Afectos al Gobierno intimidaron concentración de la comunidad judía
Sobre el pecho de varios asistentes reposaba un carnet con la Bandera de Venezuela y de Israel. El texto era claro: "Dos banderas tatuadas en mi alma. Mi libertad, mi religión, mi amor a mi patria no se discuten, no se negocian...". Un mensaje de la comunidad judía que ayer se replicó durante la concentración que se efectuó a las afueras de la sinagoga principal de Maripérez, en rechazo a los actos vandálicos que se produjeron el viernes en la noche.
El llamado congregó a un gran número de personas. Incluso, más de las que llegaron el sábado al conocerse la noticia. Unos judíos. Otros católicos. Daba igual. Todos se acercaron al lugar por el mismo motivo y juntos escucharon atentos las palabras de las autoridades religiosas, quienes dejaron claro que se trataba de un acto apolítico.
"No hablamos de política en este recinto", afirmó Elías Farache, presidente de la Asociación Israelita de Venezuela. "(...) Aquí nos reunimos, rezamos, nos congregamos. (...) Oramos por ustedes, por Venezuela. Por eso, nos sentimos ofendidos, derruidos. Un atentado a un templo es una afrenta".
Sus palabras fueron recibidas en medio de un profundo silencio. Por lo visto, el ambiente de indignación aún no se disipa. Caras circunspectas miraban fijamente a los oradores que estaban en la tarima. Atención que se interrumpía a ratos ante cualquier sonido de altavoz o música estridente, propia de las caravanas oficialistas.
Abraham Levy, presidente la Confederación de Asociaciones Israelitas de Venezuela, enumeró a los miembros comunidad parte de los planteamientos hechos durante la reunión que tuvieron el miércoles con el canciller Nicolás Maduro e informó sobre el compromiso del Gobierno de resguardar el recinto hasta el 15 de febrero.
La última palabra la tuvo el rabino sefardí Isaac Cohen, quien con la emotiva oración "Me tiemblan los pies" inició su reflexión. "Es con dolor, tristeza y pesar que me presentó ante ustedes. Es mi sexto día de luto. Sentimos algo que no podemos expresar en palabras".
El Salmo de David marcaría, en principio, el cierre del acto. Pero una caravana de estudiantes chavistas pasó intimidando a los presentes, con gritos a favor de Palestina. A lo que los asistentes respondieron con el canto del himno nacional y elevando su cédula al cielo.
Profanadores identificados Una serie de acusaciones mutuas y llamadas anónimas recibidas en las últimas horas han permitido a los funcionarios de la policía científica identificar al grupo que perpetró el asalto a la sinagoga.
Las investigaciones se centran hacia un sujeto a quien apodan "el Vigilante", y hacia un antisocial que es considerado experto en cerrajería de blindados. Este último es señalado de ser el encargado de violentar dos cajas fuertes y siete puertas en las oficinas de la Asociación Israelita de Venezuela.
Los investigadores consideran que el móvil de la agresión tuvo un doble propósito: El robo y la injuria religiosa, que recibió un amplio rechazo. Las pesquisas entre los vecinos de los edificios Samar y Praga han permitido a los detectives sospechar de la participación de dos funcionarios policiales adscritos a diferentes cuerpos de seguridad uniformados. Éstos habrían servido como contención ante un eventual descalabro del plan, porque a esa hora había funcionarios prestando seguridad a las personas que instalaban la exposición en Los Caobos de los 10 años de Gobierno.
El llamado congregó a un gran número de personas. Incluso, más de las que llegaron el sábado al conocerse la noticia. Unos judíos. Otros católicos. Daba igual. Todos se acercaron al lugar por el mismo motivo y juntos escucharon atentos las palabras de las autoridades religiosas, quienes dejaron claro que se trataba de un acto apolítico.
"No hablamos de política en este recinto", afirmó Elías Farache, presidente de la Asociación Israelita de Venezuela. "(...) Aquí nos reunimos, rezamos, nos congregamos. (...) Oramos por ustedes, por Venezuela. Por eso, nos sentimos ofendidos, derruidos. Un atentado a un templo es una afrenta".
Sus palabras fueron recibidas en medio de un profundo silencio. Por lo visto, el ambiente de indignación aún no se disipa. Caras circunspectas miraban fijamente a los oradores que estaban en la tarima. Atención que se interrumpía a ratos ante cualquier sonido de altavoz o música estridente, propia de las caravanas oficialistas.
Abraham Levy, presidente la Confederación de Asociaciones Israelitas de Venezuela, enumeró a los miembros comunidad parte de los planteamientos hechos durante la reunión que tuvieron el miércoles con el canciller Nicolás Maduro e informó sobre el compromiso del Gobierno de resguardar el recinto hasta el 15 de febrero.
La última palabra la tuvo el rabino sefardí Isaac Cohen, quien con la emotiva oración "Me tiemblan los pies" inició su reflexión. "Es con dolor, tristeza y pesar que me presentó ante ustedes. Es mi sexto día de luto. Sentimos algo que no podemos expresar en palabras".
El Salmo de David marcaría, en principio, el cierre del acto. Pero una caravana de estudiantes chavistas pasó intimidando a los presentes, con gritos a favor de Palestina. A lo que los asistentes respondieron con el canto del himno nacional y elevando su cédula al cielo.
Profanadores identificados Una serie de acusaciones mutuas y llamadas anónimas recibidas en las últimas horas han permitido a los funcionarios de la policía científica identificar al grupo que perpetró el asalto a la sinagoga.
Las investigaciones se centran hacia un sujeto a quien apodan "el Vigilante", y hacia un antisocial que es considerado experto en cerrajería de blindados. Este último es señalado de ser el encargado de violentar dos cajas fuertes y siete puertas en las oficinas de la Asociación Israelita de Venezuela.
Los investigadores consideran que el móvil de la agresión tuvo un doble propósito: El robo y la injuria religiosa, que recibió un amplio rechazo. Las pesquisas entre los vecinos de los edificios Samar y Praga han permitido a los detectives sospechar de la participación de dos funcionarios policiales adscritos a diferentes cuerpos de seguridad uniformados. Éstos habrían servido como contención ante un eventual descalabro del plan, porque a esa hora había funcionarios prestando seguridad a las personas que instalaban la exposición en Los Caobos de los 10 años de Gobierno.
Mirelis Morales Tovar
EL UNIVERSAL
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