"Debe decirse que hay mucho chavista en contra del antisemitismo en marcha"
Atacan las sinagogasLa violencia que se desata en Venezuela es responsabilidad directa del presidente Chávez. La revolución es en sí misma una operación violenta, pues se propone eliminar de la faz de la Tierra a los enemigos del pueblo. El bochinche bolivariano sólo tiene de la revolución el ejercicio sistemático y creciente del terror.
En una democracia, el adversario es necesario, más bien, indispensable; en un régimen autoritario el adversario es enemigo y al enemigo se le elimina. El ataque a la Sinagoga en el día de ayer configura, condensado, el ejercicio del terror, en general, y del antisemitismo, en particular.
La Violencia.No hay nada que ilustre más la marcha ascendente de la violencia como lo que ocurrió esta semana con el secretario de Cultura de la Alcaldía Metropolitana, Víctor Carrillo. El funcionario fue a recuperar una edificación ocupada ilegalmente y como reacción, lo fueron a buscar a su despacho los Tupamaros, lo secuestraron, lo entregaron a la PM, que lo detuvo, lo sometió a un juez y ahora tiene régimen de presentación. Le violaron todos sus derechos y no hay nadie ante quien quejarse, la fuerza es la ley; la violencia es el modo.
La lógica inmemorial del atropello usa la ley cuando conviene y se la salta cuando impone límites. Las bandas fascistas que le impiden su ejercicio a Ledezma o a Pérez Vivas, es la otra cara de la prohibición a Capriles de aplicar "el pico y placa". La Piedrita y los Tupamaros son las prolongaciones de las policías cuando al trabajo sucio ya no le bastan las motos sin placa y los tonton macoutes chavistas, que son los tombos disfrazados de paisano.
Mientras tanto, los organismos encargados de velar por el cumplimiento de la ley andan de paseo, sin vergüenza, con la cara volteada hacia el porvenir, mientras a sus pies los paramilitares echan bombas lacrimógenas en los actos opositores, les caen a tiros al automóvil de quien hasta hace nada era ensalzado como honorable oficial, y zahieren a las universidades, que la izquierda, desde siempre y por siempre, había considerado un recinto sagrado. No, no es la dignidad de Ho Chi Minh en Vietnam; es la vesania de Nereo Pacheco al golpear presos en La Rotunda.
El crimen de la calle es primo hermano de esta dinámica infernal. El incremento de la criminalidad está asociado al discurso y la práctica de la violencia. Si las autoridades se saltan las barreras legales a conveniencia, si la agresión se justifica en nombre de propósitos supuestamente más elevados; si obedecer a la ley es un acto de mera y circunstancial conveniencia, si las policías tienen órdenes de acatar la norma una vez sí y otras no, entonces Venezuela ha entrado no en el socialismo sino en la caverna. Matar y morir a manos de los desalmados son hábitos promovidos por la locura bolivariana.
Chávez es el directo responsable de este tono y estas prácticas. Su discurso es siempre violento y en los hechos sus palabras son voces de mando a los suyos. El vicepresidente Carrizález y el general González declaran con el descomedimiento al que su jefe los induce y eso se escurre hacia los oficiales y soldados rojos, los cuales a su vez usan el lenguaje terrible de los gases, los disparos y los empujones. Por su lado, los grupos paramilitares mediante las armas a su alcance (granadas, bombas de gas, pistolas y metralletas), traducen las demandas del Jefe en la saña que la sociedad observa con estupor.
Revolución Antisemita
El Gobierno niega participar en los hechos terribles de la Sinagoga en el día de ayer. Su discurso es: estamos contra las políticas del Estado de Israel, pero no contra los judíos; con estos tenemos excelentes relaciones. Las tres cosas son falsas. En realidad, están en contra del Estado de Israel, están contra los judíos y no tienen relaciones con los dirigentes de esta comunidad. Los hechos muestran que el Gobierno es radicalmente antisemita.
El antisemitismo está instaurado en las vísceras de las autocracias militaristas como la de Chávez.
Hace un tiempo, el prócer se refirió a los que mataron a Cristo, que ha sido históricamente una expresión -código para identificar a los judíos. Más adelante ha habido asaltos, como el allanamiento perpetrado contra el Colegio Moral y Luces. Éstas fueron ya señales. Luego se estructuró la alianza con el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, cuyo propósito explícito es la destrucción del Estado de Israel y negador del Holocausto.
Por si fuera poco, en los bajos fondos oficiales hay el manejo de los estereotipos clásicos, según el cual los judíos son ricos, los ricos son integrantes de la oligarquía, la oligarquía es enemiga del proceso bolivariano, por lo tanto, los judíos son parte del enemigo.
No es la legítima discrepancia con el Gobierno de Israel que mucha gente tiene, incluidos sectores y notables intelectuales dentro de Israel. El desacuerdo con los recientes ataques a Gaza es bastante generalizado. Este no es el problema. El problema es que con el pretexto del apoyo al pueblo palestino el gobierno de Chávez se ha alineado con los que persiguen la destrucción de Israel, lo cual convierte a los judíos del planeta, en su mayoría naturales defensores de ese Estado, en enemigos de las políticas oficiales del Gobierno bolivariano.
Hay más, sin embargo. Es mucho más que un problema geopolítico y los coletazos que implica para la comunidad judía. Los judíos expresan la virtud de la diferencia, de la integración al lado de la conservación de las tradiciones; con su existencia proclaman como pueblo el valor de la diversidad.
Esta vocación es la que no puede respetar la dinámica totalitaria de un régimen que quiere hacer de todos lo mismo y de lo mismo, uno: el jefe; el que todo lo es y todo lo representa.
El antisemitismo es automático en estos regímenes autoritarios en marcha al totalitarismo. Se toma ventaja de su condición de minoría para estereotiparla y aislarla, luego asaltarla y reprimirla. Los mensajes de los malandros que se atrevieron el sábado en la madrugada están en las pintadas de las paredes, pero también en la destrucción de los símbolos más profundos del judaísmo religioso.
La Responsabilidad Colectiva.Los judíos de Venezuela son tan venezolanos como los demás ciudadanos. Cuando, como hoy, hay manifestaciones antisemitas estimuladas por la violencia oficial, el problema no es sólo de los judíos sino de la sociedad, de todos los venezolanos, sean judíos o no.
Debe decirse que hay muchos chavistas que discrepan del antisemitismo en marcha y se lo atribuyen a unos descocados que malandrean por allí. No advierten o no quieren hacerlo que cuando florece la violencia negra o parda, cuando hay una alianza con los antisemitas, cuando se forma parte del coro con Hamas, los germinaciones antisemitas son automáticas.
La globalización obliga al disfraz de las prácticas de discriminación. Sólo la detención y el desarme de los paramilitares harían creíble la retórica oficial que ofrece frenar la violencia.
Carlos Blanco
El Universal
http://www.eluniversal.com/2009/02/01/opi_art_tiempo-de-palabra_1249383.shtml
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