Hugo Chávez ha protagonizado uno de los más lamentables espectáculos de utilería política al mesarse los cabellos y rasgarse las vestiduras por el ataque nocturno al comando general del jefe de las FARC Raúl Reyes. Castro, Fidel, acaba de apoyarlo en esta extraña tesis de “guerra de caballeros” que parece ser la guerra asimétrica o de cuarta generación: es inhumano atacar a un comandante guerrillero y narcoterrorista que se hallaba durmiendo y en pijamas.
¡Qué insólita hipocresía! ¿Quién no recuerda al presidente venezolano Carlos Andrés Pérez en pijamas, cubierto a la carrera con un traje cualquiera, la madrugada del 4 de febrero de 1992, cuando trasladado de urgencia a Miraflores debiera combatir contra las tropas de Hugo Chávez que asaltaban su palacio de gobierno exactamente a la misma hora en que el ejército colombiano atacaba el comando central de las FARC en la frontera colombo-ecuatoriana?
¿Quién olvida el ataque inclemente con morteros y artillería pesada esa misma madrugada a la residencia presidencial de La Casona por tropas a su orden?
Imposible olvidar que allí dormía la primera dama, doña Blanca Rodríguez de Pérez, con sus hijos y nietos. Quien, sobreponiéndose a la sorpresa y la disposición a rendirse del militar responsable de su custodia asumió en bata y pantuflas la defensa militar de su asediada residencia presidencial.
Un ejemplo devastador, que debiera impedirle ejercer tal grado de cinismo e hipocresía al teniente coronel responsable de ese golpe de estado y el del 27 de noviembre de ese mismo año, también ejecutado al amparo de la noche.
Pero tampoco Fidel Castro, el inescrupuloso e implacable dictador cubano puede rasgarse las vestiduras y exhibir una moral de impoluta humanidad cuando reclama por el sangriento despertar que las tropas colombianas le dispensaran al cabecilla de las narcoguerrillas colombianas.
También el ataque al cuartel Moncada se realizó al amparo de las sombras, mientras la guarnición dormía. Decenas de muertes provocadas por un asalto que, como todos los asaltos librados en combate, utilizaba el principal factor recomendado y utilizado en todo enfrentamiento bélico: la sorpresa. Han pasado más de dos siglos desde que se libraran combates acordados previamente y mediante caballerosos comunicados de las fuerzas en conflicto. Una práctica, por cierto, despreciada por razones tácticas y estratégicas desde siempre por las tropas irregulares. Y que constituye el ABC de la guerra de guerrillas.
El golpe ha sido duro y probablemente de consecuencias irreversibles. De allí las lamentaciones y las desproporcionadas reacciones de quienes auxiliaron, sin saberlo ni quererlo, a los servicios de inteligencia de Colombia. No enfrentamos una guerra de cuarta generación: enfrentamos una guerra altamente sofisticada, tecnológica, satelital y cibernética. La palabrería no ha podido ni podrá contra el tradicional poder de fuego de un ejército adiestrado, acerado y movilizado. Que dispone de los últimos adelantos de la ciencia militar, moral de combate y jefatura política. Con nada de eso contamos los venezolanos. Es aconsejable tenerlo presente.
Pedro Lastra
http://www.noticias24.com/actualidad/?p=12598
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