domingo, 2 de marzo de 2008

Reacciones inadmisibles


Mientras en Colombia, en ceremonia fúnebre presidida por el presidente Álvaro Uribe en el Cantón Norte de Bogotá, se le rendían honores nacionales al soldado Carlos Hernández León, muerto en el combate que dio de baja a 'Raúl Reyes', en Venezuela, el presidente Chávez decretaba un minuto de silencio en homenaje a un "revolucionario consecuente", víctima de un "asesinato cobarde" del gobierno colombiano.

Hay que estar muy 'deschavetado' para ignorar de tal manera la sensibilidad de un pueblo; para ofender tan burdamente la sensibilidad de millones de colombianos que hace menos de un mes, en la más masiva movilización en la historia del país, salieron a las calles a gritar su repudio a todo lo que representa 'Raúl Reyes'. La reacción del mandatario venezolano revela, además, que su relación con los dirigentes de las Farc es más profunda y emotiva de lo que se temía. Y que su influencia sobre el presidente Rafael Correa, del Ecuador, es más fuerte de lo imaginado.

Insólito y paradójico, pues, que un hecho recibido por la inmensa mayoría de los colombianos como un tanto legítimo -y sin precedentes- que el Estado se anota en la larga confrontación con las Farc, haya generado al mismo tiempo un choque diplomático con Ecuador y haya llevado a Chávez a escalar su enfrentamiento con Colombia y con el presidente Uribe a niveles sin precedentes.

Quién lo diría: la muerte, en una operación militar en las duras condiciones de una guerra irregular, del segundo jefe de una organización armada responsable del dolor de cientos de miles de personas ha sido calificada por Chávez como un "asesinato cobarde".

Una falta de conexión con las realidades y sentimientos imperantes en Colombia muy semejante a la del artículo de Anncol, agencia oficiosa de las Farc, que tituló la muerte de 'Reyes': 'Uribe asesina a otro sindicalista'. Pero, más allá de estas elocuentes demostraciones de cercanía y simpatía, este fin de semana surgió una delicada tensión con dos países vecinos, que debe manejarse con agilidad e inteligencia.

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Además de despacharse contra Uribe con epítetos insólitos, Chávez ha ordenado militarizar la frontera con diez batallones y tanques y ha cerrado su embajada en Bogotá. Declaró lo sucedido una violación de la soberanía ecuatoriana, dijo que Colombia, con apoyo de Estados Unidos, se está convirtiendo en el "Israel de América" y amenazó con la guerra si una incursión similar tiene lugar en territorio venezolano.

Y el presidente Rafael Correa -quien inicialmente había reaccionado con más tranquilidad, luego de la llamada de Uribe, el sábado por la mañana, en la que le explicaba los hechos- llamó a consultas a su embajador, envió una nota de protesta por considerar la operación contra 'Reyes' un acto de agresión y una violación de la soberanía del Ecuador, y suspendió su prevista visita a Cuba para atender la emergencia. Dijo que irá hasta las últimas consecuencias para aclarar un episodio sobre el cual, según él, su colega colombiano está o "mal informado o miente descaradamente".

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Aunque no resulte fácil, lo primero que debe hacerse es separar ambas crisis. Es sintomático el cambio de actitud del presidente Correa luego de su conversación con Chávez que, como lo dijo un analista internacional, lo hizo aparecer como "un cachorro del imperio... venezolano". Pese a ello, el gobierno colombiano debe hacer todos los esfuerzos por aclarar su posición frente al ecuatoriano y normalizar las relaciones. En Quito también deben considerar la disyuntiva de hierro en la que se encontraron las autoridades colombianas al estar ante la oportunidad de asestar un golpe decisivo a una guerrilla que hace tiempo usa la frontera como puerta giratoria.

Con Venezuela, la cosa es a otro precio (como lo es, aunque de menor talla, con Nicaragua, cuyo presidente, Daniel Ortega, también habló de "asesinato" y llamó "hermano" a 'Reyes'). La relación Bogotá-Caracas, que venía mal, recibe un golpe mortal. El cierre de la embajada equivale casi a una ruptura de relaciones. No tiene precedentes en el sistema interamericano que suceda, además, por causa de una operación exitosa de un gobierno legítimo contra una organización ilegal, calificada como terrorista en medio mundo. Alegar, como lo hizo el canciller Nicolás Maduro, que la muerte de 'Reyes' es una "bofetada" y un "duro golpe" al intercambio humanitario es desconocer la confrontación armada en curso en Colombia, de la cual, las liberaciones gota a gota de rehenes y el intercambio mismo son elocuentes episodios.

El caso es que, en esta, Chávez 'peló el cobre' de manera definitiva. Su toma de partido por las Farc es cada vez más abierta. Producto en parte de afinidades de fondo con esa guerrilla y, también, de necesidades políticas tácticas, luego de su derrota en el referendo de diciembre y ante unas elecciones locales críticas en noviembre próximo, en medio de una situación económica cada día más ingobernable, Chávez parece lleno de razones para escalar su confrontación con Colombia.

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Su reacción ante la muerte de 'Reyes' tiene otro efecto: más allá de las posiciones encontradas que en Colombia existen frente al gobierno Uribe, la gran mayoría del país cierra filas ante lo que percibe como una hostil e inadmisible intervención de Chávez en asuntos internos colombianos.

Habrá que ver qué pasos se dan, pero, por lo pronto, entramos en un tenso período de confrontación, ojalá solo verbal y diplomática, entre Colombia y Venezuela. Al prudente silencio con el que se ha respondido hasta ahora, y sin dar pie a provocación alguna, quizá sea hora de añadir una mediación internacional, o de buscar que el sistema interamericano comience a jugar un papel activo en una crisis que puede desestabilizar a toda la región. Las cosas con Venezuela están pasando de castaño oscuro y eso no es bueno para nadie.

El Tiempo, Colombia



http://www.eltiempo.com/opinion/editorial/2008-03-03/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3982640.html

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