnacionales capitalistas que las que nunca ofreció Hong Kong, Taiwán o Corea del Sur. Que la máxima aspiración del gobierno popular es ingresar al club de los tigres asiáticos, entrar en la organización mundial del comercio, desarrollar una economía capitalista emergente, participar de esa maldita globalización que tanto repugna a todos los izquierdistas trasnochados. Hace mucho que Vietnam restableció relaciones con EEUU y recibió a la pareja presidencial, Bill y Hilary Clinton, como héroes.

Quieren crear dos, tres, muchos Vietnam en Latinoamérica: Bienvenidos sean, pero por los capitalistas salvajes, que cantarán vítores y hurras.

El mensaje a la Tricontinental, del que dice el régimen cubano y sus acólitos que "está más actual que nunca", es un compendio de errores de previsión que debería dar pena exhibirlo como si fuera El Sermón de la Montaña del profeta armado. Por ejemplo, cuando habla del Oriente Medio en plena ebullición, sin que pueda prever "hasta dónde llegará esa guerra fría entre Israel, respaldada por los imperialistas, y los países progresistas de la zona", no se puede menos que preguntar cuáles serán esos países progresistas: ¿Irán y Siria? Porque allí no hay sino monarquías absolutas o despotismos continuistas y hereditarios, que es lo que ha resultado del mal llamado "socialismo árabe".

"En Rhodesia la situación puede tornarse sumamente explosiva si cristalizan los esfuerzos de los patriotas negros para alzarse en armas...". Lo cierto es que "los patriotas negros" comandados por Robert Mugabe, tomaron el poder en Rhodesia, le cambiaron el nombre a Zimbabwe e impusieron una sangrienta tiranía que lleva más de 30 años devastando al país. Confiscaron las haciendas de los "colonos blancos", destruyeron el aparato productivo y su precaria red bancaria. Hoy sufren de una inflación del dos mil por ciento diario, la más alta del mundo, desabastecimiento y represión. La consecuencia de la revolución agraria ha sido la misma que en todos los países latinoamericanos: migración campo-ciudad; pero con el agravante de que Mugabe no quiere que los shanty towns echen a perder la imagen de su revolución, por lo que su respuesta ha sido lanzarle los tractores a los marginales que él mismo ha creado. Situación ciertamente explosiva, pero en sentido contrario al que pronosticaba el Che.

Igualmente explosiva es la situación en el sudeste asiático, no solo en Vietnam y Laos. "También lo es en Cambodia, donde en cualquier momento puede iniciarse la agresión directa norteamericana". Lo cierto es que en 1975 Pol Pot tomó el control con su Khmer Rojo, cambió el nombre del país por Kampuchea e inició una revolución agrarista, deportando la población de la ciudad al campo, perpetrando uno de los peores genocidios del siglo XX. La aventura terminó con una agresión, pero no de EEUU, sino del Vietnam heroico, que ocupó el país y derrocó la dictadura de Pol Pot en 1978. A inicios del año 79, China comunista invadió a su vez a Vietnam, para obligarlos a retirarse de Camboya, entre otras cosas. Buenos ejemplos de internacionalismo proletario.

"Al enfocar la destrucción del imperialismo, hay que identificar a su cabeza, la que no es otra que los Estados Unidos de Norteamérica." Es decir, la única potencia que jamás se ha identificado a sí misma como imperio y nunca ha tenido un emperador, como sí lo han hecho orgullosamente, desde el Imperio Persa para acá, Rusia, China e incluso Brasil. Sin discusión, la potencia más agresiva del planeta es China, que no sólo se impuso en la disputa contra los imperios japonés y ruso por el territorio del Manchukuo, sino que invadió a un Tibet inofensivo, arrebató Hong Kong al imperio británico y tiene sus baterías apuntadas ahora contra Taiwán. Ha tenido guerras fronterizas con la India, Vietnam y mantiene guerrillas maoístas en Nepal y Bután. Pero gracias a su afiliación comunista, no puede ser considerada "imperialista", al contrario, es una fortaleza contra el imperialismo americano.

El Che Guevara no es un teórico revolucionario, por lo que sus admiradores prefieren considerarlo como "un hombre de acción", un promotor de la violencia destructiva. Su obra máxima, "La guerra de guerrillas", no agrega nada a las obras homónimas atribuidas a Mao Tse Tung, Vo Nguyen Giap y los clásicos del marxismo. El alabado Diario del Che en Bolivia, no tiene ningún mérito literario, ni el supuesto valor poético que se le ha querido atribuir. Es una latosa recopilación de hechos sin trascendencia y de escaramuzas desprovistas de todo heroísmo.

El único aporte original reconocido al Che Guevara es la incorporación de una dimensión emotiva en la lucha política, completamente extraña al marxismo. En efecto, la pretensión de tratarse de una doctrina científica ha hecho que los marxistas desprecien profundamente los sentimientos humanos, a los que no les atribuyen ningún rol en el desenvolvimiento de los fenómenos históricos. Para ellos, la historia se desarrolla por la dialéctica de potencias absolutamente abstractas, como fuerzas productivas, relaciones de producción y la lucha de clases que se deriva de ellas, que son completamente independientes de la voluntad de las personas. ¿Qué espacio puede tener el amor o el odio en una concepción así, que además se pretende objetiva y lógicamente coherente?

