lunes, 2 de febrero de 2009
Obama y la diplomacia bolivariana
Chávez cambia cada semana
Desde la elección de Barack Obama, el rumbo de la personalísima política exterior del presidente Chávez cambia cada semana. Los funcionarios de la Cancillería deben consolarse pensando que no están solos, los funcionarios de EE UU que se estrenan tendrán que lidiar con la pintoresca diplomacia venezolana.
Una de las primeras dificultades que encontrará la administración del presidente Barack Hussein Obama en relación a la política exterior bolivariana es precisamente confirmar si existe. Desde la elección del nuevo presidente, el presidente Chávez ha ido del tumbo al tambo, sin saber que hacer o cómo abordar a EE UU con un líder como Obama, no sólo diferente al saliente Bush, sino con una popularidad tan amplia que ha impresionado tanto a los hermanos Castro, que ha obligado a cambiar de rumbo al líder bolivariano.
Sin embargo, las nuevas designaciones de funcionarios que definirán la política exterior del presidente Obama tendrán que acostumbrarse primero a comprender los disparates, incoherencias, contradicciones y enredos del régimen bolivariano, a los cuales, por lo menos, los funcionarios del presidente George W. Bush ya estaban acostumbrados.
Como muchos de estos nuevos funcionarios no estarán al tanto de los detalles cuando le toque el turno a Venezuela, los encargados de las unidades del Hemisferio Occidental del Consejo Nacional de Seguridad y del Departamento de Estado, serán los primeros que darán en cuenta a sus respectivos superiores, el jefe de Gabinete de la Casa Blanca, y el secretario adjunto de Estado, acerca de las peculiaridades folklóricas de la revolución bolivariana.
En la cuenta no faltarán, por supuesto, los detalles que hacen de la Venezuela bolivariana el más leal fiel aliado de Irán para recomponer el mundo sobre las cenizas del capitalismo y de paso borrar del mapa al Estado de Israel cuyo asalto a los grupos terroristas, Hezbolá y Hamas, constituye un “holocausto” para el presidente Chávez. Como se sabe Israel es el más comprometido aliado estratégico de EE UU en el Medio Oriente.
La cuenta
Los altos funcionarios conocerán por boca de sus asesores más detalles de la forma como el embajador de EE UU en Caracas fue expulsado sólo para respaldar la iracundia del presidente de Bolivia. Sabrán que también el embajador de Israel y toda su delegación, fueron expulsados en solidaridad con el grupo terrorista Hamas. Una acción diplomática que repitió el presidente Morales de Bolivia. Dos decisiones diplomáticas, ridículas o dramáticas, como se quieran calificar, que no respaldó un solo país en el Medio Oriente o en el resto del mundo.
Los primeros funcionarios que evaluarán estas cuentas sobre la pintoresca diplomacia bolivariana serán, Rham Enmanuel, jefe de Gabinete de la Casa Blanca, y James Steimberg, subsecretario de Estado.
Enmanuel es hijo de un médico pediatra nacido en Jerusalén, que perteneció a Irgun, grupo militante activo sionista que operó en Palestina entre los 30 y los 40. El propio Rahm Enmanuel fue capitán del ejército israelí y no es ninguna sorpresa que cuando se trata de sus posiciones sobre terrorismo, sus amigos lo llamen, el “Rambo” Enmanuel.
El otro que recibirá la cuenta sobre las mismas andanzas diplomáticas del presidente Chávez es James Steimberg, subsecretario de Estado. Steimberg, hijo de padres judíos, es decano del Instituto Johnson de la Universidad de Texas, asesor político para el Medio Oriente del entonces candidato Barack Obama y ex asistente del Consejo de Seguridad Nacional desde 1997 hasta 2002.
Ley de compensación
Pero no todo luce tan ominoso cuando se trata de ofrecer un perfil del presidente Chávez. Si Leon Panetta, el jefe de la transición de Barack Obama, es efectivamente ratificado por el Senado para dirigir la CIA, es muy probable que las impresiones que reciba de su propia hija no sean las mismas del encargado de los asuntos del Hemisferio Occidental de esta agencia. Linda Panetta, la hija del designado director, ha sido asociada como simpatizante de los nostálgicos 60 y de los presidentes Hugo Chávez, Evo Morales y Daniel Ortega.
En Internet circula una fotografía que la muestra abrazada con el presidente Chávez y acompañada de Daniel Ortega. ¿Podría alguien imaginar al líder bolivariano, paladín de la justicia socialista y destructor del sistema capitalista compartiendo un confite con la hija del Director de la CIA?
¿Quién infiltra a quién? ¿A quién favorece o perjudica la extraña coincidencia? se preguntan animados los foristas de Internet que encontraron graciosa la coincidencia.
Sí, pero no
El caso es que a pocas horas de que el presidente Chávez describiera al presidente Obama como la misma “miasma”, aclarando que no quería pronunciar la palabra adecuada, ya se había pronunciado antes con disposición al diálogo. Cambió de nuevo el rumbo en 180 grados para luego regresar a la “miasma” anterior, después que recibiera una carta de Fidel Castro en la cual le recomendaba, u ordenara, nunca se sabe, a observar a Obama como “un hombre de buenas intenciones”.
¿Cuánto tiempo navegará en este rumbo? Nadie lo sabe. Ni él mismo. Basta que cambie el viento, que haya luna llena o se produzca un reflujo en la marea para que todo cambie. Si estos funcionarios bolivarianos se sienten estresados y confundidos, se deben consolar pensando que no están solos, además de la nueva administración del presidente Obama, que se estrenará en esta pintoresca experiencia, están todas la cancillerías que tienen que lidiar con esta caótica diplomacia bolivariana.
Por Orlando Ochoa Terán
Diario de América
http://www.diariodeamerica.com/front_nota_detalle.php?id_noticia=4954
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