"El odio como factor de lucha, el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierten en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así, un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal."

Este párrafo, quizás el más conocido del mensaje a la Tricontinental, que hace retroceder con horror a propios y extraños, por su descarnado maquiavelismo, produce una ruptura de conciencia que hace completamente incompatible al guevarismo con el cristianismo, la religión del amor. Así que no se puede ser cristiano y guevarista al mismo tiempo, son doctrinas totalmente incompatibles.

De manera que resulta realmente descacharrante que por un lado se ostenten las camisetas del Che Guevara, se lo eleve a una suerte de olimpo moral, como exponente máximo de la ética revolucionaria, ejemplo para los niños del mundo, o al menos de Cuba donde recitan a diario "seremos como el Che"; y al mismo tiempo se abran juicios sumarios contra estaciones de televisión por "incitación al odio". Es imposible resolver si reír o llorar al ver escenas como aquellas, durante la crisis de RCTV, en que personas bien intencionadas trataban de calmar y le recomendaban a la actriz Norkys Batista que moderara su indignación ante los insultos incalificables que recibía de un sujeto llamado Silva, a través del canal del Estado, porque podía ser acusada de "incitación al odio", el cargo favorito enarbolado también contra RCTV.

Esto no es doble moral, ni cinismo, ni maquiavelismo, es mucho más que eso, es otro intento, desafortunadamente ya ensayado en el mundo, de demostrar que no existen límites en la lucha por el poder, que los caudillos que aspiran realmente a ser soberanos de sus pueblos, pueden no aceptar por encima de ellos ninguna limitación, divina o humana, que todo es posible para su voluntad, que no está sujeta ni por sus propias afirmaciones actuales o anteriores.

La aventura boliviana del Che Guevara no es más romántica ni más altruista que la de Butch Cassidy & Sundance Kid, bandoleros en búsqueda insensata de un pasado para siempre perdido. Por alguna razón misteriosa, la fábula del bandido desafortunado siempre ha cautivado la imaginación popular. El doctor Guevara fue una nulidad como médico. Como Presidente del Banco Nacional de Cuba, no dejó nada digno de memoria, como no fuera esa desdeñosa firma de los billetes cubanos con el sobrenombre "Che". Como Ministro de Industria se mostró incompetente, al punto de que fue despedido para dar de cabeza en el Congo, en 1965, a dirigir una guerrilla que incluso sus apologistas admiten fue un estruendoso fracaso. De inmediato volvió a Cuba de incógnito, para ser reinsertado clandestinamente en Bolivia, en 1966.

En Bolivia el Che Guevara no logró el apoyo ni siquiera del Partido Comunista Boliviano, para quien no era más que un aventurero, al fin y al cabo, argentino, con quien no iban a compartir el liderazgo de su revolución, por lo que ellos mismos lo entregaron al ejército que, al menos, sí era boliviano. Murió tal como siempre había vivido: un vagabundo irresponsable, deambulando perdido, sin rumbo definido, sin familia, patria ni bandera y repudiado por sus propios camaradas comunistas. Esta es la raíz de la leyenda trágica del Che, la base psicológica de su popularidad: el martirologio, la muerte solitaria y triste, que incita a la piedad y al sentimentalismo .

La dictadura castrista es la primera sorprendida por el marketing alcanzado por la figura mítica del Che. A partir del 8 de octubre de 1967, "Día del guerrillero heroico", todo es farsa y truculencia, burdo aprovechamiento comercial de la fantasía popular, siempre propensa a erigir fetiches y santorales de cualquier muerto famoso, desde Evita Perón hasta Carlos Gardel, sin cuidarse si son políticos, toreros, cantantes o guerrilleros.

Pero este mito no ha arraigado ni siquiera en Cuba. Observando como los niños son obligados desde el preescolar a recitar estúpidamente "seremos como el Che", hemos oído por la radio a una humilde mujer que declaraba: "¿Para qué quiero yo que mi hijo sea argentino, asmático y terrorista? Yo quiero que mi hijo sea cubano, sano y útil a su país".

http://www.venezolanosenlinea.com/index.php?option=com_content&task=view&id=16018&Itemid=63

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es un asco el artículo y una pena tu blog, no veo porque tanta condecoración, ah sí,es el juego de hacerse condecorciones entre los mismos... ya lo he visto, pero con mejores actores.
¡Guácatelas!
Tan plurales son que casi seguro no permitirán este comentario en su envenenada web

Katya dijo...

Anónimo:

¿Ya expulsaste toda la bilis que tenías acumulada? Espero que sí.

No me extraña ningún comentario denigratorio por parte de los cavernícolas comunistas. Los comprendo, tanto complejo de inferioridad, odio hacia quien logra superarse trabajando bien duro, su resentimiento y envidia hacia quienes progresan en la vida gracias al trabajo individual y la iniciativa personal les generan harta amargura.

Entiendo que padecen serios trastornos de personalidad y por eso no presto excesiva atención a sus comentarios. Hay que compadecerse de los enfermos, y sobre todo de los ignorantes que nunca han tenido la oportunidad de elevar su nivel cultural y caen fácilmente en las garras de los "mesías" como Chavez, Morales, Correa, Ortega y otros semovientes que no vale la pena mencionar.

Saludos en nombre de la libertad y la democracia.